19 agosto 2009

Leyendas de la antigua Constantinopla (El Periódico)

Andrés Mourenza
Por fuera solo se percibe una larga tapia de cemento que cubre el espacio de toda una manzana y, en su interior, lo que en algunas guías especializadas aparece señalado como una de las iglesias más importantes de la vieja Constantinopla tampoco es gran cosa: una insulsa construcción eclesial, una modesta vivienda y un inmenso patio ajardinado. Nada hace sospechar cuánta historia alberga.
«Este es uno de los lugares más importantes del mundo ortodoxo. Cada año llegan fieles de todo el mundo para visitarlo y llevarse el agua milagrosa», explica Ioannis, moviendo sus manos bastas de jardinero. SEGUIR LEYENDO EN EL PERIÓDICO

18 agosto 2009

Diez años después, Estambul sigue sin estar preparada para otro terremoto como el de 1999 (EFE - La Vanguardia)

Andrés Mourenza. Estambul. (EFE).- En 1999 murieron más de 17.000 personas por un gran terremoto que sacudió la región del Mar de Mármara (noroeste de Turquía) y los expertos coinciden en el décimo aniversario de la tragedia que ciudades como Estambul siguen sin estar preparadas para un sismo de gran magnitud.
El 17 de agosto de 1999, a las 3.02 horas de la noche, la placa tectónica de Anatolia se desplazó a lo largo de la falla que la separa de la placa eurasiática liberando una cantidad de energía similar a 132 bombas atómicas. Eray Hobikgil, entonces un adolescente de 16 años, saltó de su cama al sentir que el guardarropa caía sobre él; corrió hacia la habitación de sus padres y los tres permanecieron abrazados durante un tiempo que les pareció infinito. Se trataba de un terremoto de 7,4 grados en la escala de Richter y sólo duró 45 segundos, pero tras de sí dejó un reguero de destrucción: 17.480 muertos, más de 40.000 heridos, 329.000 edificios destruidos, casi medio millón de personas sin hogar.
La casa de los Hobikgil, en la localidad de Degirmendere, cercana al epicentro del seísmo, se mantuvo en pie. Por la mañana, sin embargo, el panorama era desolador: el paseo marítimo se había hundido en el agua, reduciendo a escombros las casas de la línea de la costa, y, al otro lado de la bahía, ardía la mayor refinería de Turquía en un presagio de mayores desgracias. "Era terrorífico, porque había gente herida que buscaba medicación y se podía oír las voces de la gente atrapada entre los escombros. Cuando ves que tanta gente necesita tu ayuda y tú no puedes darla, te sientes desesperado, como una maldita mierda", recuerda Hobikgil en declaraciones a Efe. En Degirmendere, por ejemplo, los únicos edificios que no sufrieron ningún daño fueron los construidos por el ejército para su personal lo que puso al descubierto las pésimas condiciones en que se edifican las viviendas en Turquía, algunas porque fueron levantadas y son constantemente modificadas por sus inquilinos y otras por el simple ahorro de costes de las empresas constructoras.
Después de la catástrofe de 1999, más de seis mil personas fueron juzgadas por negligencias vinculadas al terremoto, pero sólo una, el constructor Veli Göçer, fue condenada a prisión. Tras haber cumplido cinco años de su condena a prisión de 18 años, Göçer -en una entrevista publicada por el diario "Habertürk"- acusa al Estado turco de ser, en parte, culpable de las muertes, ya que es la administración quien otorga las licencias de obra y el gobierno quien aprueba las leyes que rigen el sector.
Desde aquel gran terremoto, el Ayuntamiento de Estambul -donde miles de personas se vieron afectadas- ha gastado unos 80 millones de euros en estudios sobre los edificios y en su adecuación para resistir movimientos sísmicos de gran magnitud, según un cálculo de la revista "Newsweek Türkiye".
No obstante, según expertos como el profesor de Ingeniería Civil de la Universidad del Bósforo Semih Tezcan, la metrópolis turca "no está preparada para otro terremoto" a pesar de que la región de Mármara es la más desarrollada de toda Turquía. "En Estambul hay un millón de edificios, sólo un uno por ciento ha sido reforzado. Hay 3.000 escuelas y sólo 250 han sido reforzadas y hay 635 hospitales públicos, de los que sólo 10 están preparados", explicó Tezcan en declaraciones al diario "Milliyet". El mayor temor de los estambulíes es que se vuelva a producir otro gran seísmo (una de cada cuatro personas que sufrieron el terremoto de 1999 tiene problemas para dormir o sufre traumas psicológicos).
Además, en los últimos años han proliferado pseudo-científicos que, de televisión en televisión, anuncian la proximidad del Gran Terremoto, como si de aciagos Nostradamus se tratara, y las empresas aseguradoras aprovechan los miedos de la población para vender "paquetes anti-terremoto". "No habrá un terremoto en Estambul al menos hasta 2015. Si así sucediera, sería algo inesperado para el mundo científico", opinó el presidente de la Cámara de Ingenieros Geofísicos, Ahmet Ercan, en declaraciones a "Habertürk".
El profesor de Geofísica de la Universidad Técnica de Estambul, Haluk Eyidogan, sin embargo, alertó de que la ciudad del Bósforo tiene que estar preparada en cualquier momento para cualquier cosa, ya que "en los últimos 200 años la región de Mármara ha sufrido 50 terremotos de una magnitud mayor a los 6,5 grados".
La única consecuencia positiva que trajo aquel terremoto -y un mes después el que se registró en Atenas- fue el espíritu de solidaridad entre turcos y griegos, dos naciones enfrentadas durante siglos. La sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y los cuerpos de protección civil se organizó rápidamente y se enviaron equipos de rescate griegos a Turquía, algo que cambió la percepción de los vecinos. Desde entonces, las relaciones entre los dos países se normalizaron y la cooperación aumentó considerablemente.

