ANDRÉS MOURENZA
Lo primero en que pensé cuando comenzó la guerra entre Rusia y Georgia por las regiones independentistas de Abjazia y Osetia del Sur fue en mi querido amigo georgiano Misha y su familia. En su prima Elene, que con 15 años habla un español casi perfecto, en su madre y sus tíos emigrados a Estambul. En las reuniones de bailarines y pianistas del restaurante La Flecha Dorada cerca de Taksim. En cómo cada uno de ellos sabe tocar un instrumento musical casi a la perfección. En el padre de Elene al teclado, tocando canciones de compositores clásicos españoles. En los deliciosos hígados con granada, el pollo frío con almendras y el vino peleón.
Afortunadamente, para entonces Misha se había resguardado en su ciudad de origen Batumi (situada en la otra república autónoma de Georgia, la de Adjaria, esta sin aspiraciones independentistas). Pero el mensaje que me envió cuando le pregunté por su situación no me reconfortó en absoluto: “La situación es muy mala. Nosotros estamos bien y listos para luchar”.
Mientras Misha y yo coincidimos en Estambul nunca hablamos demasiado de política. Cuando nos conocimos en 2005 le pregunté por la situación de Georgia dos años después del acceso al gobierno del actual presidente, el pro estadounidense Mijeil Saakashvili, tras la llamada Revolución de las Rosas, que depuso a Eduard Shevardnadze, quien también actuó como aliado occidental aunque no eran un ferviente anti-ruso como el actual jefe de estado y se mostraba partidario de trabajar también con los rusos. Mi amigo me respondió que tenía “muchas esperanzas” en el nuevo presidente (Saakashvili) y en que solucionase la corrupción y pobreza del país.
Dos años después volvimos a hablar del mismo tema y reconoció que la situación económica apenas había mejorado con el líder del Revolución Rosa, eso sí, el nacionalismo anti-ruso de Misha había aumentado. Por lo que no hace falta ser un genio para descifrar cuál ha sido la política de Saakashvili en sus cinco años de gobierno: explotar las diferencias con sus regiones irredentas, organizar expediciones que mosqueasen a los rusos y concursos de tiro al plato con los aviones de Moscú.
Nadie sabe aún qué se le pasó por la cabeza a Mijeil Saakashvili cuando ordenó a su ejército entrar a sangre y fuego en Osetia del Sur el mismo día que se inauguraban los Juegos Olímpicos de Pekín. Osetia del Sur es una zona formalmente dividida entre varias regiones administrativas de Georgia pero de facto forma una región de funcionamiento independiente desde el conflicto que la enfrentó con Tbilisi en 1991 y 1992 que comenzó cuando los osetios del sur proclamaron su independencia en el marco de la URSS a raíz de la prohibición del gobierno georgiano de los partidos regionales. Esta guerra culminó con un alto el fuego forzado por Rusia, que envió a un contingente de paz de 2.000 soldados a proteger a los osetios (que llevan tiempo sintiéndose más cerca de Moscú que de Tbilisi, como demuestran las elecciones y el referéndum de independencia celebrados en 2006 . La zona se mantuvo en relativa calma hasta que en 2004, el recién elegido Saakashvili comenzó a intentar devolver por la fuerza el control de Osetia del Sur a Georgia.
La historia de Abjazia es similar con la salvedad de que esta sí es reconocida como República Autónoma dentro de Georgia. De facto, ambas regiones han vivido de forma independiente desde 1993 de un modo similar a la independencia tutelada y no reconocida internacionalmente de la República Turca del Norte de Chipre.
Saakashvili acojonado tras sobrevolar Tbilisi un caza ruso. Foto de la web de NTV
El resultado de la actual intervención de Georgia en Osetia del Sur y a su vez de Rusia en Georgia es de sobra conocido. Según la cadena turca NTV, fuentes rusas aseguran que los soldados georgianos mataron a unas 2.000 personas en su asalto a Tshinvali, la capital osetia, y los georgianos acusan a Rusia de la muerte de 200 personas, de ellos 14 civiles. Además tres periodistas (dos georgianos y un holandés) murieron en los bombardeos rusos, dos periodistas rusos murieron en ataques georgianos y dos periodistas turcos fueron heridos por disparos de independentistas osetios. Lo peor es la cantidad de desplazados que ha provocado el conflicto: según el Comité de la ONU para los Refugiados (UNHCR), unas 100.000 personas se han visto forzadas a abandonar sus hogares y refugiarse en zonas seguras.
