El 3 de octubre de 2005 la Unión Europea y Turquía decidieron comenzar las negociaciones de adhesión en una maratoniana jornada de tira y afloja entre los países miembros de la UE.
A la espera del informe de la comisión encargada de negociar las condiciones de adhesión de Turquía (que será publicado el próximo 8 de noviembre), es un buen momento para echar un vistazo al camino recorrido en estos doce meses de contactos entre ambas partes.
El día que las negociaciones cumplieron su primer año, en una intervención en el simposio sobre “El modelo social europeo y los derechos de los sindicatos en el proceso de ampliación europeo”, el comisario europeo para la Ampliación, Olli Rehn [ver foto], enumeró los temas en los que Turquía deberá aplicarse para poder entrar a formar parte del club europeo: la libertad de expresión (criticando duramente el artículo 301 del nuevo Código Penal turco), la libertad religiosa, el conflicto kurdo (cuya solución pasa por enfocarlo de una manera “socio-económica”, dijo) y los derechos sindicales de los trabajadores.
Rehn afirmó que el proceso de adhesión no puede basarse sólo en la discusión de los diversos capítulos de negociación sino que se trata de una cuestión de “comunicación entre ambas partes”.
Precisamente uno de los problemas que durante este año ha afrontado el proceso de adhesión ha sido que “las decisiones y los informes de la UE son constantemente alterados, y los países miembros parecen competir unos con otros para introducir [en la negociación] su propia agenda de intereses”, según palabras del columnista de Turkish Daily News Orhan Kilercioglu.
Francia y otros países han aireado continuamente el tema del reconocimiento del genocidio armenio como requisito para proseguir las negociaciones, creando un ambiente de tensión política que ha dificultado el avance en otras cuestiones más técnicas. En Turquía este tipo de acusaciones, además de alterar la fibra nacionalista de cierta parte de la población, ha afectado a la percepción que los turcos tenían de los países de la unión.
El país liderado por Nicolás Sarkozy parece temer el peso que una Turquía integrada podría tener en las instituciones europeas, de ahí su recalcitrante negativa a que los turcos consigan la incorporación completa a la UE y la preferencia –al igual que otros líderes conservadores- de una “asociación privilegiada”.
Sin embargo, Rehn, en su intervención en la Universidad Bilkent de Ankara el pasado 4 de octubre, explicó que “ningún tipo de asociación privilegiada superaría el nivel de relaciones que han conseguido actualmente la UE y Turquía”. El paso que queda es, pues, la integración institucional, para el que se debe avanzar en los llamados “Criterios de Copenhague” y en la convergencia económica. En este último punto es donde se encuentra el escollo mayor con el que se han topado los negociadores de ambas partes: la apertura de los puertos y aeropuertos turcos a mercancías procedentes de la República de Chipre, es decir, la parte griega de la isla, con la que la República Turca del Norte de Chipre mantiene un conflicto desde la invasión militar turca en 1974. Mientras la parte griega es reconocida internacionalmente y se integró en la UE en 2004, la parte turca permanece aislada.
El gobierno turco supedita el cumplimiento del Protocolo de Ankara –firmado en 2005 y que implica la apertura total del mercado nacional a todos los miembros de la UE- al reconocimiento de la parte turca de la isla.
Con todo, parece que en la visita que este fin de semana ha realizado la canciller alemana, Angela Merkel, a Ankara se han retomado las negociaciones sobre este asunto. Según informa la prensa turca existiría un acuerdo por el cual Turquía abriría sus puertos al comercio con la República de Chipre a cambio de la apertura, bajo supervisión internacional, del puerto turcochipriota de Famagusta. El distrito militarizado de Varosha (en Famagusta) quedaría bajo supervisión internacional.
Merkel prometió además que mantendrá la palabra dada a Turquía por la UE y el anterior gobierno alemán y apoyará la adhesión turca siempre y cuando se cumplan los criterios pactados.
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