09 agosto 2010

Turquía pone fin al calvario de los niños acusados de "terroristas" (EFE - La Razón, El Mundo, La Rioja)

Andrés Mourenza

Hakkari (Turquía)

El calvario por el que han pasado en Turquía cientos de menores de edad acusados de delitos relacionados con el terrorismo puede haber llegado a su fin con la aprobación de una reforma legal que suaviza las penas.

R, un joven de 17 años y mejillas sonrosadas por el sol y el aire que corre entre las altas montañas de Hakkari, en el sureste de Turquía, fue apresado el pasado diciembre. Había participado, como muchos de sus vecinos, en una protesta a favor de Abdullah Öcalan, el líder encarcelado del grupo armado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que derivó en las habituales carreras frente a la policía, disparos de balas de goma y bombas de gas a los manifestantes, pedradas a las fuerzas del orden y detenciones.

"Los policías me golpearon la cabeza con la culata de sus fusiles y me taparon la cara. Pensaba que me iban a matar", recuerda R. "En la comisaría los policías nos llamaban: 'terroristas', 'separatistas' y nos siguieron pegando. No dejaron que mi familia me viese porque tenía la cabeza cubierta de sangre y las piernas amoratadas".

Luego, "el hospital no quiso hacer un informe de torturas", critica. Tras 75 días en la prisión de Bitlis, a 340 kilómetros de su ciudad, compareció finalmente ante el juez: le cayeron 5 años y 3 meses de cárcel.

"Por lanzar una piedra se puede llegar a juzgar a estos niños por cinco delitos diferentes -entre ellos el de actuar en nombre de una organización terrorista-. Las penas que pide la Fiscalía por estos hechos llegan hasta los 35 años de cárcel", denuncia el vicepresidente del Colegio de Abogados de Diyarbakir, Eshat Aktas. En comparación, un miembro arrepentido del PKK -grupo al que Turquía, la UE y EEUU consideran terrorista- puede quedar en libertad en menos de un día si no ha cometido delitos de sangre.

4.000 menores procesados

En 2006, la Ley Antiterrorista fue enmendada para permitir juzgar como adultos a los mayores de 15 años, así que en los últimos cuatro años han sido procesados unos 4.000 menores de edad acusados de "colaborar con el terrorismo". De ellos, cerca de 200 aún permanecen en prisión. La situación se ha hecho tan insostenible que el comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Thomas Hammarberg, ha protestado formalmente ante el gobierno turco.

El parlamento, ante la presión de la sociedad civil, cambió la ley el mes pasado. A partir de ahora, ningún menor será juzgado en tribunales para adultos ni se le imputará el cargo de "miembro de organización terrorista" por el mero hecho de lanzar una piedra o corear un eslógan pro-PKK, a la vez que se impondrán programas de rehabilitación en lugar de penas de cárcel.

"La nueva ley no es suficiente porque si el niño reincide será condenado por todos los crímenes anteriores. Lo que no se puede hacer es tratar a estos niños como terroristas, cuando deberían estar en el colegio en lugar de en la cárcel", opina el representante de la Asociación Derechos Humanos (IHD) en Hakkari, Ismail Akbulut.

El problema es, de hecho, mucho más profundo y tiene que ver con la política de tierra quemada seguida por el ejército turco en los años 90.

'Faltan oportunidades'

Entonces, las Fuerzas Armadas evacuaron unos 3.000 pueblos sospechosos de dar cobijo a la guerrilla kurda, obligando a más de un millón de personas a emigrar a las ciudades, donde se concentraron en los suburbios de chabolas. "Hakkari tenía 30.000 habitantes, pero tras las evacuaciones hemos llegado a los 65.000. Hay paro y faltan las oportunidades", explica un periodista local. La mayoría de niños procesados por terrorismo proceden de estos barrios de aluvión.

En cambio, los principales partidos políticos de Turquía y las fuerzas del orden acusan al Partido de la Paz y la Democracia (BDP, nacionalista kurdo), al que consideran el brazo político del PKK, de instigar a los menores contra las fuerzas del orden. "Los niños están siendo utilizados en las manifestaciones", se queja un oficial de policía.

"Ninguna madre, ningún padre le pone una piedra en la mano a un niño para que la tire", desmiente Akbulut. "Pero si los niños preguntan ¿quién nos echó del pueblo? Su madre responderá: el ejército. Si preguntan: ¿quién quemó nuestra casa? Dirá: el ejército. Si pregunta: ¿dónde está papá? En la cárcel. Es normal que desarrollen rabia contra las fuerzas de seguridad", añade.

En la lejanía, resuenan disparos por sobre las montañas y R., sentado en el prado, vuelve la cabeza: "¡Ves! Con esto vivimos todos los días".

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Imagen: Un menor de edad es detenido por la policía al término de una manifestación en Hakkari en 2008. El agente, que rompió el brazo del niño, nunca fue condenado. (imagen cortesía de la asociación IHD)

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