Y la consecuencia de la escalada bélica es que la acción del gobierno georgiano le ha servido a la perfección a Moscú para conseguir sus objetivos. El alto el fuego firmado por las dos partes incluye la exigencia rusa de llevar al debate internacional la situación de Osetia del Sur y Abjazia, lo que parece un proceso muy similar al que llevo a la independencia de Kosovo sólo hace unos meses. Sentado un precedente sobre la independencia sin reconocimiento internacional…
La posición turca
En todo este jaleo Ankara se ha mantenido bastante neutral por algunas razones que explicaremos más adelante. Es cierto que el presidente turco, Abdullah Gül, hizo antes de ayer un llamamiento al respeto de la integridad territorial de Georgia, pero no lo es menos que Turquía, uno de los miembros más antiguos de la Alianza Atlántica, no es favorable a la entrada de Georgia en la OTAN, pues es obvio el componente desestabilizador que supondría para la zona debido al malestar que esta opción crea en Moscú.
Para entender esta posición, debemos tener en cuenta el triple juego de alianzas que rige en los países del Cáucaso:
-Azerbaiyán es un aliado fiel de Turquía
-Georgia es, actualmente, un claro aliado de EEUU
-Armenia es un aliado dependiente de Rusia
Pero aún hay un par de factores territoriales que complican más el tablero caucásico:
-El enclave azerbaiyano de Nagorno-Karabaj está controlado de facto por Armenia desde 1993
-Las regiones georgianas de Osetia del Sur y Abjazia están controladas de facto por Rusia desde 1992-93. Turquía ejerce de país garante de la Región Autónoma de Adjaria (en Georgia) aunque nunca ha explotado sentimientos independentistas.
-Las fronteras terrestres armenias con Turquía y Azerbaiyán permanecen cerradas desde la guerra armenio-azerí de 1993. (Aunque actualmente hay indicios de que Turquía y Armenia podrían estar intentando solucionar sus problemas)
Es por eso que la posición neutral de Turquía ha complacido a Rusia, según declaró un representante de la Embajada Rusa en Ankara, y puede que eso mismo haya facilitado que el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, viaje en una visita relámpago a Moscú y Tbilisi ya que su posición lo convierte en un buen árbitro, de confianza para las dos partes, para mediar en el conflicto. El proyecto presentado a los rusos, y que según el periodista Cenk Baslamis del diario turco Milliyet fue acogido favorablemente por el primer ministro ruso, Vladimir Putín, y el presidente Medvedev, es establecer una Plataforma de Estabilidad y Cooperación para el Cáucaso. Aunque aún no han trascendido muchos detalles del proyecto, la plataforma parece que estaría integrada por los 3 países del Cáucaso más Rusia y Turquía (y quizás algunos estados observadores más, para darle legitimidad internacional). Queda claro que así se reduce la influencia de Estados Unidos, y Ankara y Moscú refuerzan sus posiciones como “garantes de la estabilidad política de la zona”. El proyecto vendría a ser como un apéndice de la Organización para la Cooperación Económica en el Mar Negro (BSEC), aunque más restringido –y práctico- y con una vertiente mucho más política y geoestratégica. Rusia, aunque siga viendo a Turquía como un eventual competidor comercial y político, se entiende con Ankara en cuestiones geoestratégicas, de ahí que, tal y como informa Baslamis, Putin le mostrase a Erdogan su alivio por el resultado del proceso de ilegalización contra su partido.
Turquía es un crisol de pueblos, valga el tópico. En todo el territorio turco viven aproximadamente unos 3 millones de Circasianos, es decir, de personas de ascendencia caucásica: abjazios, osetios, georgianos. Además del gusto de los sultanes del Imperio Otomano por las concubinas circasianas, la mayor parte de turcos de ascendencia caucásica provienen de los desplazados por la Guerra Ruso-Turca de 1877-78, cuando precisamente Abjazia sufrió una limpieza étnica de sus habitantes –principalmente los de religión musulmana (abjazios y georgianos)- que fueron a parar al Imperio Otomano y hoy son ciudadanos de la República de Turquía.
