El portal de viajeros Viamedius.com acaba de publicar el segundo número de su revista electrónica dviaG y lo ha dedicado a Turquía: un viaje de Estambul a Capadocia y de ahí a Éfeso. Si algo caracteriza a esta joven publicación es que no se queda en el típico viaje turístico sino que intenta profundizar en el alma del país al que dedica su número a través de artículos escritos por personas que viven en aquel lugar, profesores o amantes de su cultura e historia. En este número participan el dibujante y pintor Joaquín González Dorao, la escritora Alicia Jiménez-Bartlett, la egiptóloga Teresa Bedman, el viajero profesional José Luis Martínez, los historiadores Fernando Garcés y Juan Carlos Moreno y el que firma estas líneas.
La revista se puede descargar gratuitamente de Internet y sólo hace falta registrarse en el portal para poder leerla. Aquí os dejo con un pedacito de mi contribución al segundo número de dviaG:
“Detalles de Estambul” por Andrés Mourenza
Un buen día empieza siempre con un buen té. Cargado y con un par de terrones de azúcar que se van deshaciendo, con pequeños suspiros, en la infusión de color cobrizo. El vaso en forma de tulipa transmite su calor, en los fríos despertares de Estambul.
«Simiiiiiiiiit-aaal-simiiiiiiiiit-aaaal!!», gritan los vendedores de roscas de sésamo (simit). El tráfico es ya caótico a las nueve de la mañana, pero queda tiempo para disfrutar de un buen desayuno turco: tomate, pepino, fuerte queso blanco (beyaz peynir) –no se les ocurra asegurar que es como el feta griego si no quieren comenzar una discusión bizantina sobre quién lo inventó– y sabrosas aceitunas negras. En marcha.
Sólo hace falta salir a la calle y parar uno de esos campeones de la velocidad que son los minibuses Se trata de grandes furgones –de color crema o azul claro dependiendo de la zona de la ciudad– habilitados hasta para 30 pasajeros. El minibús tiene su ruta establecida pero cada uno le indica donde quiere bajar.
Son un tanto curiosos estos ases del volante. Para muchos estambulitas están completamente locos y la verdad es que hace falta ser un tanto osado para conducir, abrir y cerrar las puertas en marcha, recoger las monedas, devolver los cambios… todo al mismo tiempo y sin equivocarse en un céntimo. El conductor enciende un cigarrillo y se lanza a la carrera.
El transporte es esencial en una ciudad como Estambul, con unos 14 millones de habitantes y cien kilómetros de punta a punta. A pesar de la sensación de anarquía que puede producir al recién llegado, lo cierto es que la combinación de transportes colectivos públicos y privados funciona francamente bien y las combinaciones son infinitas.
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Fotos: Andrés Mourenza (extraídas del segundo número de dviaG)
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