16 agosto 2009

Crece en Turquía la esperanza de solucionar el conflicto kurdo, en el 25 aniversario del primer ataque del PKK

En el 25 aniversario, hoy, del primer ataque del grupo armado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), crece en Turquía la esperanza de alcanzar una solución pacífica a un conflicto que ha dejado ya más de 40.000 muertos.
Mientras en diversas ciudades turcas y europeas simpatizantes del PKK se congregaron para celebrar el inicio de la lucha armada, el gobierno del islamista moderado Recep Tayyip Erdogan continúa los contactos con miembros de la sociedad civil y de los partidos políticos para desarrollar un plan para superar el conflicto. "Turquía debe enfrentarse a este problema y resolverlo a través de la democracia. Ha llegado el momento para una solución radical del problema", manifestó Erdogan ayer durante la conmemoración del octavo aniversario de la fundación de su Partido de Justicia y el Desarrollo (AKP).

Hoy estaba previsto que los abogados del líder histórico del PKK, Abdullah Öcalan, encarcelado en la isla-prisión de Imrali, hiciesen pública una 'hoja de ruta' para la solución del conflicto. Sin embargo, tras una visita ayer a Öcalan informaron de que el líder kurdo aún no la tiene ultimada, por lo que se publicará durante la próxima semana. Según filtraciones de los abogados a la prensa turca, la 'hoja de ruta' de Öcalan establecerá un plan de desarme progresivo de los aproximadamente 7.000 milicianos del PKK en activo a cambio de mayores derechos para los kurdos y más autonomía, y la sustitución de la actual constitución, redactada en 1982 por la Junta Militar, por otra más democrática.

Ahmet Türk, líder de la principal formación kurda, el Partido de la Sociedad Democrática (DTP), con 21 escaños en el parlamento de Ankara, pidió ayer que se tengan en cuenta las opiniones tanto de las Fuerzas Armadas turcas como del PKK y que se escuche "con atención" lo que diga Öcalan. Sin embargo, el AKP respondió inmediatamente que "ni el PKK ni nadie relacionado con él" es considerado interlocutor por el gobierno turco.

El gobierno está redactando su propio plan para la resolución del conflicto pero, por el momento, no se han hecho públicos los detalles, aunque ayer Erdogan aseguró que las primeras medidas se darán a conocer "antes de fin de año". El mandatario turco explicó que se podrían introducir cambios en la Constitución del país, pero añadió que se optará por la vía más fácil, puesto que el tema de las enmiendas constitucionales levanta suspicacia entre la oposición nacionalista y kemalista.

"El discurso de Erdogan fue muy importante. Ha creado una gran expectación en la sociedad. Aunque todavía hay un 'pero'. Se debe compartir (el plan) con las organizaciones de la sociedad civil", opinó hoy el alcalde de la ciudad suroriental de Siirt, Selim Sadak, miembro destacado del DTP, en una entrevista con el diario 'Taraf'. En los últimos años se han dado pasos hacia la mejora de la situación de los kurdos, a través de la concesión de derechos culturales como permitir las emisiones en kurdo en radios privadas, la apertura de un canal estatal de televisión en lengua kurda y el establecimiento de cursos privados de kurdo.