Aunque durante el pasado fin de semana se registraron algunas protestas de georgianos (principalmente de ciudadanos de ese país que trabajan en Turquía como emigrantes) frente al Consulado de Rusia en Estambul, hoy unos cientos de personas se han manifestado frente al Consulado de Georgia en Estambul y la Embajada de Georgia en Ankara contra el gobierno de Saakashvili. Eran en su mayoría descendientes de circasianos, que portaban las banderas independentistas de Osetia y Abjazia y gritaban consignas contra “el fascista Saakashvili” y “el imperialismo estadounidense”.
Golpe energético
Pero la verdadera razón de la neutralidad turca –y la relativa tibieza en las reacciones europeas a excepción del cúmulo de estados orientales anti-rusos (países bálticos, Polonia, Ucrania…)- hay que buscarla en el tablero de ajedrez de la energía.
Sin duda, la actitud beligerante de Saakashvili ha puesto en un aprieto a Ankara. La desproporcionada respuesta rusa era de esperar, pues, guste o no guste, en Moscú ya no gobierna un presidente borracho y Rusia ya no es un país deshecho sino una nueva potencia mundial, como bien se empeña en explicar a menudo este blog .
Desde hace varios años Turquía está jugando un importante papel en el mapa de los recursos energéticos como puerta del gas y el petróleo hacia Europa. Ese y su mediación en los conflictos internacionales (actualmente Siria-Israel, EEUU-Irán y Rusia-Georgia, algo menos Israel-Palestina), son sus ases en la partida de cartas de la adhesión a la UE. Por lo que se desprende del transcurso de los acontecimientos, Bruselas está apoyando el papel de Turquía como captador de recursos energéticos para Europa en la medida que de esta forma se reduzca la dependencia de la energía rusa. Así que pasemos a analizar las vías energéticas patrocinadas en los últimos años por Turquía.
Rojo: Nabucco, Austria-Turquía (gas). Negro: Turquía a Grecia y de ahí a Italia (gas). Gris: Turusgaz, Rusia-Turquía (gas) Azul: Blue Stream, Rusia Turquía (gas) Amarillo: Kirkuk-Ceyhan, Irak-Turquía (petróleo) Verde: BTC, Azerbaiyán-Turquía (petróleo) Lila: Transcaucásico y BTE, Turkmenistán-Azerbaiyán-Turquía (gas) Marrón: Irán-Turquía (gas) desde Rusia a Bulgaria)Las líneas punteadas indican proyectos en construcción (habría que añadir el South Stream. Imagen: diario Sabah
Petróleo
-BTC: El proyecto más ambicioso es la línea BTC (Bakú-Tbilisi-Ceyhan) que transcurre desde la Terminal de Sangachal en la orilla azerbaiyana del Mar Caspio, hasta el puerto turco en el Mediterráneo de Ceyhan (desde donde se carga el crudo hacia Europa e Israel), cruzando buena parte del territorio georgiano. Por su extensión, 1.768 kilómetros, es el segundo oleoducto más largo del mundo y bombea aproximadamente 1 millón de barriles por día. Su construcción fue ejecutada por varias compañías de EEUU, Turquía y Grecia y es operado por un consorcio liderado por BP, cuyos accionistas, según la propia compañía son :
BP-Gran Bretaña (30.1%)
AzBTC-Azerbaiyán (25.00%)
Chevron-EEUU (8.90%)
Statoil-Noruega (8.71%)
TPAO-Turquía (6.53%)
Eni-Italia (5.00%)
Total-Francia (5.00%)
Itochu-Japón (3.40%)
INPEX-Japón (2.50%)
ConocoPhillips-EEUU (2.50%)
Amerada Hess-EEUU (2.36%).
Casualmente, el flujo de crudo fue detenido la pasada semana por una explosión en el tramo turco (el grupo separatista kurdo PKK reivindicó posteriormente el sabotaje). Las especulaciones sobre un supuesto bombardeo ruso en un tramo georgiano fueron desmentidas por Turquía.
