06 octubre 2011

¡30.000! (Crónicas de la crisis griega - El Periódico)

Andrés Mourenza
Atenas
“Nuestras vidas, nuestras familias están en peligro. Tengo 52 años, llevo 30 trabajando y me van a despedir”, se queja Yanis, un funcionario del Ministerio de Economía griego, mientras camina junto a miles de funcionarios, trabajadores y estudiantes que secundaron la convocatoria de huelga de los principales sindicatos del país contra las nuevas medidas de austeridad que tramitará hoy en el parlamento el gobierno de Yorgos Papandreu.
Yanis es parte de los 30.000. No son tan heroicos como los 300 espartanos de Leónidas pero les espera un final igual de destructivos. Se trata del número de empleados públicos que –según anunció el gobierno el domingo- serán obligados a pasar a la reserva cobrando un 60 % de su salario y, si en un año no se les ha podido recolocar, irán a la calle. Además, se prevé que otros 120.000 funcionarios, de los 900.000 con que cuenta Grecia, sean despedidos hasta 2013.
Es la primera vez durante un siglo que un gobierno se atreve a despedir funcionarios en un país en que los grandes partidos ofrecían empleos públicos a cambio de votos. Eran puestos vitalicios, incluso en organismos de utilidad más que dudosa. Ahora, funcionarios que quizás no tengan culpa alguna pagarán los desmanes de las últimas décadas.
La huelga –que también protestaba por los recortes de pensiones y el nuevo impuestos sobre la vivienda- fue secundada hasta por un 90 % de trabajadores del sector público y privado, según los sindicatos. Los trenes y los vuelos quedaron paralizados y el transporte público en Atenas sólo funcionó lo suficiente para acercar a los manifestantes al centro.
“Hasta ahora sólo los trabajadores de las empresas privadas tenían malas condiciones laborales, pero los funcionarios también han empezado a sufrir”, explica Vangelis Kutumanos, informático de una empresa privatizada hace dos años y ahora poseída por la alemana Deutsche Telekom: “Las condiciones laborales empeoran día a día desde la privatización”. La rabia contra Alemania era patente en la manifestación, en la que se repartían panfletos paragonando a Angela Merkel con Adolf Hitler: “No dejaremos que nos roben nuevamente. Toda la Europa democrática se levantará contra la Alemania del Cuarto Reich. La Alemania de Merkel será castigada como aquella de Hitler. La democracia vencerá de nuevo”. (El próximo 28 de octubre se conmemora en Grecia el Día del No, en recuerdo a la oposición griega a la invasión italo-germana durante la Segunda Guerra Mundial).
Unas 20.000 personas convergieron desde la mañana en la céntrica plaza de Sintagma, frente al parlamento, para exigir la marcha del país de la Troika que ha diseñado el plan de austeridad. Hacia las dos de la tarde comenzaron los incidentes cuando un pequeño grupo de manifestantes quiso traspasar una valla que impedía la entrada al parlamento y lanzó piedras a la policía. Un hombre fue salvajemente golpeado por algunos manifestantes, alegando que era miembro de un partido neonazi, cosa que este negó. Inmediatamente los antidisturbios dispararon botes de humo que dispersaron a los miles de personas concentradas en Syntagma. Cada cual se tapaba la cara, la boca y los ojos con lo que podía para no inhalar el nocivo gas.
Entonces ya hacía tiempo que la columna de unos 5.000 manifestantes de sindicatos ligados al Partido Comunista (KKE) se había alejado de la plaza fuertemente protegidos por sus disciplinados militantes para evitar ser infiltrados por alborotadores y violentos, a quienes consideran esbirros de la policía. Esta organización y disciplina está comenzando a atraer a jóvenes hartos del caos que se arma tras cada manifestación.
Al final del día, doce personas habían sido detenidas y se produjeron varios heridos, dos de ellos policías que habían recibido pedradas de los manifestantes y otro, un fotógrafo agredido por los agentes. Aún así, los incidentes fueron menores en relación a las manifestaciones de años anteriores, muestra de que los organizadores están logrando contener a los más violentes. Además, tras las protestas, miembros de la organización se dedicaron a barrer los restos dejados por los manifestantes, en su mayoría botellas de agua y vasos de café frappé.
CONSULTA / Ayer, el ministro del Interior, Haris Kastanidis, prometió llevar a cabo un referendo sobre los presupuestos y la crisis económica, algo que anteriormente había rechazado Papandreu. Pero la respuesta podría no agradar al gobierno ya que parte de la izquierda comparte la opinión de los europeos más críticos con Grecia: “Hay que salir de la Eurozona y la UE porque sus políticas no benefician a los trabajadores”, opina Vangelis, afiliado al sindicato PAME, que está ligado al Partido Comunista. Otros, no ven ahí la solución, como Yanis: “No podemos volver al dracma, porque las deudas en euros del Estado y las de las familias resultarían imposibles de pagar”. “La solución está en la unión de la gente, no en los partidos políticos que sólo se dedican a manipular”, añade.

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