27 marzo 2010

Posof sí tiene quien le escriba

Hace unos días, Radek, un voluntarioso joven de Polonia al que estaré siempre agradecido por haber traducido mi obra Transcaucasia Exprés a la lengua polaca, me envió un mensaje de teléfono móvil desde el sur de los Países Bajos. Allá, en Tilburg, participa en un proyecto con la comunidad turca. Justo ese día le habían enviado a una asociación de inmigrantes que se llama Posof, un pequeño pueblo turco en la provincia de Ardahan junto a la frontera con Georgia y que es uno de los puntos por donde pasa la ruta de Transcaucasia Exprés. "Imagínate que caras se les han puesto a los turcos al verme hablar como un experto de Posof, Ardahan, Kars y la frontera con Georgia", me dijo Radek en su sms. Los turcos tienen la costumbre de bautizar sus asociaciones -tanto en Turquía como fuera de ella- con el nombre de la localización geográfica mínima que les une, prefiriendo el pueblo a la comarca, la comarca a la provincia, la provincia a la gran ciudad. Así que los inmigrantes de Tilburg, cuyos orígenes están en esa norteña esquina de la provincia de Ardahan, no pudieron menos que asombrarse al ver a un extranjero enumerar con tal precisión los detalles de su pueblo.

25 marzo 2010

Transcaucasia Exprés at Explorer Mikael Strandberg's blog

Recently I had the pleasure of being invited to write a piece for the blog of the famous Swedish explorer Mikael Strandberg, fellow of the Royal Geographical Society. As the matter of the blog is travel and adventure, I took this opportunity to translate a piece of Transcaucasia Exprés: the most adventurous one, that is the one that led us through the dusty roads of southern Georgia to the border of Armenia. Enjoy"Riding the wind of Georgia in a Soviet Lada".

10 marzo 2010

Reaparece el cuerpo robado del ex presidente de Chipre (una surreal historia de misterio)

ANDRÉS MOURENZA
ESTAMBUL
Como en los libros de Agatha Christie, la víctima tenía muchos enemigos; pero al contrario que en las novelas, la víctima ya estaba muerta. De hecho, el suceso encaja con las extrañezas de Chipre, esa pequeña isla mediterránea que continúa siendo el único país dividido por un muro dentro de la Unión Europea.
El pasado 11 de diciembre, la policía anunció que el cadáver del expresidente de la República de Chipre Tassos Papadopoulos había sido robado de su tumba. Tan solo faltaba un día para cumplirse el primer aniversario de la muerte del político grecochipriota. La policía explicó que se trataba de una acción altamente organizada, pues los ladrones habían conseguido retirar un pesado mármol, excavar más de un metro de tierra y borrar todas sus huellas. Quedaba la duda de si se trataba de una profanación por motivos políticos o étnicos (la isla está dividida entre el sur griego y el norte turco).
El lunes, una llamada anónima alertó a la policía sobre el paradero del cuerpo: se encontraba en otro cementerio, a cinco kilómetros del que se había sustraído, dentro de la tumba de un anciano. Las pruebas de ADN confirmaron ayer que eran los restos de Papadopoulos. Las autoridades aclararon que el robo tuvo motivos económicos: la familia de Papadopoulos fue extorsionada y los ladrones fueron dirigidos, desde la cárcel, por un hombre vinculado a la mafia.
El nacionalismo de Papadopoulos hizo fracasar en abril del 2004 un plan de reunificación de Chipre patrocinado por el entonces secretario general de la ONU, Kofi Annan. «Papadopoulos no negoció apropiadamente para poder tener así argumentos para rechazar el plan», acusó Nikos Anastasiades, el entonces líder del principal partido de oposición.
En mi primera visita a Chipre, allá por el 2007, fui conducido por un funcionario grecochipriota encargado de la gestión de un pequeño departamento bautizado con la orwelliana fórmula de Oficina de Información Verdadera. En la Línea Verde, que divide la isla, después de asegurarse de que nadie le escuchaba, me dijo: «Yo voté sí a la reunificación». Después me presentó a un turcochipriota también reacio a sucumbir a la paranoia nacionalista. La noche caía y tenía que volver a Nicosia Norte, así que invité al turcochipriota a que me acompañase, pero a él no le dejaban pasar, era un disidente. «Este es el país de las intrigas. Intrigan los turcos, los griegos, los americanos y los ingleses», se lamentó.