-TBILISI-SUPSA: Este oleoducto contiene una variante entre Tbilisi y el puerto georgiano de Supsa en el Mar Negro (90.000 barriles diarios) que también gestiona Brittish Petroleum y que ha sido clausurado por un periodo indeterminado a causa del conflicto caucásico “por precaución”
-KIRKUK-CEYHAN: Otro importante oleoducto es el Kirkuk-Ceyhan, que une las reservas petrolíferas de la ciudad iraquí con el puerto turco. Aunque su capacidad era de 900.000 barriles diarios antes de la guerra, desde la invasión norteamericana de 2003 ha sido objeto de numerosos sabotajes por lo que actualmente bombea unos 300.000 barriles de crudo al día, cuando no es detenida a causa de los ataques. El problema de esta línea es su mal planeado recorrido, por lo que se piensa en reformarlo haciéndolo pasar exclusivamente a través del territorio bajo el control del Gobierno Autónomo del Kurdistán Iraquí. Y de ahí el interés turco por mejorar sus relaciones con el gobierno regional de Erbil y los kurdos de Irak.
Trazado de diferentes oleoductos y gasoductos en el Cáucaso. Imagen: Wikipedia
Gas
-NABUCCO: En el sector del gas es quizás donde Turquía está ejerciendo el mayor papel por su activo papel en el oleoducto multieuropeo Nabucco en el que participan las compañías OMV (Austria), MOL (Hungría), Transgaz (Rumanía), Bulgargaz (Bulgaria), BOTAS (Turquía) y RWE (Alemania). El fin de su construcción está previsto para 2013 y su objetivo es transportar 30.000 millones de metros cúbicos de gas al año a partir de 2020.
El papel de Turquía está siendo de los
socios más importantes ya que desempeña la función de “captador de gas” para abastecer el futuro Nabucco.
-BTE ó CÁUCASO SUR: Así, en 2006 comenzó a bombear el gasoducto del Cáucaso Sur o BTE (Bakú-Tblisi-Erzurum) desde los yacimientos azerbaiyanos en el Mar Caspio y que además conecta con Turkmenistán a través del gasoducto submarino Transcaucásico. En 2012 estaba previsto que alcanzase los 20.000 millones de metros cúbicos de gas por año. Este oleoducto está también gestionado por BP junto a un consorcio de empresas multinacionales.
Lamentablemente, y una vez más a causa del conflicto Caucásico, el Ministerio de Energía de Turquía ha confirmado hoy la clausura del
gasoducto por tiempo indeterminado.
-TURQUÍA-IRÁN: Pero Turquía ha buscado además otras fuentes alternativas (además de las que se contemplan desde la UE, por ejemplo, abastecer el gasoducto directamente desde Egipto). La primera de ellas es Irán. Desde 1996 existe la línea que comunica Tabriz y Erzurum, aunque es fácil presa de los sabotajes del PKK p
or lo que desde el pasado año se estudian líneas alternativas. Además Irán ha prometido a Turquía un trozo del pastel del yacimiento de South Pars (situado en el Golfo Pérsico y compartido por las aguas territoriales de Irán y Qatar) la mayor reserva gasística y petrolífera del mundo con 1.800 toneladas cúbicas de gas y 360.000 millones de barriles de crudo. En su extracción ya participan la multinacional española Repsol-YPF, la italiana ENI o la francesa Total, aunque esta última baraja no retirarse por las exigencias de Estados Unidos, quien también ha presionado a Turquía contra los acuerdos con Irán.
Otra de las opciones –que no excluye
a las anteriores- es la importación de gas desde Turkmenistán a través de Irán, un proyecto ya en marcha. Uno de los problemas es que el deficiente sistema energético iraní provoco que haya cortes periódicos en el abastecimiento. Aunque este no es el mayor problema: a principios de 2008, Rusia acordó con el gobierno de Turkmenistán aumentar el gas que adquirirá por año hasta los 30.000 millones de metros cúbicos. Aún más, en agosto del pasado año, la República Popular China, cuyas necesidades energéticas aumentan aún ritmo desatado, acordó a su vez la compra de otros 30.000 millones de metros cúbicos al año, mientras que la UE pide que se le aseguren al menos 10.000 millones de metros cúbicos de gas al año. Aunque, Turkmenistán tiene grandes reservas de gas y su extrac
ción anual prevé alcanzar los 120.000 millones de metros cúbicos en 2010, según el último número de la edición turca de Bussiness Week, el suministro de gas turkmeno a Europa podría peligrar a causa de la sed de sus otros dos gigantes competidores.
