20 septiembre 2005

Por qué Turquía teme una solución federal al conflicto kurdo

Gráfico: mapa de la zona que ocuparía un supuesto estado kurdo
En los últimos meses los políticos turcos y la mayoría de medios de comunicación están viendo con cierto temor el poder que adquieren los kurdos en Irak a medida que avanzan las negociaciones del nuevo gobierno. De hecho, la formación de un estado federal en Irak, con una federación dominada por los kurdos en el norte, es algo que asusta a no pocos en Turquía por las influencias que pueda tener sobre las demandas de los kurdos en este país. El pasado 22 de septiembre, el antiguo asesor de prensa del Gobierno de Suleyman Demirel y actual editor del diario The New Anatolian, Ilnur Çevik, rechazó desde la columna editorial de este diario la solución federal para el Kurdistán propuesta por algunos círculos intelectuales kurdos: “Si se tiene una federación kurda en el sudeste de Turquía justo al lado de la entidad federal kurda de Irak, se comenzará a hablar de la unión geográfica de ambas partes”. Según este mismo periódico, entre los nacionalistas kurdos más radicales comienzan a circular mapas de un “gran Kurdistán” que comprendería la parte sur y sureste de Turquía llegando hasta Antakya o Adana, zonas que no se pueden considerar de clara mayoría kurda. Sin embargo, este miedo turco a dar pequeños pasos a favor de la autonomía kurda porque pudiesen acabar en intentos de secesión, está ralentizando la concesión de derechos a la minoría kurda, según informó el mismo día 22 Jonathan Power, analista internacional y enviado a Turquía del Internacional Herald Tribune. Esto exaspera a los kurdos en general y al PKK en concreto. El grupo armado alega la falta de voluntad del Gobierno turco en la concesión de derechos como causa de la reanudación de la lucha violenta. Y los atentados aún ralentizan más el enfrentar el conflicto kurdo como un problema político con una solución política. Es la eterna pescadilla –o “pesadilla”- que se muerde la cola.

19 septiembre 2005

Reacciones sobre el 'problema kurdo' tras las declaraciones de Erdogan

Foto: el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, sonríe al ministro de Exteriores, Abdullah Gül, durante una cumbre de la ONU el pasado mes de septiembre
Después de las afirmaciones del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdoğan, reconociendo la existencia de un problema kurdo –“el problema kurdo es mi problema”, dijo- y de recetar más democracia como solución, el tema del conflicto del sureste ha tenido repercusiones en diversos ámbitos. En el frente político interno, los partidos de oposición CHP, DYP y ANAVATAN exigieron al Gobierno mayores resultados en la política antiterrorista pues se suceden las escaramuzas entre ejército y rebeldes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y ha habido una serie de pequeñas explosiones de bombas caseras, aunque no se aclaró si provocadas por el propio PKK, por un grupo radical de extrema izquierda o por los islamistas. La oposición recriminó al gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) que los atentados han aumentado desde que el AKP está en el poder y el Partido del Camino Justo (DYP) apuntó que 200 miembros de las fuerzas de seguridad turcas han muerto en el último año a causa del terrorismo. En el frente de la política internacional el primer ministro Erdoğan y el ministro de Asuntos Exteriores, Abdullah Gül, aprovecharon la cumbre de Naciones Unidas para mantener diversas reuniones y contactos que les podrán permitir actuar contra el PKK. El más importante de ellos fue con los miembros del nuevo gobierno iraquí, encabezado por Jalal Talabani, de la Unión Patrótica del Kurdistán, y compuesto en gran medida por kurdos. De este encuentro, mediado por el presidente estadounidense George Bush, los turcos obtuvieron la promesa de Talaban de que los iraquíes lucharán contra todo tipo de insurgencia, incluídoslos miembros del PKK. Sin embargo creo que fue una promesa tibia y diplomática, más que una declaración real de intenciones, dirigida a calmar los arriesgados proyectos turcos de una intervención militar turca en el norte de Irak contra las posiciones de los rebeldes kurdos. Por otra parte, técnicos militares de EEUU, la Unión Europea y Turquía mantuvieron una reunión “secreta” en Ankara según informó The New Anatolian la pasada semana. Según este diario se trataron varios temas relacionados con el PKK y sobre cómo cortar sus fuentes de financiación en Europa. Precisamente otro de los contactos mantenidos por la delegación turca en la ONU fue con el representante danés para exigir el cierre de una cadena de televisión pro-kurda que emite desde Dinamarca y para que los nórdicos intensifiquen esfuerzos en la lucha económica contra los independentistas kurdos. Paralelamente, tuvo lugar en Bruselas una conferencia entre miembros del Parlamento Europeo y miembros de la comunidad kurda de Turquía, como el movimiento político pro-kurdo DHP. Los políticos de la UE pidieron a los kurdos que se alejen de la órbita del PKK y de las consignas de su líder Abdullah Ocalan. Otra reacción importante dentro de Turquía tiene que ver con un rebrote del nacionalismo turco. Nacionalismo que, en este país, se lleva muy a flor de piel, no sé aún muy bien si por aquello que comentaba el otro día de la humillación de Sevrès y la Guerra de la Independencia o por cultivo interesado de los gobernantes, o quizás por una mezcla de ambas cosas. El caso es que, también durante esta semana, apareció un desafortunado artículo en una publicación vinculada al partido opositor de centro-izquierda CHP en el que se hacía un llamamiento a la población para que no consuma comida de origen kurdo (kebaps incluidos) sino sólo auténticamente turca. A pesar de que los encargados de la publicación se apresuraron a mostrar el desacuerdo de la dirección y del CHP con el contenido del artículo, el texto provocó un torrente de declaraciones nacionalistas en diversos periódicos y la circulación en internet de e-mail que afirmaban la esencia uninacional de Turquía. Algunos jóvenes, en los chats, han comenzado a usar consignas nacionalistas turcas como apodo.

