28 mayo 2010
Turquía recuerda con división de opiniones el primer golpe a la democracia (EFE - El Correo)
18 mayo 2010
Crónica desde Atenas: Nada altera el modo de vida mediterráneo (El Periódico)
«Pase lo que pase, esto no nos lo podrán quitar». La frase de Gonos evoca el grito de guerra de un William Wallace heleno: «Podrán quitarnos los sueldos y las pensiones... lo que jamás podrán arrebatarnos es el modo de vida mediterráneo».
17 mayo 2010
Las lágrimas de Dani Güiza, una relación de amor y odio con la grada turca (EFE - Diario Montañés)
La crisis logra unir a la patronal laica e islamista de Turquía por primera vez (EFE - La Rioja)
12 mayo 2010
Diario de Grecia X: Papandreu, pide apoyo a la oposición y dice que «para cambiar el país, antes había que salvarlo» (El Periódico)
Para ello, según Apostolis Filippopulos, es necesario que el Gobierno consiga que impere la paz social. Pero esa parece una posibilidad muy remota porque los sindicatos discuten precisamente en las últimas horas la convocatoria de nuevas huelgas y protestas para esta misma semana.
Diario de Grecia IX: Grecia se prepara para el drama (El Periódico)
Por su parte, Ilyas, que descansa sobre su taxi en la céntrica plaza de Sintagma sabe que a él le afectan doblemente las medidas del Gobierno: por un lado se liberalizará su sector; por el otro, las manifestaciones en el centro impiden su trabajo: “Claro que apoyo las protestas. La gente tiene razón, hay que protestar contra esos 300 malakas (gilipollas) del Parlamento”.
11 mayo 2010
Diario de Grecia VIII: Velas
Atenas, 9 de mayo
Doscientas personas se han reunido en la Plaza Sintagma. En sus manos la llama de las velas lucha contra el airecillo de la tarde por no apagarse y brillar más que la luz de Atenas. Protestan contra la violencia de las protestas que, el miércoles, acabó con la vida de tres trabajadores de la banca Marfin Egnatia. Unos jóvenes de entre los manifestantes lanzaron un cóctel molotov a la sede bancaria de la calle Stadiu 23 y, atrapados, resultaron asfixiados por el humo.
Se ha discutido largo y tendido sobre los culpables de las muertes mientras la policía aún los busca. Hay quienes denuncian la tolerancia a la violencia que se ha extendido en la sociedad griega durante las protestas de los últimos años. “Los culpables son 20 ó 30 anarquistas descerebrados, el resto de los manifestantes son como tú o como yo”, opina el taxista Elías. Otros señalan a la policía, por no haber detenido a los sospechosos habituales “que todos saben quién son”. Incluso se apunta a los servicios secretos. También están quienes culpan a los manifestantes, por no haber socorrido a los trabajadores atrapados y quienes echan la culpa al banco, por presionar a sus trabajadores para que no se uniesen a la huelga. La cuestión es que tres jóvenes trabajadores, uno de ellos una mujer embarazada de cuatro meses, perdieron la vida.
Dora Bakoyannis, ex ministra de Asuntos Exteriores, descansa en la Plaza Sintagma junto a unas muletas. Extrae un cigarrillo de su pequeño bolso e, inmediatamente, una mujer teñida de rubio de la concentración se acerca a ofrecerle fuego. Los medios de comunicación griegos se preguntan qué planea Bakoyannis. Acaba de ser expulsada del partido conservador, Nueva Democracia, por votar a favor del plan de ajuste propuesto por el gobierno socialista. Ahora se rumorea que fundará su nueva formación, algo entre medio de los dos grandes monstruos políticos que han dominado la política griega desde la vuelta a la democracia en 1974, Nueva Democracia y el PASOK. Bakoyannis pertenece a la familia Mitsotakis, uno de los grandes clanes políticos que han dominado desde hace años la política griega, junto a los Papandreu (PASOK) y Caramanlis (ND) Los manifestantes emprenden la marcha hacia la calle Stadiu y Dora, con sus muletas, continúa su carrera política.
