06 septiembre 2007

Cabeza cubierta, mentalidad abierta

---------- Con velo y sin prejuicios (El Periódico, 02/09/07) ----------
Andrés Mourenza
Una falda negra de la que parten dos trozos de tela que, con forma de tulipán, cubren los senos. El resto del torso de la mujer queda al desnudo, solo cubierto por una leve malla de rejilla. Lo último que imagina la mente cargada de prejuicios de un europeo occidental es que la diseñadora de este sensual traje de noche es una musulmana practicante que se toca la cabeza con un türban (velo islámico) y lleva un sencillo pero elegante vestido que la cubre casi por completo. "Diseño mis trajes para todas las mujeres del mundo, independientemente de sus creencias y de su nacionalidad", explica convencida Rabia Yalçin, modista de alta costura, en su estudio situado en un bello edificio de Nisantasi, uno de los barrios más elitistas de Estambul. Prohibida la entrada Yalçin, toda sonrisa, se muestra partidaria de que cada mujer pueda vestir en público lo que quiera, sea provocativo o recatado, algo que no está tan claro en Turquía, donde las mujeres que usan el velo tienen prohibido entrar en las universidades o desempeñar funciones en la Administración del Estado. También obtener un trabajo cara al público es más difícil para las musulmanas practicantes. Las creaciones de Rabia Yalçin abundan en escotes y espaldas al descubierto, también en vestidos largos, pero todo con un estilo especial que cautivó en la Semana de la Moda de Nueva York, uno de sus últimos éxitos internacionales, tras su debut en 1996. La diseñadora turca confiesa que su inspiración procede "del interior de la mujer" y está influida por el esplendor del Imperio otomano, por los antiguos reinos de Europa y por el pasado glorioso de Oriente Próximo, de un tiempo "en el que los diseñadores se prodigaban en la creación de vestidos". "La herencia otomana es de una riqueza increíble. Si una persona no reconoce su pasado, no puede haber futuro, por lo que hay que integrar ambas cosas. Los turcos somos nietos del Imperio otomano e hijos de la República", subraya Yalçin, ejemplificando la síntesis de tradición y modernidad que define la esencia contemporánea de Turquía. Yalçin razona su idea de la sensualidad en la moda: "Introduzco muchos escotes, aunque pienso que deben ser abiertos, pero no demasiado. No hay que mostrar mucho, sino que es mejor insinuar". Entre sus clientes figuran empresarios, artistas, políticos y miembros de la realeza; y tanto personas de sensibilidad laica como religiosa. Para las mujeres más tradicionales diseña modelos igual de exuberantes pero acompañados con una chaquetilla o algún otro tipo de prenda que les permita cubrirse en el exterior y destaparse durante reuniones familiares o en ambientes femeninos. "La moda debe nutrir la individualidad de cada mujer y favorecer su belleza única y su espíritu. Lo más importante para mí es reflejar el alma de mi cliente en cada vestido que diseño", afirma. La modista turca defiende que trabaja "para toda la sociedad". Eso sí, solo para aquellos que pueden permitirse los costosos trajes (entre 2.200 y 11.000 euros) de la línea Rabia Yalçin Haute Couture. Con todo, sus ideas sobre la tolerancia son encomiables en los tiempos que corren. "Hay que pensar que, aparte de lo que crea una, hay otras personas que piensan y viven de manera diferente y hay que respetarlo. Yo amo a todas las personas y por eso diseño para gente que es diferente de mí. Soy una artista y no hay que poner barreras al arte". Pero hay una pregunta mordaz que el periodista no puede aguantar en la boca. ¿No es un pecado diseñar estos vestidos tan atrevidos siendo una musulmana practicante? Rabia Yalçin ríe a carcajadas. "Todos me preguntan lo mismo. Pero yo creo que no puede serlo, ya que no obligo a nadie a cubrirse o a destaparse".
Foto: Agata Skowronek (El Periódico)

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