No fue el terremoto... fue la pobreza

La naturaleza y la miseria volvieron a aliarse ayer contra los más desamparados, esta vez en el empobrecido este de Turquía. A las 4:32 de la mañana (una hora menos en España), la tierra tembló bajo las aldeas de la provincia de Elazig durante un minuto y los techos se derrumbaron sobre los vecinos sin que apenas les diera tiempo a despertar. En total murieron 51 personas y decenas resultaron heridas.
El epicentro del seísmo, de 6.0 grados en la escala Richter, fue un grupo de pueblecitos situados en una zona de montaña, a más de 1.000 metros de altura, pero el temblor pudo sentirse también en la capital de la provincia, donde provocó la rotura de ventanas, y varias provincias vecinas.
En las aldeas más afectadas, dedicadas a la ganadería de subsistencia, la mayoría de las casas dañadas eran en su mayoría de adobe y piedras por lo que no resistieron el embate: “No fue el terremoto, fue el adobe”, denunciaron las televisiones turcas. “Habíamos avisado de que Elazig es una zona de fuerte actividad sísmica y que todas las viviendas deben tener ciertas condiciones de seguridad. Pero ni los habitantes ni las autoridades nos tomaron en serio”, explicó Naci Görür, experto de la Universidad Técnica de Estambul y natural de Elazig.
A media tarde el gobierno turco anunció que se habían dado por concluídas las tareas de rescate y ya nadie quedaba bajo los escombros. Entonces, la Media Luna Roja instaló tiendas de campaña para proteger a las decenas de damnificados de las inclemencias del frío clima de la zona. Nadie se atrevía a regresar a sus hogares por miedo a las réplicas, de las que se registraon más de cuarenta a lo largo del día, incluyendo tres por encima de los cinco grados. En otras tres provincias turcas, cada una en un extremo del país, se registraron terremotos de entre 3 y 4 grados.
Turquía está situada entre las fallas Norte y Este de Anatolia y la placa tectónica del Mar Egeo y registra unos 2.000 temblores al año. En 1999, un terremoto de 7,4 grados en las cercanías de Estambul, provocó la muerte de 17.000 personas. El terremoto de Chile, que a pesar de ser mucho más potente sólo provocó 700 muertos, ha servido para expolear las críticas al gobierno pues se teme que, sino se refuerzan las construcciones, un seísmo en Estambul podría provocar la muerte de 150.000 personas.

08 marzo 2010

Crónica desde Antalya: La Benidorm turca, una maquinaria turística (El Periódico)

Andrés Mourenza
En el puerto de Antalya, bañado por las cálidas y amables aguas del Mediterráneo oriental y custodiado por la sólidos muros de una fortificación romana, se mecen los yates y los veleros en los que navegan los turistas por las bellas costas del sur de Turquía. El centro histórico es un pequeño núcleo de casas rústicas con jardines de palmeras y cítricos, muchas de ellas convertidas en bellas pensiones con encanto, donde flota el ambiente calmo de un pueblecito turco.
Pero salir de las murallas de la ciudad vieja es como pasar del adagio de Corelli a sumergirse en una rave de música electrónica. Los edificios de elevada altura se suceden sin rigor como varas amenazantes: hotel tras hotel, urbanización tras urbanización, discoteca tras discoteca, hasta ocupar todo el horizonte.
Turquía nació tarde al turismo. Las luchas políticas de los años setenta, el golpe de 1980 y el conflicto kurdo en los noventa impidieron que resultara un lugar tan atractivo como sus pares de la región. Solo algunos aventureros y enamorados de la historia se internaban en el país, más allá de Estambul, en busca de maravillas arqueológicas y ruinas olvidadas.
Pero, a partir del 2000, Turquía entró de lleno en el mercado turístico y actualmente es el octavo destino a nivel mundial. El ejemplo es Antalya. En 1970 era una pequeña ciudad costera cuyo aeropuerto apenas registraba un par de vuelos al día. Hoy, alcanzan el millar diario. Antalya es el corazón del turismo en Turquía, por delante incluso de Estambul, y cada año millones de visitantes se sienten atraídos por el sol, la playa y el todo incluido. En el 2009, mientras todos los países perdían visitantes, en Turquía la afluencia turística aumentó el 3% y fue de 27 millones de personas.
No hay muchos secretos para este éxito: agresivas campañas publicitarias del Ministerio de Turismo en los países europeos y lanzarse, igual que el resto de países del Mediterráneo, a una carrera de reducción de precios. «Los turistas del todo incluido son la mayor porción del pastel. Si no lo hacemos nosotros, Túnez, España o Marruecos se quedarán con estos turistas», justifica Koray Yetik, secretario general de la Asociación de Inversores Turísticos.
A los turcos no se les escapa que este modelo de turismo es el que ha deteriorado las costas del levante español y aseguran que esperan no cometer los mismos errores. Es cierto que la economía de Turquía no es tan dependiente del turismo como la española, pero el modelo de desarrollo que ha seguido en los últimos años es similar. «Conjugar el desarrollo con el medio ambiente es nuestro principal problema, porque el suelo es muy valioso y el sector turístico nos presiona mucho», dice el alcalde de Antalya, Mustafa Akaydin, y prosigue con un suspiro: «Es triste para mí que Antalya sea solo un destino del turismo de masas».
Al fondo, tras las ventanas del hotel, la bahía refulge plateada, protegida por las altas sombras de los montes Toros, cuyas cumbres aún permanecen nevadas. Sí, sería triste que también estos parajes perecieran ahogados por la avaricia empresarial.