De hecho, la cúpula castrense turca ha reconocido este año que el conflicto kurdo no se puede terminar sólo con medidas militares sino que son necesarias medidas de carácter político, social y económico. No obstante, los dos mayores grupos de la oposición, el Partido Republicano del Pueblo (CHP, nacionalista laico) y el Partido de Acción Nacionalista (MHP, ultraderecha), se han negado a participar en la ronda de contactos patrocinada por el Ministerio del Interior para recabar ideas sobre el plan de paz.

En opinión de Derya Sazak, un renombrado columnista del diario 'Milliyet', la oposición se niega a entrevistarse con el gobierno porque cree que el AKP puede salir reforzado si consigue solucionar el conflicto kurdo. "Actúan del mismo modo que durante el proceso de solución del tema de Chipre", añadió Sazak.

CRONOLOGÍA DEL CONFLICTO EN LOS ÚLTIMOS 25 AÑOS

14 agosto 2009

En el harén de Estambul, de Carla de la Vega

Título: En el harén de Estambul
Autor: Carla de la Vega
Editorial: Styria
Precio: 16€
Páginas: 224 Alineación a la izquierda
ISBN: 978-84-92520-24-4
Formato: 14,5 x 21,5 Cartoné
Género: Crónica periodística
Fecha de publicación: 01/06/2009
Lugar de publicación: Barcelona
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Probablemente la portada de la editorial Styria, un remedo de best-seller de aeropuerto, no le haga justicia: En el harén de Estambul, de la periodista Carla de la Vega es un gran libro. Es más, es un libro altamente recomendable para todo aquel que quiera introducirse en el estudio y el conocimiento de un país con tantos matices y contrastes como es Turquía y para comenzar a indagar en la situación de las mujeres.
Carla de la Vega lo hace a través de las historias de cuatro mujeres turcas -por este orden: Zelal, Sennur, Ayse y Rashel-, sus sentimientos, sus pasiones, sus miedos, pasan frente a nuestros ojos a través del ágil relato del libro.
Como privilegiado observador de todo el proceso de creación de este libro, sé que una de las decisiones más difíciles a la que tuvo que enfrentarse Carla de la Vega es a la selección de qué historias incluir y cuáles no. De hecho, se vio obligada a descartar unas cuantas, no menos interesantes que las que expone en el libro, por falta de tiempo y espacio, pues cada una de las partes que trata sobre una mujer diferente exigió semanas y semanas de investigación, largas horas de entrevistas y meses para poder poner todo el material por escrito de una forma que fuera comprensible para el lector.
La selección final de las cuatro mujeres es, en mi opinión, un acierto. Tres de ellas -Sennur, piadosa estudiante que debe buscar subterfugios para entrar a la universidad con el velo musulmán; la superpija Ayse, una kemalista de la elite de Nisantasi (Estambul), y Zelal, una kurda que ha escapado a Estambul para huir de quienes la quieren matar- reflejan algunos de los temas más candentes de la actualidad turca: las polémicas sobre el velo y el partido gobernante AKP, la situación del laicismo y la visión de la elite kemalista y la situación social en el sudeste de Turquía junto a los detestables crímenes de honor, y todo ello a través de los ojos de las mujeres. La inclusión de la cuarta mujer, Rashel, se comprende desde el punto de vista de los lazos culturales que unen a España con la comunidad sefardí de Turquía pues Rashel es eso, una judía sefardí de 60 años, pero también es una historia que nos muestra las dificultades de las parejas multiculturales en una época en que la sociedad turca aún no estaba preparada para ello (si Rashel hubiese tenido 20 años en la Turquía actual, a buen seguro, su vida habría sido completamente diversa). Pueden echarse en falta relatos de mujeres con situaciones más habituales, pero es cierto que el simple hecho de mostrarnos estos casos -algunos extremos, pero otros desgraciadamente no tanto- ayuda bastante a comprender la sociedad en que viven estas mujeres y a imaginarnos todos los tonos grises que se mueven entre ellas. Obviamente -y esto ya lo avisa la autora en el prólogo- no se trata de crear un manual sobre la situación de la mujer turca lleno de conocimientos enciclopédicos, considerémoslo pues una iniciación, un zambullido (además tremendamente gratificante por el modo en el que está escrito).
