13 diciembre 2007

La triste y corriente historia de la violencia machista

---------- Postrada por dos disparos (El Periódico 9/12/07) ----------
ANDRÉS MOURENZA ESTAMBUL
Marie y Emine tienen mucho en común pese a proceder de dos países distintos. Ambas son víctimas de la violencia machista y, en ambos casos, el Estado las dejó desprotegidas. Marie, que vivía en Mallorca, fue asesinada por su exmarido durante un permiso carcelario. Entró en su casa por el tejado y la mató a puñaladas. Emine, en Turquía, tuvo algo más de suerte que Marie: el disparo con el que su marido pretendió matarla solo la dejó paralítica. "No hay diferencias: me ha ocurrido a mí, que soy una mujer de pueblo, pero a otras que van a la universidad también les sucede lo mismo", dice en la humilde casa en la que vive, sola desde hace seis años, gracias a la ayuda de diversas organizaciones caritativas y de derechos humanos. Emine es una mujer que te puede hacer reír con sus bromas, llorar con su historia y sorprenderte por la tremenda energía que encierra. "Se ponía nervioso" Emine se casó a los 20 años con su marido "por amor". "Pero en seguida comenzó a pegarme; no era porque no hiciera la comida o no limpiase; se ponía nervioso con alguien y lo pagaba conmigo", recuerda. La mujer aguantó los malos tratos durante 10 años antes de divorciarse. Solo quedaban 15 días para la conclusión del juicio en el que Emine había reclamado el dinero suficiente para ocuparse de los niños, y todo se desarrollaba a la perfección. Un día volvía a su casa con sus tres hijos y en la calle les alcanzó el coche del marido. Los niños se metieron en el automóvil y ella, confiada, iba a hacer lo mismo cuando dos disparos surgieron del auto: uno le pasó cerca de los ojos; el otro le atravesó el pecho, dañándole los pulmones y la columna vertebral. "Caí al suelo y allí me quedé. Creía que iba a morirme". Entonces comenzó la tragedia. Emine pasó un año en el hospital de Trebisonda. Su marido, solo un mes y medio en la cárcel. Porque sin poder moverse y sin nadie que la cuidase a ella y a los niños, decidió retirar la denuncia contra su agresor y este salió de prisión. En un juicio posterior, el marido fue condenado a pagar todos los gastos de Emine, incluidas las curas, pero nunca se ha hecho cargo de ello. Por falta de tratamiento médico adecuado, Emine perdió la movilidad de las piernas y parcialmente de un brazo. Sus hijos fueron enviados a la familia del marido en la provincia norteña de Giresun y crecieron educados en el odio a su madre. Uno de ellos murió sin que nadie la avisara. Emine languidecía en Estambul. "A veces lloro, pero entonces me duele la cabeza y me pongo peor. Entonces me digo, ¿qué haces Emine? Si no hay nadie que te vaya a llevar al médico. Otra veces me río de mí misma", explica. Pero Emine es mucho más: grita airada cada vez que explica un nuevo caso de violencia contra las mujeres. "Si vuestro marido os pega, incluso si os dice cualquier cosa- venid a mí", les dice a las amigas que hacen calceta junto a su cama. Emine también se sorprende al oír la cifra de 70 mujeres asesinadas en España en lo que va de año. "Entonces tenéis más violencia que aquí". "Bueno, aquí muchas muertes se esconden", opina una amiga. A falta de estadísticas fiables, algunos estudios dicen que hasta 842 mujeres murieron en el 2006 a causa de la violencia contra las mujeres. Según algunas encuestas, una de cada tres turcas padece malos tratos. "Si las mujeres que sufrimos violencia nos uniésemos- Pero tienen miedo. Yo también tenía miedo, pero no hay que tenerlo", sentencia. Todos son "culpables" En otra parte de Estambul, en el centro cultural Garajistambul, se estrenó la obra de teatro turca I am breaking the game (Estoy rompiendo el juego), coincidiendo con el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. "La violencia contra las mujeres no se limita a los crímenes de honor. No solo el asesino es el culpable. Tanto los hombres como las mujeres son culpables. Todos lo somos", dice. La obra examina los diversos modos de violencia contra las mujeres: un matrimonio forzoso, una violación dentro de una familia, sí, pero también el hecho de tener que comportarse como una dama, la moda, la mujer reducida a ama de casa por el bien de la carrera profesional de su marido, la joven que tiene que ser guapa. Sobre los deleznables crímenes de honor (namus cinayeti), la obra ofrece una interesante reflexión. Namus, honor en turco, procede del griego Namos (soberanía, poder) "una palabra masculina". "¿Es el honor algo que solo pertenece a los hombres?" se pregunta la obra. Emine, Marie y todas las víctimas de la violencia machista son víctimas de una misma, triste y corriente ideología patriarcal aún extendida, del mismo sentimiento de dominación machista. Porque en el fondo, ¿no están todos los crímenes contra las mujeres basados en el mismo sentimiento de posesión desde que, en los tres libros sagrados, Eva fue creada a partir de la costilla de Adán?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me debes unas cañas por esta historia, jejeje. Nos vemos el martes¡¡¡