Dejan atrás otra manifestación, unos metros más arriba, frente al parlamento. Éstos, convocados por la asociación ATTAC, protestan contra la corrupción.
Los ramos de flores, las cartas, las velas del altar improvisado en la sede calcinada del Marfin Egnatia han crecido tanto en los últimos días que casi ocupan toda la acera. “Ha llegado la hora de que dejemos de tener miedo -afirma enfadado Yannis, un pensionista conservador-. No podemos quedarnos en casa, hay que hacer algo frente al terrorismo y la violencia”. Grecia es un hervidero político.
09 mayo 2010
Diario de Grecia VII: El termómetro
Las prostitutas y los drogadictos del centro de Atenas son el termómetro de las revueltas. Si las inmigrantes africanas han salido a la caza de clientes en los alrededores de la Plaza Omonia y los politoxicómanos se pinchan con tranquilidad en Exarhia... es que hoy no hay protestas convocadas.
Diario de Grecia VI: Grecia recupera la calma tras la revuelta contra el plan de ajuste (El Periódico)
«La gente está dispuesta a aceptar las medidas de ajuste del Gobierno si es a cambio de justicia. Pero parece muy difícil que los que causaron la crisis que ahora vivimos terminen en la cárcel», afirma el periodista Pantelis Gonos.
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El interés de la deuda pública helena sube hasta el 12,4 % (El Periódico)
La confianza está minada incluso en el propio mercado interno. Stavros, un trabajador de banca en una zona bienestante de Atenas, explica que en los últimos dos meses los clientes han retirado de su oficina ocho millones de euros: «Hablo de hasta 100.000 o 200.000 euros de golpe». «En los últimos días hemos trabajado mucho enviando dinero de nuestros clientes fuera del país: a Chipre, Reino Unido, Suiza o a paraísos fiscales», añade.
Diario de Grecia V: Problem, my friend
Christo llama por teléfono para conocer la situación del tráfico en el centro. Cuelga con un gesto de desesperación. “Problem, my friend, problem”. Las protestas bloquean el centro de la ciudad. No es posible pasar de Mégaron Musikis “Atenas se va a la mierda, Grecia se va a la mierda... ¡y encima esto!”. A los taxistas les afecta doblemente el paquete de medidas del gobierno. Por un lado liberalizan el sector y, por el otro, las protestas contra el paquete impiden su trabajo.
Cojo el metro. En la estación de Sintagma, los gases lacrimógenos lanzados por la policía llegan hasta los andenes.
Diario de Grecia IV: Café frappé
Aeródromo Demócritos, 6 de mayo
Campos sembrados de trigo aún verde. Modestos encinares sobre la loma de las colinas. Pequeñas granjas.
La carretera es buena, hay pocos automóviles y menos camiones (en las fábricas que pasan por mi ventanilla tampoco se percibe mucho movimiento). El Skoda de Costas Teofanidis deja atrás los kilómetros zumbando. Intentamos comunicarnos por gestos, con cuatro palabras en inglés, otras cuatro en griego y Deportivo La Coruña.
Busca una emisora para mí y encuentra una con canciones dance en inglés, pero después de tres semanas en el Cáucaso escuchando pop ruso hasta la saciedad estoy hasta los cojones de música elecrónica, así que le pido que sintonice música griega. Suenan los instrumentos tradicionales. “Grecia... -comienza Costas Teofanidis haciendo pitos con las manos-, buzuki, fiesta y la economía al carajo”.
Llegamos al aeródromo Demócritos, a las afueras de Alexandrópolis, sobre las 17.00, tras un par de horas de viaje. En el mostrador de Aegean Airlines me explican que, al menos en su compañía, hoy no hay huelga. Podré volar. Lo primero que hago para celebrarlo es pedirme un café frappé, la bebida nacional de Grecia. Lo toman los estudiantes, los llevan los taxistas en el reposavasos y, los manifestantes, lo sujetan con una mano mientras con la otra lanzan piedras a la policía.