Y aquí, permítanme que incluya una breve reflexión sobre la profesión periodística que atañe directamente a este libro pues estamos ante lo que podría denominarse un libro-reportaje. En el ejercicio de nuestro trabajo, los periodistas nos encontramos con una difícil tarea: la de seleccionar datos, sintetizarlos, resumirlos. Es es, en verdad, la mayor dificultad de la profesión: ¿Debemos explicar cada tema con todo lujo de detalles para ofrecer el panorama más completo posible o tenemos que seleccionar sólo los datos más relevantes aún a riesgo de perder los matices, también importantes para la comprensión de un argumento? ¿Qué citas, las de que persona, se deben ofrecer y a qué altura del texto? ¿Cómo se jerarquiza el contenido de cada artículo, historia o reportaje? Y, por último, aunque no menos importante ¿qué estilo adoptar para contar la realidad: el del ensayo, más didáctico; el de las agencias de noticias, frío y distante, o una narración más personal y literaria que haga el texto más atractivo al lector?
En este sentido, el libro de Carla de la Vega consigue un resultado de gran equilibrio entre las interesantes narraciones de las mujeres retratadas, con un estilo que se acerca mucho al periodismo literario (un género del que nuestro país está tan falto y que, según mi gusto personal, se acerca al culmen del periodismo), y el proporcionar datos fidedignos sobre la situación de la mujer en Turquía. Quizás la organización de los capítulos -se alternan unos que narran las vivencias personales con otros que tratan, de forma más general, los datos de carácter social y político (en este punto se echa de menos, a veces, datos comparativos con otros países europeos)- pueda resultar abrupta en la lectura, pero al cabo de los primeros capítulos el lector se hace a ello.
Recuerdo perfectamente el día que conocí a Carla de la Vega. Fue una noche del invierno estambulí en 2007 en una velada junto a otros grandes periodistas y amigos -Ildefonso González, Elena Solera y Ricardo Ginés- en compañía de las siempre presentes cervezas de Nevizade. Ella llevaba a cuestas un largo curriculum como periodista, desde el bautizo de fuego en la información parlamentaria a la lejana Asia (Singapur y Nueva Delhi) y ya había tomado la decisión de escribir en libro. Desde entonces, tuvimos muchas conversaciones, con Ricardo Ginés como maestro de ceremonias, sobre el periodismo literario. Cómo conseguir que el relato de una persona, en este caso el de las mujeres entrevistadas, pudiese convertirse en una verdadera historia literaria. Si ya es de por sí difícil informar de una forma simple y llana, conseguir narrar la realidad de una forma literaria pero ajustándose escrupulosamente a los hechos comprobados es en extremo complicado (esto y no otra cosa es el periodismo literario). Pero el resultado es de gran valor ya que nos acerca más a las personas y a su forma de percibir la vida. A este respecto, la primera historia de En el harén de Estambul, la huída constante de Zelal de los hombres que la quieren matar por haberse divorciado de su marido, es excepcional y la cuarta, la del amor trágico de la sefardí Rashel, no le anda a la zaga.
Han sido dos años de recopilación de datos, lecturas de informes y artículos y, sobre todo, de constantes entrevistas con mujeres, organizaciones de defensa de los derechos de la mujer, feministas, intelectuales, casas de acogida. La activista y profesora Türkan Saylan (recientemente fallecida), la abogada Canan Arin, la presidente de la organización Kamer en Diyarbakir Nilüfer Yilmaz, la escritora Vildan Yirmibesoglu o la presidenta del centro sefardí de Estambul Karen Gerson Sarhon son sólo algunas de las eminentes expertas que entrevistó Carla de la Vega en su recogida de datos. En definitiva, un arduo trabajo que ha dado como resultado un libro imprescindible.

Madres turcas y kurdas dan ejemplo de reconciliación (EFE - adn.es)

Andrés Mourenza
El verano ha llevado a Turquía un soplo de esperanza para la resolución del conflicto kurdo con la apertura de un proceso político que podría poner fin a una guerra no declarada que desde el levantamiento en armas del grupo armado kurdo PKK en 1984, ha causado más de 40.000 muertos. Pero quienes han dado un mayor ejemplo de reconciliación y diálogo han sido algunas madres de soldados del ejército turco y de militantes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) fallecidos en combate, que exigen a los políticos que hagan todo lo posible por detener las muertes.