La mariposa armenia que aletea en Washington crea tormentas en el Cáucaso

Dos niños armenios con los colores de su selección poco antes del partido de fútbol que enfrentó a Armenia y Turquía en Ereván en septiembre de 2008 y que inauguró el acercamiento entre estos dos países. Más abajo, la llama eterna del monumento a las víctimas del conocido como genocidio armenio en 1915, también en Ereván (Fotos: Andrés Mourenza)
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Andrés Mourenza
El Cáucaso, una abrupta región del tamaño de España en la que convive una cincuentena de grupos étnicos, resulta clave para el transporte de los hidrocarburos de Asia Central y el Mar Caspio hacia los mercados europeos. Sin embargo, es también una zona sembrada de conflictos y guerras recientes aderezadas por odios ancestrales. En palabras del fallecido reportero polaco Ryszard Kapuscinski es "un mundo pequeño, un puñado de montes y de valles, (...) gobernado por la ley elemental de la exclusión: o nosotros o ellos".
Uno de esos conflictos no olvidados es el del llamado "genocidio armenio". En 1915, durante la Primera Guerra Mundial, el ministro del Interior otomano, Talat Pachá, ordenó la deportación de cientos de miles de ciudadanos de etnia armenia a los desiertos de Siria, bajo la acusación de ser una quinta columna que estaba ayudando a Rusia en la contienda, algo que sólo era verdad en parte ya que la actuación de las bandas de irregulares armenios tuvo lugar principalmente en el este de Anatolia y no todo en el territorio del Imperio. Muchos de los deportados murieron de hambre, enfermedades o asesinados por los paramilitares kurdos que los escoltaban. Fuentes armenias cifran el número de muertos en 1,5 millones, mientras que historiadores independientes rebajan la cifra a la mitad, y las autoridades turcas consideran que las víctimas de los milicianos armenios fueron de varios cientos de miles. Los otomanos responsables de estos hechos fueron juzgados y condenados a muerte tras la guerra mundial por las potencias vencedoras pero finalmente, por diversas cuestiones políticas, se les permitió escapar de su reclusión en la isla de Malta, aunque luego irían cayendo uno a uno a manos de vengadores armenios.
En Turquía, el genocidio armenio continúa siendo un tema tabú y numerosos intelectuales han sido juzgados por hablar de él, por lo que su reconocimiento por parte de terceros países, como la iniciativa votada ayer en la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de EEUU, es visto como un ataque a sus principios.
En 1991, Turquía fue uno de los primeros estados en reconocer la independencia de Armenia tras la caída de la Unión Soviética, con la intención de recuperar su influencia sobre el Cáucaso. Sin embargo, en 1993, Ankara decidió cerrar su frontera y cancelar las relaciones diplomáticas con Ereván en solidaridad con su aliado Azerbaiyán (con el que comparte la lengua turca) que se enfrentaba a Armenia por el control del enclave del Nagorno-Karabaj, aún hoy ocupado por las tropas armenias.
La llegada al poder en Turquía de Recep Tayyip Erdogan, un islamista moderado de talante liberal y pro-europeo, propició en 2008 un acercamiento a Armenia y el pasado año ambos países firmaron un acuerdo para normalizar las relaciones, aunque los parlamentos de cada país aún deben ratificarlo. Este deshielo se enmarca en la política de corte neo-otomana ideada por el ministro de Exteriores, Ahmet Davutoglu, que busca recuperar la influencia política y económica de Turquía en los territorios que antaño pertenecieron al Imperio Otomano.
En cambio, esta iniciativa no ha sentado nada bien en Azerbaiyán, que exige a Turquía no abrir su frontera con Armenia hasta que ésta no se retire del Nagorno-Karabaj y las provincias azerbaiyanas circundantes, algo en lo que coincide la oposición nacionalista y laica al gobierno de Erdogan. Por este motivo, Azerbaiyán, anteriormente aliado incondicional de Ankara y Washington, ha incrementado su lazos con Rusia en los últimos años, que además ha comenzado a comprar el gas azerbaiyano a precios más ventajosos.