Entre los pasajeros que esperan a embarcarse hay una anciana cubierta de negro de la cabeza a los pies, aunque su nívea cara queda al descubierto. Es un vestido cortado a la antigua usanza que sólo había visto en los retratos de Zübeyde Hanim, la madre de Atatürk. En medio de los jóvenes griegos, con camisetas coloridas que imitan la moda italiana, la mirada de años de la anciana parece un rescoldo a punto de apagarse. Es turca.
Una vaharada de olor marino golpea mi cara al salir a la pista de aterrizaje. Llegaré a Atenas.
Diario de Grecia III: En taxi, endaxi?
Kastanies, 6 de mayo
El pueblo de Kastanies está desierto. El policía de la aduana griega, desganado, me ha dicho que siga adelante si quiero encontrar un taxi. Arrastro la maleta bajo el sol de la Tracia, pero no hay signos de vida en esta parte de la frontera.
Continúo caminando y encuentro un supermercado abierto pero completamente vacío. Después de acechar yo un rato en la puerta del supermercado, una señora que parecía escondida tras de una mata de buganvillas, aparece en la lejanía y viene hacia mí gritando: Parakaló?
“Pa la caló, lo mejor la sombra”, pienso yo, y permanezco bajo el toldo del supermercado, esperando a la dueña. Le explico que necesito un taxi para ir a Atenas. “No sé”. Insisto y la buena mujer se queda pensativa... [Estas son las cosas que me joden de la Unión Europea: en Turquía, en el Cáucaso, en Oriente Medio, si no hay taxi alguien se lo inventa. Sabes que jamás te van a dejar tirado] ...cuando termina de pensar, la mujer repara en una pegatina de la cristalera de una tienda vecina. Es un número de taxi. Llama por mí, me dice que espere y desaparece. Kastanies tiene el aspecto de un pueblo andaluz a la hora de la siesta.
* * *
Costas Teofanidis se lleva las manos a la cabeza cuando le digo que quiero llegar hasta Atenas en taxi. “Deka kilometro, deka evro”. Vaya. Hasta la capital son mil euros y yo no llevo suelto.
Nos montamos en el vehículo. “¿De dónde eres?”. “Coruña”. “¿La Coruña? ¿Deportivo La Coruña?”. Los anti-futboleros dirán lo que quieran, pero La Liga española ayuda a romper el hielo y, en ocasiones, San Messi me ha sacado de más de un apuro en los controles policiales y militares.
El taxista, que es de Orestiada, una moderna ciudad situada sobre un asentamiento creado según la leyenda homérica por el héroe mitológico Orestes, me explica la situación en griego gesticulante. De su discurso entiendo aeroplanós, Alexandrópolis y una palma de la mano despegando de la otra. “Pero, ¿las huelgas?”. Ayer los aviones no despegaron a causa de las protestas contra el draconiano plan de austeridad del gobierno Papandreu. Hoy, presumiblemente, continuaban. De otro modo no me hubiera lanzado a esta aventura por tierra.
“Alexandrópolis, aeroplanós”, insiste él y escribe en un papel: “Atenas, 1.000 euros. Thesaloniki, 500 euros. Alexandroupoli: 140-150 euros”. Pues nada, ¡qué se le va a hacer! Vamos para Alexandrópolis.
El hombre se ríe y me da palmadas. Es un cachondo. “¡Deportivo La Coruña! Ja, ja, ja, ja”. Yo creo que quiere decir: No estás tú tonto si pretendes ir hasta Atenas en taxi.
-Endaxi? -pregunta.
-Endaxi
Diario de Grecia II: La frontera
06 mayo 2010
Diario de Grecia I: El expulsado
Estambul, 6 de mayo
Ergün se parece a Manuel Manquiña y fuma con boquilla. Si no fuese por esa nariz, abultada como las del Mar Negro, podría haber actuado en Airbag. Además es taxista.
