13 diciembre 2009

La ilegalización del principal partido kurdo crispa a Turquía (El Periódico)

ANDRÉS MOURENZA
BARCELONA

«No ha sido una decisión legal, sino política», denunció ayer Ahmet Türk, el presidente del Partido de la Sociedad Democrática (PSD, nacionalista kurdo) ilegalizado el viernes por el Tribunal Constitucional por supuestos vínculos con el grupo armado kurdo PKK. En protesta, los 21 diputados del grupo parlamentario del PSD decicieron abandonar la Gran Asamblea Nacional y boicotear sus sesiones a partir de ahora.

La decisión judicial, que supone un duro golpe al incipiente proceso de resolución del conflicto kurdo, provocó duras protestas en las provincias de mayoría kurda y en los barrios kurdos de Estambul. «A quienes quieren la paz se les etiqueta de terroristas. En ninguno de nuestros discursos podéis encontrar una sola frase en que apoyemos las soluciones violentas», afirmó Turk en su última rueda de prensa, ya que se le ha inhabilitado para ejercer la política durante cinco años.

Sin embargo, el dirigente del PSD explicó que no permitirá que quede un «vacío político» y ya se busca la manera en que los políticos que no han sido condenados por el Constitucional se reorganicen en una nueva formación.

LA ALTERNATIVA /Previsiblemente se tratará del Partido de la Paz y la Democracia, fundado el pasado año por activistas cercanos a los nacionalistas kurdos para tenerlo listo en el caso de que –como ha sucedido–, la justicia decretase el cierre del PSD.

La oposición turca, mayoritariamente nacionalista, aplaudió la decisión judicial y el presidente turco, Abdulá Gul, pidió «respeto» al fallo. Sin embargo, la presidencia de la Unión Europea expresó su preocupación y recordó que la disolución de partidos políticos es «una medida excepcional que debería ser empleada con la mayor moderación». Además, instó al Gobierno a modificar la Constitución para que su legislación sobre partidos políticos se adapte a las disposiciones europeas.

El presidente del Parlamento turco, Mehmet Ali Sahin, reconoció la necesidad de una reforma constitucional, una promesa que el Partido de la Justicia y el Desarrollo, que se enfrentó a un proceso de ilegalización el pasado año, ha mantenido desde su reelección en el 2007, aunque aún no se ha atrevido a llevar a cabo.

El Constitucional turco ilegaliza al mayor partido kurdo (El Periódico)

ANDRÉS MOURENZA
BARCELONA

El Tribunal Constitucional de Turquía decretó ayer la ilegalización del Partido de la Sociedad Democrática (PSD), principal formación política kurda, por su supuesta vinculación al grupo armado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), considerado terrorista por Turquía, la UE y EEUU. La sentencia tuvo en cuenta la ilegalización de Batasuna por parte de la justicia española y su posterior ratificación en el Tribunal de Estrasburgo, según explicó el presidente del Tribunal turco, Hasim Kiliç.

Aunque el proceso comenzó en el 2007 a instancias de la Fiscalía General de la República, que denunció al PSD por atentar contra «la indivisible unidad del estado y la nación», la ilegalización ha llegado en el peor momento, ya que supone un duro golpe a los esfuerzos emprendidos por el Gobierno turco y el propio PSD a lo largo de este año para resolver el conflicto kurdo de forma pacífica.

INHABILITACIÓN / El Constitucional ordenó además la intervención de todos los bienes del partido y la inhabilitación política por cinco años de 37 miembros del PSD. Entre ellos figuran su presidente, Ahmet Türk, la diputada Aysel Tugluk y la activista Leyla Zana, galardonada en 1995 con el premio Sajárov del Parlamento Europeo por su lucha en defensa de los kurdos, que ya le costó la inhabilitación política en los 90 y una condena a 15 años de cárcel. Türk y Tugluk pueden perder su acta de diputados a pesar de pertenecer al sector más moderado del partido, mientras que a los diputados kurdos más radicales no les ha afectado la decisión del Constitucional.

El presidente del PSD calificó la ilegalización de «desesperanzadora» pero hizo un llamamiento a que continúen «la lucha democrática, el diálogo y el sentido común». «Creo que, por muchos obstáculos que se les ponga, la paz y la democracia triunfarán algún día en Turquía», afirmó. Aún así el proceso de paz parece mortalmente dañado.

Durante la última semana, coincidiendo con la deliberación de los jueces, ha aumentado la tensión en el sureste del país, donde se han producido numerosas concentraciones de los nacionalistas kurdos en defensa del líder histórico del PKK, Abdulá Ocalan, encarcelado de por vida en la isla prisión de Imrali, que se saldaron con la muerte de un manifestante por disparos de la policía.

Además, en la provincia norteña de Tokat el PKK atacó el lunes a una patrulla militar y mató a 7 soldados turcos, poniendo fin a la tregua que había decretado a principios de año. En un comunicado, la organización armada kurda reclamó la autoría del atentado pero explicó que se trató de una acción de represalia tomada por un comando del PKK «sin atender a las instrucciones del Comando Central». Algo que pone de relieve las fuertes tensiones internas en el mismo PKK respecto al proceso de paz. El pasado mes, un miembro del PKK en Irak reconoció a este diario que los dirigentes del grupo tenían dificultades para «contener» a sus comandos dentro de Turquía y obligarles a mantener la tregua, ya que el Ejército turco ha continuado sus operaciones antiterroristas.