La jugada política de Moscú está clara: en Azerbaiyán y su suministro de gas está una de las claves de la viabilidad del proyecto Nabucco, un gasoducto desde la frontera oriental de Turquía hasta el corazón de Europa que permitiría reducir la dependencia de la energía rusa. El otro objetivo del Kremlin, que considera al Cáucaso su esfera natural de influencia, es reducir la presencia de Estados Unidos en la zona, que se incrementó significativamente durante el gobierno de Bill Clinton, cuando Rusia estaba fuera de juego en la geopolítica mundial.
Uno de los resultados de la política estadounidense en la zona es es el oleoducto BTC (Baku-Tiflis-Ceyhan), parte del mapa energético alternativo a Rusia pero cuya viabilidad resultó comprometida en 2008 por la fracasada ofensiva impulsada por el gobierno del presidente georgiano, el pro-estadounidense Mijeil Saakashvili, con el objetivo de recuperar las regiones separatistas de Abjasia y Osetia del Sur, que cuentan con el apoyo de Rusia. La pérdida de fiabilidad de Georgia ha significado un descenso de la influencia de Washington en el Cáucaso, que cada vez se está convirtiendo más en el "patio trasero" de las dos potencias de la región: Turquía y Rusia.
Mientras tanto, Armenia sufre el bloqueo del 80 por ciento de sus fronteras (Azerbaiyán y Turquía), por lo que sus únicas salidas son al sur Irán y al norte, a través de Georgia y el Mar Negro, Rusia. Por otra parte, Rusia y Turquía han aumentado en los últimos años sus relaciones políticas y económicas, ante la alarma de Washington por lo que la Casa Blanca procura mimar a Ankara y estimular su acercamiento a Armenia, como medio para 'volver' al Cáucaso. De ahí que el presidente estadounidense, Barack Obama, presione a la Cámara de Representantes para que no prospere la moción sobre el genocidio armenio, temiendo que esto pueda hacer saltar en pedazos el restablecimiento de relaciones entre Ankara y Ereván.
De este modo, el enfado del gobierno de Erdogan podría leerse como una rabieta preventiva de Turquía -ya lo ha hecho en otras ocasiones- artificialmente exagerada para seguir siendo cortejado por la Casa Blanca. Otro escenario, peor para los esfuerzos de paz, podría ser el de que los turcos estén utilizando esta polémica como una excusa para detener el proceso de normalización con los armenios, ya que levanta ampollas en su aliado Azerbaiyán, que, al contrario, que Armenia, sí tiene recursos energéticos.
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(Esta es la versión ampliada de un análisis escrito para la Agencia EFE y publicado por diferentes medios que, por razones de espacio, hubo que resumir)
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El gobierno turco llama a consultas a su embajador en EEUU en protesta por la aprobación de una moción sobre el genocidio armenio

Ankara ha llamado a consultas a su embajador en Washington, en protesta por la aprobación en la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de EEUU de una moción a favor del reconocimiento del genocidio armenio.

El Gobierno que dirige Recep Tayyip Erdogan informó de esta decisión en un comunicado, tras "condenar" la votación. La votación tuvo lugar este jueves en Washington y fue seguida por los medios de comunicación turcos como si se tratase de unas elecciones. Numerosos políticos y diplomáticos turcos se desplazaron a Estados Unidos para influir, junto al 'lobby' turco-estadounidense, a favor del "no", mientras el grupo de presión armenio de la diáspora lo hacía por el "sí". Finalmente el resultado fue muy ajustado, ya que el "sí" ganó por sólo 23 apoyos frente a 22 opiniones en contra. Ankara ha amenazado con que esta votación tendrá consecuencias negativas en los vínculos con Washington y que podría detener el proceso de normalización de relaciones con Armenia.