Burhan Yalçin era un joven de 21 años, tranquilo y amante del hogar. Se le daba bien construir muebles, recuerda su padre. Había nacido en la deprimida provincia de Sirnak, fronteriza con Irak, y durante su servicio militar fue destinado algo más al norte, a la provincia de Tünceli, para servir en la Gendarmería. En junio de 2007, un comando del PKK atacó la comisaría en la que hacía guardia y Burhan murió abatido, convirtiéndose en lo que el ejército llama orgulloso "un mártir de la patria".

En febrero pasado, en una de las operaciones militares contra los rebeldes kurdos, murió Harfiye Bilgi, un joven militante del PKK. Como muchos otros, había 'marchado a las montañas' -así le llaman en Turquía a unirse a la guerrilla del PKK- para vengar a algún familiar o conocido muerto, por reivindicar y defender la identidad kurda o por rebeldía. Sea como fuere, su historia terminó en una temprana muerte.

Lo que une a las familias de Harfiye y Burhan, además de ser las dos vecinas de Sirnak, es el tremendo dolor que la muerte de los jóvenes produjo en sus respectivas familias. Por ello, la pasada semana, las madres de los dos muertos se reunieron en Sirnak y ante las cámaras de televisión de varios canales turcos se fundieron en un emotivo abrazo. "Hemos sufrido mucho y no queremos sufrir más. No queremos que mueran más soldados ni miembros del PKK", dijo entre lágrimas Kumri Bilgi, la madre de Harfiye.

Pero ellas no son las únicas. La trágica historia de la anciana kurda Sakine Arat también se ha convertido en Turquía en todo un símbolo de la tragedia del conflicto kurdo.

Según un artículo publicado en el diario 'Taraf', Arat nació hace 74 años en Kütahya, en el oeste de Turquía, en el seno de una familia expulsada en 1930 de su hogar en el sureste kurdo. En 1947, gracias a una amnistía gubernamental, la familia Arat volvió al sureste, pero la entonces joven no pudo terminar su educación básica porque en su pueblo no había escuela.

Trajo al mundo seis hijos. El mayor, Cemal, consiguió estudiar en la Universidad de Ankara durante los movidos años 1970, al mismo tiempo y en el mismo lugar que se sentaban las bases del PKK. Tras el golpe de Estado de 1980 fue detenido y torturado hasta la muerte. El segundo, Tacettin, fue también detenido durante el golpe, torturado, pero liberado. No lo dudó un instante, escapó a las montañas y se unió a la guerrilla, donde murió unos años después. Su hermana Sibel, de 17 años, no pudo soportar el dolor de perder a dos hermanos y se suicidó. Poco después, Murat, el cuarto hijo, desapareció en extrañas circunstancias, un hecho no demasiado inusual en los años 1990 en el sudeste de Turquía. Servet, el hijo más pequeño, falleció en un accidente de tráfico. "Sólo me queda un hijo con vida y procuro mantenerlo alejado de todos los partidos políticos", explicó Sakine Arat.

"Cuando me entero de que ha muerto un soldado, me digo '¡Ay! Otra madre se ha unido a nosotras. Otra madre a la que le arde el corazón'. Por el amor de Dios, terminen con este dolor. Esta guerra continúa. Mis nietos crecen. ¿También ellos participarán?", se preguntó la anciana.

Esta semana, un grupo de mujeres kurdas de la iniciativa Madres de la Paz viajó desde varias ciudades kurdas hasta Ankara para reivindicar una solución pacífica del conflicto kurdo. Intentaron manifestarse delante de la Jefatura del Estado Mayor del ejército pero se les denegó el permiso, así que, finalmente, tuvieron que llevar a cabo su protesta en un parque.En la pancarta de una de las madres kurdas se leía: "Sean de la guerrilla o sean soldados, son nuestros niños".

Fotografías. Superior: Sakine Arat, en Diyarbakir (Fuente: Sabah.com.tr). Inferior: Las madres de Hafiye Bilgi y Burhan Yalçin se abrazan en un signo de reconciliación (Fuente: mynet.com)

10 agosto 2009

El gobierno turco buscará un "pacto nacional" para solucionar el conflicto kurdo (EFE - adn.es)

El gobierno de Turquía buscará crear un "pacto nacional" con el resto de actores políticos para solucionar el conflicto kurdo, informó hoy el portavoz del ejecutivo, Cemil Çiçek, tras una reunión del consejo de ministros. El ministro del Interior, Besir Atalay, será quien coordinará las reuniones con los partidos de la oposición, los sindicatos y las fuerzas de seguridad. "Estamos preparados para escuchar respetuosamente todas las propuestas y a todos los actores", añadió Çiçek.