Pero esa nariz no es del Mar Negro. En realidad, Ergün viene de Grecia. Sus abuelos, como tantos otros turcos, fueron expulsados de Iskeçe (hoy Xanthi), en la Tracia griega, durante las Guerras Balcánicas y la Primera Guerra Mundial. Estos turcos deportados, que llegaron a un Estambul en ebullición, fueron quienes dirigieron el Imperio Otomano en decadencia y vigilaron los primeros pasos de la República. No es justificable, pero sabiendo ésto se entienden mejor aberraciones como las deportaciones y matanzas de armenios de 1915 y el intercambio de población entre Grecia y Turquía de 1923. Las órdenes fueron dadas por generales y políticos que habían sido testigos -o incluso la sufrieron en carne propia- de la deportación de cientos de miles de musulmanes de los Balcanes sin que nadie abriese la boca para detenerla.
Los abuelos de Ergün se instalaron en Fener, el antiguo barrio griego. Es una práctica habitual de los refugiados. Pasó en Chipre: los griegos expulsados de Famagusta por el ejército turco, se instalaron en los antiguos hogares de los turcochipriotas de Pafos; ocurrió también en el Cáucaso: los armenios expulsados de Bakú (Azerbaiyán) encontraron refugio en Shusha, cuando otros armenios limpiaron el Nagorno-Karabaj de azerbaiyanos en una sangrienta guerra; y lo mismo hicieron los abuelos de Ergün al encontrar vacíos los hogares de los griegos que escapaban del avance de las tropas de Atatürk.
Hablamos largo y tendido, me ofrece un cigarrillo. Los turcos son buena gente, dice. No tiene la misma opinión de los griegos. Tampoco le voy a culpar por ello, son generaciones y generaciones de historias las que le habrán contado del pérfido vecino. Exactamente las mismas que se oirán en la otra parte. Tamizadas, ambas, por el nacionalismo que destilan los libros de la escuela.
Tiene, también, esa extraña idea de que de España también fueron deportados los turcos que allí vivían. Le contradigo. “Que sí, que sí. Fue hace mucho tiempo”, se emperra él. Confunde a los musulmanes expulsados en 1492 -una pequeña cantidad de los cuales llegó a Estambul y fundó la que ahora llaman Mezquita de los Árabes o Arap Camii- con los turcos otomanos. No es la primera vez que encuentro esa idea flotando por ahí, generalmente entre taxistas o gente de poca instrucción. Creo que tengo que preguntar a alguien de dónde sale.
Llegamos a la estación de autobuses. Un monstruoso complejo de varios niveles y apariencia de un juguete de Lego desgastado. El sol hace brillar los cientos de carteles de colores que anuncian destinos y empresas de autobuses.
Apenas he tenido tiempo de descansar de un viaje agotador de tres semanas por el Cáucaso, y El Periódico me envía nuevamente a cubrir las revueltas griegas. Estoy cansado y tengo la mente embotada (ayer los gitanos de Estambul celebraban la llegada de la primavera, Hidrellez). Voy a Edirne. Desde allí, de algún modo, intentaré llegar a Atenas, efervescente como la Estambul de principios de siglo. Llevo una botella grande de agua y dos chocolatinas.Sopla un viento de primavera. Me encanta este trabajo.
03 mayo 2010
Chipre: La guerra del queso (El Periódico)
Los ganaderos vacunos defienden su postura basándose en una carta de un comerciante italiano en la Edad Media en la que explica que el halloumi se fabrica también con leche de vaca. Sin embargo, Spyros Leventis dice que esto no es posible ya que las vacas se introdujeron en Chipre en 1965: «Cuando llegó el turismo a Chipre, la gente pedía más y más halloumi y se empezó a producir con leche de vaca porque tiene un coste menor». Los cabreros arguyen que en la misiva del italiano se dice que los chipriotas son «mentirosos, tramposos y timadores». ¿Cuestión zanjada?