17 septiembre 2005

Conflicto Kurdo: de guerra no reconocida a grave problema

Foto: niña kurda, Onnik Krikorian, archivo UNICEF
El otro dia Sinem y yo ojeábamos libros en una tienda de Estambul cuando ella vió un diccıonario Turco-Kurdo. Exclamó:
-'Eh! esto quiere decir que les reconocemos oficialmente, cuantas cosas han cambiado en un año!'
El conflicto kurdo en estos momentos camina, no sin dificultad, hacia la normalización. Es decir, de ser una guerra de excepción está pasando a un problema importante, pero reconocidamente político.
Recientemente, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, reconoció la existencia de 'un problema kurdo' y afirmó que 'la solución para éste llegará con más democracia'.
Esta declaración es un paso importante. Como los que se han dado en los últimos años dentro del programa de reformas por el respeto a los derechos humanos exigidos por la Unión Europea para iniciar las negociaciones de adheshión. El comisario para la Ampliación de la UE, Olli Rhen, anunció durante el pasado verano que las condiciones de respeto a los derechos humanos se han cumplido.
El PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistan), creado en los años 70, se levantó en armas después de que una Junta Militar salida del golpe de estado de 1980 gobernase Turquía durante tres años y aprobase una constitución muy conservadora que, con algunos cambios, sigue vigente hoy en día.
Este grupo, guerrilla para unos, terroristas para otros, demanda la independecia de la zona sureste de Turquía, de mayoría kurda, y el respeto de la lengua y la cultura kurdas. El PKK se enfrentó al ejército turco hasta la captura de su líder, Abdullah Ocalan, en 1999. Entonces el grupo armado decretó un alto el fuego unilateral. El conflicto dejó más de 30.000 muertos y durante 15 años en la zona este de Turquía rigió el estado de excepción. Los jóvenes turcos recuerdan las noticias sobre matanzas indiscriminadas por parte del PKK a todos aquellos que se internaban en esos lugares. Sin embargo la represión por parte turca fue también feroz.
A pesar del cese de la violencia de hace cinco años, durante este verano se han reanudado los atentados, supuestamente del PKK, que han causado varias víctimas mortales en las zonas más turístıcas de Turqíuıa. También en la zona kurda se han recrudecido los enfrentamientos entre el ejército y los kurdos armados. El PKK ha matado a algunos soldados y ha secuestrado a varıas personas (entre ellas un alcalde del AKP, el partido del Gobierno) que fueron liberadas por la intermediación de la UE, sobre todo de los países nórdicos, que tratan bastante el tema del Kurdistan.
El ejercito turco ha matado a varios 'terroristas' y a varios dirigentes políticos kurdos de asociaciones y partidos locales. Ademas, el Tribunal de Derechos Humanos de Estasburgo ha condenado al Gobierno turco -como firmatario de la Carta de Derechos Humanos de la UE, también está sometida a los dictámenes de este organismo- a pagar cuantiosas idemnizaciones a las familias de dos activistas kurdos 'desaparacidos' en extrañas circunstancias. Pero las recientes declaraciones de Erdoğan parecen haber calmado la situación.
En los ultimos tiempos los avances en cuanto a derechos de la minoría kurda han sido signifıcativos, favorecidos sobretodo por la posibilidad de que se abran las negociaciones de adhesión a la UE que Turquía espera desde hace mas de 40 años. Y de la que los kurdos son una de la partes más a favor.
Y, últimamente, los kurdos han sido también favorecidos por la ambigua posicion de los EEUU. En 2001, en su afán por unir a un gran número de países en su 'cruzada contra el mal', ofreció un importante apoyo económico al Gobierno turco para luchar contra el PKK. También lo incluyó en su famosa lista de organizacıones terroristas y presionó para que la UE hiciera lo propio.