Ereván afirma que en torno a un millón y medio de armenios murieron en las deportaciones masivas de ciudadanos armenios del Imperio Otomano, antecesor de Turquía, ordenadas durante la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, Turquía asegura que esos números son "falsos" y que grupos de armenios armados, que tomaron partido por Rusia durante la contienda, también mataron a miles de musulmanes.

Turquía cerró su frontera con Armenia en 1993, a raíz de la guerra que enfrentó a armenios y azerbaiyanos por el control del enclave de Nagorno-Karabaj, situado en suelo azerbaiyano, pero bajo control armenio.

Frontera común

En 2008, Ereván y Ankara comenzaron un proceso de acercamiento y el pasado año ambos países firmaron en Suiza una serie de protocolos destinados a normalizar sus relaciones y abrir la frontera común. Uno de los obstáculos es que Azerbaiyán, con grandes recursos energéticos y tradicional aliado de Ankara, no ve con buenos ojos el pacto con Armenia debido al conflicto de Nagorno-Karabaj. Este enclave dio pie a una guerra (1991-1994) que se cerró con un alto el fuego, pero sin definir su estatus.

01 marzo 2010

Varios miles de personas protestan en Turquía contra el golpismo (El Periódico)

ANDRÉS MOURENZA
ESTAMBUL

El grito de «¡Nunca más!» recorrió ayer el centro de Estambul en una multitudinaria protesta contra el golpismo al cumplirse el decimotercer aniversario de la asonada militar que acabó, el 28 de febrero de 1997, con el Gobierno islamista de Necmettin Erbakan. Entonces, los generales turcos presentaron un memorándum de 20 puntos contra la política religiosa del gobierno, que fue forzado a dimitir, y numerosos políticos fueron encarcelados, entre ellos el actual primer ministro, Recep Tayyip Erdogan. Fue el último golpe de los cuatro que han llevado a cabo las Fuerzas Armadas en Turquía desde 1960.

Y ayer, en medio del clima de tensión entre el sector castrense y el Gobierno por la detención de 67 oficiales del Ejército acusados de planear un golpe de estado contra el ejecutivo de Erdogan en 2003, varios miles de ciudadanos salieron a la calle para reiterar su rechazo a las intervenciones militares. «El 28 de febrero [de 1997, los militares] instauraron un imperio del terror. Creyeron que el pueblo era imbécil, abolieron nuestras libertades y la democracia», denunció la artista Lale Mansur al término de la marcha de Estambul, organizada por una coalición antimilitarista que agrupa a islamistas, izquierdistas y liberales. «Pero Turquía ya no es la misma que antes, ahora nos rebelamos contra el golpismo y lograremos que los golpes de estado dejen de ser una moda».

ESLÓGANES / También hubo protestas en la capital, Ankara, y en varias ciudades de mayoría kurda, estas organizadas por asociaciones cercanas al partido islamista moderado gobernante. En todas las marchas se pidió que se juzgue a los responsables de los golpes de estado y que el Ejército deje de intervenir en la política. «Los militares a los cuarteles», «Los golpistas pagarán» y «Libertad de conciencia, libertad de velo» fueron algunos de los eslóganes coreados.

Mientras, el primer ministro se reunió con el general Basbug para valorar la situación y anunció que su Gobierno presentará al Parlamento un paquete de reformas constitucionales a finales de marzo. El periódico progubernamental Zaman augura que se tratará de una «minireforma», dado el clima de tensión con el Ejército, los judicatura y la oposición, feudos del nacionalismo laico.

Erdogan califica de «limpieza» la operación contra los golpistas (El Periódico)

ANDRÉS MOURENZA
ESTAMBUL

El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, calificó ayer de «limpieza» dentro del Ejército la operación contra el golpismo que ha llevado en los últimos días a la detención de 67 militares, entre ellos varios excomandantes de las Fuerzas Armadas. «Si no la hacemos ahora [en referencia a la limpieza], después tendremos que pagar un alto precio», afirmó durante un encuentro con empresarios.

ACUSACIÓN VELADA / Los medios de comunicación turcos informaron de que en la noche del viernes al sábado fueron enviados a prisión provisional los exjefes de las Fuerzas Especiales y del Primer Ejército de Tierra, Engin Alan y Çetin Dogan respectivamente. Su abogado denunció que el plan golpista Balyoz, del que se les acusa, es «falso» y acusó veladamente a la comunidad religiosa de Fethullah Gülen, cercana al partido de Erdogan, de inventarlo y filtrarlo a la prensa. «La lucha ha comenzado», exclamó desafiante el general Dogan al conocer la decisión judicial de enviarlo a la cárcel.