Con todo, avisó que las soluciones propuestas deberán enmarcarse en "el estado unitario y la democracia". "Turquía tiene que solucionar este problema, porque si no vendrán otros y se inmiscuirán en el problema", advirtió Çiçek.

El presidente turco, Abdullah Gül, animó a avanzar en la solución de la cuestión kurda en una conversación con periodistas durante su vuelta anoche de una gira por la zona suroriental de Turquía, donde se concentra la mayoría de los kurdos del país. El mandatario turco negó que el plan que prepara el gobierno suponga hacer concesiones a los "terroristas" del grupo armado PKK, ya que "la democratización es un freno al terrorismo". "No escondamos nuestras cabezas como los avestruces. El problema más grave que sufre Turquía en la actualidad es éste (el conflicto kurdo)", dijo Gül y solicitó a los partidos políticos que superen sus diferencias y participen en la solución del conflicto.

Sin embargo, la oposición no parece estar tan dispuesta a colaborar con el gobierno islamista moderado. Los partidos laicos y nacionalistas criticaron que aún no conocen los detalles del plan gubernamental y se negaron a participar en un proceso que signifique negociar con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), considerado terrorista por Turquía y la UE (Unión Europea).

En los últimos meses, en Turquía se ha incrementado la esperanza de que se pueda llegar a una solución dialogada al conflicto kurdo que, desde 1984, ha provocado más de 40.000 muertes en la guerra no declarada entre las fuerzas de seguridad turcas y el PKK. El líder histórico del PKK, Abdullah Öcalan, encarcelado en la isla prisión de Imrali, hará pública en los próximos días una 'hoja de ruta' para la solución del conflicto kurdo. Según afirmaron hoy dos diputados del Partido de la Sociedad Democrática (DTP, nacionalista kurdo), Öcalan propondrá un proceso de desarme del PKK.

El partido kurdo DTP afirma que Öcalan propondrá un plan para el desarme del PKK (EFE - El Confidencial)

Estambul, 10 ago (EFE).- El líder kurdo Abdullah Öcalan, actualmente encarcelado en la isla prisión de Imrali, establecerá un plan para que el grupo armado PKK deje las armas a través de la hoja de ruta que propondrá en los próximos días, afirmaron dos diputados kurdos en sendas entrevistas publicadas hoy por la prensa turca.

En los últimos meses, en Turquía se ha incrementado la esperanza de una solución dialogada al conflicto kurdo que, desde 1984, ha causado más de 40.000 muertes en la guerra no declarada entre las fuerzas turcas y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), grupo considerado terrorista por EEUU y la Unión Europea.

En declaraciones al diario liberal ´Taraf´, Gültan Kisanak, diputada del Partido de la Sociedad Democrática (DTP, nacionalista kurdo) explicó que Öcalan no puede pedir que el PKK deje las armas directamente, pero establecerá "un proceso a corto, medio y largo plazo de abandono de las armas". "La realidad es que hay una relación entre que se otorguen derechos democráticos y se cumplan las demandas de los kurdos y que el PKK deje las armas", dijo Kisanak.

Por su parte, Selahattin Demirtas, vicepresidente del grupo parlamentario kurdo (con 21 escaños), opinó al diario ´Milliyet´ que el objetivo del plan de paz no debe ser "liquidar al PKK, sino que abandone las armas y que se integre en la política democrática". También exigió que se desarme a las milicias paramilitares kurdas leales a Ankara y utilizadas en la lucha contra el PKK y que todos los grupos étnicos de Turquía puedan recibir educación en su lengua materna.

Desde que el pasado mayo el presidente turco, Abdullah Gül, dijese que el país tiene "una oportunidad histórica" para solucionar la cuestión kurda, los debates se suceden en Turquía y se espera con expectación las propuestas de la organización armada kurda y las del gobierno de Ankara. Hoy mismo, el Gobierno turco tratará como punto más importante de su consejo de ministros semanal la redacción de un plan para solucionar el conflicto kurdo y ha avisado de que el ministro del interior se reunirá con los líderes de los partidos de oposición para recabar su apoyo.