-TURQUÍA-GRECIA y BLUE STREAM: El mapa de gasoductos se completa con una línea entre Turquía y Grecia y de ésta a Italia y con las conexiones al gas ruso. El Blue Stream se puso en marcha a finales de los noventa para importar gas ruso sin intermediarios (como ocurre con el Turusgaz, donde el transporte resultaba más caro). En su construcción y gestión también participa, además de la rusa Gazprom y la turca
BOTAS, la italiana ENI. Actualmente se está construyendo dos conexiones de este gasoducto con el puerto de Ceyhan, en el Mediterráneo.
Gasoductos rusos en Europa. Imagen: Wikipedia
El pulso de la energía
Como se ve, los turcos han intentado jugar un importante papel autónomo en la región que va del Cáucaso a Asia Central y Oriente Medio. No sólo por su propio beneficio, sino también como carta de presentación para la UE.
Su influencia en el Cáucaso también se completa con un el ferrocarril BTK (Bakú-Tbilisi-Kars), un proyecto criticado por Rusia pero también por Washington y Bruselas por marginar a Armenia de las comunicaciones, porque aunque Armenia sea aliada de Moscú, las diásporas armenias en la UE, EEUU y América Latina (cada una con distintos intereses y variadas ideologías) condicionan las políticas de cada lugar.
Los rusos no son mancos y saben de qué va la táctica turca: diversificar las líneas de la energía europeas para no quedar en manos de Rusia.
Por eso, el pasado año apenas unos días antes de la cumbre de la Organización para la Cooperación Económica en el Mar Negro (BSEC), el entonces todavía presidente ruso, Vladimir Putin, firmó un acuerdo para la construcción del gasoducto South Stream, un proyecto que conectará Rusia y Bulgaria y en el que participan la rusa Gazprom y la italiana ENI (atentos a esta compañía que no participa en el Nabucco). Este gasoducto fue una respuesta clara al macropoyecto Nabucco, dirigido a diversificar las fuentes de energía europeas.
Resumiendo, el mensaje ruso, desde la cumbre de la BSEC el pasado año hasta la intervención en Georgia, es que Moscú tolera que Turquía (y la UE) busque competir con ellos en el aspecto de la energía (en incluso confía en Ankara para la estabilidad de la zona), pero que a Rusia no se le puede “hacer la pinza”, porque tiene recursos suficientes para darle la vuelta a la situación. Y que tampoco se puede andar buscándole las cosquillas al oso ruso con acciones militares en su patio trasero. Por lo que declaraciones del presidente georgiano como estas (en plan: Os prometo que Georgia ganará un día a Rusia) tan sólo añaden inseguridad a la zona del Cáucaso, a su población y a su economía.
Es decir, la UE, si de verdad desea buscar una independencia energética de Rusia, para lo que debe contar con Turquía, deberá respetar siempre el estatus-quo geopolítico de la región y además alcanzar pactos no sólo con Moscú, sino probablemente también con Pekín, para poder repartirse el gas de Asia Central.
Mientras tanto, Turquía seguirá buscando recursos energéticos, hoy mismo, en sus contactos con Irán.
PARA LEER LA SEGUNDA PARTE DE ESTA SERIE SOBRE LAS LÍNEAS ENERGÉTICAS DEL CÁUCASO PULSE AQUÍ: La maraña energética del Cáucaso se tambalea (II): El oleoducto Tamraz y la ruta armenio-turca del BTC
4 comentarios:
arf, arf... interesante, andrés, pero la próxima vez estructúralo en capítulos y vete pasando los fascículos a diario, que si no es matador leerlo de un tirón (y más cuando estás en el trabajo intentando vaguear)
Precioso informe Gracias. Javier. Santa Rosa. La Pampa. Argentina.
ese turko!!! muy buena explicación para los que no estamos al día de lo que pasa por esas tierras aparentemente lejanas pero con acontecimientos que influyen e influirán hasta "als països catalans"...
salut
te equivocas cuando dices que Rusia es una nueva potencia mundial. Ya veras como se destrozara poquito a poco!
Publicar un comentario