ARRASÓ EN LAS ELECCIONES LOCALES

El Partido de la Sociedad Democrática (PSD) tiene el cuarto mayor grupo parlamentario de Turquía, con 21 diputados, y en las elecciones locales de marzo arrasó en la región suroriental, logrando hasta el 60% de los votos en algunas capitales de provincia. Desde su fundación en 1963, el Tribunal Constitucional ha ilegalizado a 25 partidos, la mayoría izquierdistas, prokurdos e islamistas.

El estatus de Kirkuk en Irak tensa la relación entre árabes y kurdos (El Periódico)

ANDRÉS MOURENZA
KIRKUK (IRAK)
ENVIADO ESPECIAL
La aprobación de la ley que regirá las elecciones iraquís del próximo marzo ha abierto la puerta a la solución del problema de Kirkuk, una ciudad petrolera a 250 kilómetros al norte de Bagdad que se disputan el Gobierno Regional del Kurdistán (GRK) y el Gobierno central iraquí. Kirkuk participará por primera vez en unas elecciones legislativas tras el derrocamiento de Sadam Husein, ya que fue excluido de los comicios del 2005 debido al conflicto entre kurdos, árabes y turcomanos.
Cuando EL PERIÓDICO visito Kirkuk hace dos años, se producía casi un atentado al día y los muertos se contaban por centenares. Aunque con menor frecuencia e intensidad, los enfrentamientos interétnicos y los atentados continúan actualmente. Kirkuk está considerada, junto a Bagdad (que el martes registró una ola de atentados con 125 muertos) y Mosul, uno de los puntos calientes de Irak.
El taxi se adentra en el dédalo de callejuelas de la ciudad custodiado por dos todoterrenos repletos de policías bien armados, dejando atrás edificios oficiales protegidos por altos bloques de cemento. Al mismo tiempo, la población llena los abigarrados zocos intentando continuar con su vida diaria. Los peshmerga y otras fuerzas de seguridad kurdas controlan de facto la ciudad desde su toma en el 2003 –a pesar de que oficialmente no forma parte del Kurdistán iraquí–, pero un oficial de policía kurdo nos avisa de que los barrios árabes y turcomanos «no son seguros».
«La gente tiene que entender que nosotros, como kurdos, no vamos a abandonar Kirkuk. No habrá paz en Irak sin acuerdo sobre Kirkuk», advierte Mahmud Ido, exministro del Kurdistán. Los kurdos alegan que la anexión de Kirkuk, que consideran su capital histórica, sería un acto de justicia tras décadas de represión por parte del régimen de Sadam Husein. Sin embargo, a nadie se le escapa que el interés es más profano: se estima que el subsuelo de Kirkuk alberga unos 10.000 barriles de crudo y el Gobierno regional kurdo ha comenzado a firmar lucrativos acuerdos de extracción con compañías extranjeras, lo que según Bagdad supone una violación de la Carta Magna, que estipula que «el petróleo de Irak es de todos los iraquís».

COLONOS ÁRABES / El director del Centro para el Diálogo, el árabe Abu Ibrahim, sale a nuestro encuentro. Su calle está protegida por varias barricadas y mantiene a sus propios servicios de seguridad árabes. Abu Ibrahim explica que ha conseguido el retorno voluntario a sus antiguos hogares de más de 130.000 colonos árabes, pero añade que la solución está todavía lejos. «Los árabes de Kirkuk aún no están preparados para que esto sea el Kurdistán. Hasta que no se nos den las garantías necesarias de que nuestros derechos serán respetados, no queremos referendo de autodeterminación».
La participación de Kirkuk en las elecciones del próximo marzo podría clarificar el futuro de la ciudad, pero las provocaciones de los diversos bandos dificultan la aplicación de los acuerdos. En el 2008, el Gobierno de Nuri al Maliki desplegó la 12ª división del Ejército iraquí, con unos 9.500 soldados, en Kirkuk. Algo a lo que los kurdos respondieron desplegando 3.000 peshmergas. EEUU mandó entonces a sus propias fuerzas para calmar los ánimos pero, según el think tank International Crisis Group, a Washington no le queda tiempo para mediar teniendo en cuenta que Barack Obama ha ordenado la retirada de sus tropas de combate para agosto del 2010. La retirada de EEUU podría precipitar un enfrentamiento militar kurdo-árabe en torno a Kirkuk si no se logra antes un acuerdo sobre el estatus de la ciudad.
UNA HOJA DE RUTA INCUMPLIDA
El cerca del millón de habitantes de Kirkuk se divide entre la mayoría kurda y las minorías árabe, turcomana y cristiana. El artículo 140 de la Constitución iraquí –aprobada en el 2005– exige la elaboración de un censo que determine la composición exacta de la población, ya que algunos de sus habitantes son colonos árabes enviados por Sadam Husein para arabizar el Kurdistán o kurdos cuyo establecimiento ha sido financiado por el Gobierno Regional Kurdo.
Después se debería haber celebrado un referendo de autodeterminación. Los kurdos reclaman la anexión al Kurdistán iraquí, mientras que los árabes quieren la ciudad bajo control de Bagdad y los turcomanos, un estatus especial. La consulta debería haberse celebrado en 2007, pero aún no hay acuerdo al respecto.