07 agosto 2009

Rusia incrementa su influencia energética al conseguir que Turquía de luz verde al gasoducto South Stream (EFE - Finanzas.com)

Rusia y Turquía acordaron intensificar su mutua cooperación energética, firmaron 15 protocolos de colaboración, y Moscú recibió el permiso para que su gasoducto South Stream, competidor del paneuropeo Nabucco, transcurra por aguas turcas.
"Las negociaciones no han sido fáciles, hemos tenido ciertas dificultades, pero finalmente hemos llegado a un acuerdo en todos los temas", reconoció Vladimir Putin tras una jornada de arduas negociaciones con el ejecutivo turco presidido por el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, celebradas este jueves en Ankara. Pero finalmente, en las conversaciones que contaron también con la participación del jefe del Gobierno italiano, Silvio Berlusconi, Putin logró el permiso de Ankara para que el consorcio estatal ruso Gazprom comience las exploraciones destinadas a comprobar si el gasoducto South Stream puede transcurrir por las aguas del Mar Negro que están bajo control de Turquía.

South Stream es un proyecto que, según los analistas occidentales, supone una respuesta competitiva al Nabucco, ideado para reducir la dependencia energética europea de Rusia y promocionado por la Unión Europea (UE). El gasoducto planeado por Gazprom deberá unir la estación rusa de Beregovaya con Varna (Bulgaria) y tendrá diversificaciones a Italia a través de Grecia y a Europa central a través de Serbia y Hungría. Nabucco, cuyo plan de desarrollo fue aprobado en julio en Ankara por las compañías de los países implicados, conectará la terminal de Erzurum (Turquía), adonde ya llega un gasoducto procedente de Azerbaiyán, con la de Baumgarten an der March (Austria) mediante una tubería de 3.300 kilómetros a través de Bulgaria, Rumanía y Hungría. El gasoducto europeo podrá transportar 31.000 metros cúbicos de gas anuales -aunque la procedencia del suministro aún es incierta- y su inauguración está prevista para 2014.

ENI y Gazprom lideran el proyecto

El proyecto ruso, liderado por Gazprom y la italiana ENI, prevé comenzará a bombear gas en 2015 y tendrá una capacidad de 63.000 metros cúbicos anuales. El suministro está asegurado por el propio gas ruso y los contratos firmados por Moscú con varios países de Asia Central.

Sin embargo, Putin restó trascendencia a las críticas que afirman que los dos proyectos no podrán convivir en un mismo espacio. "Los dos proyectos son importantes para los consumidores y el South Stream no bloquea al Nabucco. La competencia entre los dos proyectos es escasa", dijo. "No hay rivalidad, sino que son dos proyectos alternativos. Debemos verlos como diversidad, por lo que aumentarán la seguridad energética (europea)", afirmó por su parte Erdogan.

A cambio del permiso para que el gasoducto South Stream pase por aguas turcas, Putin explicó que Rusia ha accedido a prolongar el acuerdo de exportación de gas a Turquía y a revisar los precios de esa fuente energética en beneficio turco. De hecho, Turquía importa dos tercios de su gas de Rusia, lo que ha convertido al país eslavo en el primer socio comercial de los turcos."Estamos muy contentos del nivel que han alcanzado nuestras relaciones comerciales", se felicitó Erdogan y recordó que el volumen comercial entre ambos países alcanzó los 40.000 millones de dólares.

Moscú aceptó asimismo prolongar el gasoducto Blue Stream, que transporta anualmente 16.000 metros cúbicos de gas ruso al norte de Turquía, hasta el sur del país, de forma que Ankara pueda distribuir esa energía a Siria, Líbano, Israel y la parte turca de Chipre. Además, Rusia entrará en el consorcio que desarrolla el oleoducto entre el puerto de Samsun, norte de Turquía, y la terminal petrolera de Ceyhan, en el sur, un proyecto en el que ya participa la italiana ENI. En opinión de Putin, Turquía está en camino de convertirse "en un importante país de tránsito" de energía. También en el campo de la energía atómica, ambos países firmaron un acuerdo para de cooperación con fines pacíficos. Turquía ha concedido por licitación la construcción de su primera central nuclear a un consorcio formado por las compañías rusas Atomstroyexport e Inter RAO EES y la turca Park Teknik, cuyo proyecto prevé erigir cuatro reactores de una potencia de 1.200 megavatios cada uno.

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