En una entrevista publicada por el diario Hürriyet, el presidente de la República, Abdullah Gül, defendió el proceso contra los presuntos golpistas. «Si hay gente que comete errores dentro de nuestras instituciones, debe ser purgada», declaró. También opinó que Turquía «se recuperará totalmente» de la tensión que se ha instaurado entre el Gobierno y el Ejército, pero alertó de que el país debe ser cauto en un momento en que se está recuperando de la recesión económica.

Erdogan endurece el pulso con los militares con 18 arrestos más (El Periódico)

ANDRÉS MOURENZA
ESTAMBUL

El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, lanzó ayer un duro mensaje contra «aquellos que conspiran en secreto», refiriéndose a los militares detenidos bajo acusaciones de golpismo en los últimos días. «Que sepan que no podrán escapar [de la justicia]», aseveró en un encuentro con miembros de su partido.

La reunión del jueves entre el primer ministro, el presidente de la República y el jefe del Estado Mayor parecía haber instaurado una tregua momentánea en las tensas relaciones entre el Gobierno islamista moderado y el Ejército y, de hecho, ese mismo día fueron liberados tras prestar declaración tres de los principales generales presuntamente implicados en el plan de golpe de Estado. Sin embargo, las detenciones continuaron ayer. La policía arrestó a 18 militares, casi todos en activo, por su supuesta implicación en el plan Balyoz (Mazo) bajo la acusación de haber preparado un plan de atentados en dos mezquitas de Estambul en el 2003. Con estas nuevas detenciones, el número de militares apresados se eleva a 67, de los que 31 han sido enviados a prisión provisional.

EL ‘GOLPE POSMODERNO’ / Por otra parte, ayer se completó el interrogatorio judicial de los generales Engin Alan, excomandante de las Fuerzas Especiales, y Çetin Dogan, exjefe del Primer Ejército de Tierra. Alan fue quien dirigió en 1999 la captura de Abdulá Öcalan, líder del grupo armado kurdo PKK, y estuvo presuntamente implicado en un intento de golpe de Estado en Azerbaiyán patrocinado por Ankara a mediados de los 90. Dogan, por su parte, fue uno de los directores del golpe posmoderno del 28 de febrero de 1997, una intervención militar que desalojó del Gobierno al islamista Necmettin Erbakan y llevó a varios miembros de su partido a la cárcel, entre ellos el actual primer ministro Erdogan.

«Se qué el proceso es doloroso, pero es por el bien de los 72 millones de personas [que viven en Turquía]. Los acontecimientos de hoy están liberando la conciencia de la gente», afirmó Erdogan. Luego, en un mensaje televisado, dijo que su Gobierno trabaja por una Turquía «plenamente democrática y libre de cualquier tutela de la oligarquía». «Turquía no dará un paso atrás en su búsqueda de una democracia moderna, libre, desarrollada y luminosa», añadió.

El líder de la oposición nacionalista y laica, Deniz Baykal, acusó en cambio al Gobierno de llevar a cabo un proceso judicial similar al que patrocinaron las grandes potencias al final de la Primera Guerra Mundial y que desembocó en el desmembramiento del Imperio otomano. «Entonces se puso a la población en contra de honorables patriotas. Igual que se pretende ahora», aseguró. Otros partidos han exigido la convocatoria de elecciones anticipadas, algo a lo que se ha negado el Gobierno. De todas formas, las últimas encuestas indican que, aunque perdiendo cierto apoyo, el Partido de la Justicia y el Desarrollo conserva una sólida mayoría.

«PRIMER MINISTRO BARRIOBAJERO» / En otro caso que refleja las malas relaciones entre el Ejecutivo y el Ejército, Erdogan anunció que demandará a los oficiales de un base naval que utilizaban como santo y seña la frase «primer ministro barriobajero», en alusión al origen humilde del líder turco.

Pero, mientras todos los medios de comunicación están volcados en los escándalos que salpican al Ejército, el Gobierno está aprovechando para tantear la posibilidad de llevar a cabo una reforma en el poder judicial, que continúa siendo su opositor más activo. La reforma del aparato judicial ha sido exigida durante largo tiempo por la Unión Europea, pero los partidos de la oposición temen que Erdogan ponga bajo su control a la magistratura.