Sin embargo, con la situación que se ha producido en Irak, EEUU ha debido apoyarse en los kurdos iraquíes para montar una pantomima de gobierno y es, además, condescendiente con los militantes del PKK refugiados en las montañas fronterizas entre Turquía e Irak (el PKK actúa en Turquía pero cruza a Irak para ponerse a salvo de el ejército turco). Y por más que los turcos exigen que sean detenidos y amenazan con intervenciones en suelo iraquí, EEUU les deja hacer, tanto a los kurdos del PKK como a los de Irak. De hecho, según algunas informaciones aparecidas en la prensa española, los kurdos están llevando a cabo limpiezas étnicas entre la población árabe y turcomana de las provincias de mayoria kurda en Irak.
Volvamos a la situación en Turquía. Hasta hace unos años, los kurdos ni siquiera podían llamarse de tal manera, eran 'turcos de las montañas'. Aunque sí existia y existe un partıdo que defendıa sus derechos (HADEP o DEHAP, según como le dejen presentarse a las elecciones). E incluso llegó a superar en una legislatura la excesiva barrera electoral del sistema político turco: el diez por ciento de los votos, con lo que entró en el Parlamento e hizo coalición con el Gobierno de centroizquierda. Pero en las siguientes elecciones no consiguió superar esta barrera (hay que tener en cuenta que, por ejemplo, en España Izquierda Unida es el tercer partido en votos con un cinco por ciento del total). Actualmente el Partido Democrático Popular, asi se llama en castellano, tiene en torno al siete por cıento de los votos en las elecciones generales y la mayoría en la zona kurda.
Hoy, los kurdos pueden reconocerse como tales, hay un canal regional en lengua kurda (que no tiene nada que ver con el turco ya que es de la misma familia que el persa) y, por fın, el kurdo se puede enseñar en las escuelas, aunque tan sólo en las privadas.
En contra de los kurdos hay que decir que son un pueblo demasiado tradicional y religioso -y machista-. De hecho son los emigrantes del este (que llegan a las grandes ciudades empujados por la pobreza de toda la parte oriental de Turquía) los que llenan las mezquitas de Estambul y los centros de enseñanza religiosa (apadrinados eso sí, por los grandes y ricos grupos religiosos turcos).
La mayor parte de los partidos de izquierda turcos apuestan por ampliar los derechos y la autonomía kurdas. Sin embargo en casi todos los partidos vige la idea de la unidad nacional de Turquía. Quizás por el recuerdo del humillante Tratado de Sevrès impuesto a los restos del Imperio otomano tras la Primera Guerra Mundial. En éste, los estados europeos se repartían los mejores territorios de la actual Turquía, se convertía a Estambul en ciudad internacional -esto es, se dejaba a merced de los grandes estados- e incluso se preveía la creación de una Gran Armenia y del Kurdistán, promesas que más tarde olvıdarían Inglaterra y Francia al fırmar la paz definitiva con Turquía en Laussane en 1923.
El Tratado de Sevrès provocó que los turcos, comandados por Mustafá Kemal Atatürk, se levantasen contra los ejércitos que invadieron el pais: Francia, Inglaterra, Grecia, Italia... El resultado de esta guerra de Independencia fue el surgimiento de la República de Turquía que, con Atatürk a la cabeza, emprendió el camino de la modernización, el laicismo de estado y los avances sociales.
Y oponerse a las ideas de Atatürk (aunque sea en las de la unidad de la patria) es peligroso pues se podría caer en el otro extremo, el de los que lo critican desde la religión y el conservadurismo.
Resumiendo, el problema kurdo resulta, como casi todo, más complicado de lo que parece a primera vista. Afortunadamente, ha dado un gran paso en su solución pero, otra vez como casi siempre, la parte mas larga del camino es la que aún queda por recorrer.