Andrés Mourenza. Estambul. (EFE).- En 1999 murieron más de 17.000 personas por un gran terremoto que sacudió la región del Mar de Mármara (noroeste de Turquía) y los expertos coinciden en el décimo aniversario de la tragedia que ciudades como Estambul siguen sin estar preparadas para un sismo de gran magnitud.
El 17 de agosto de 1999, a las 3.02 horas de la noche, la placa tectónica de Anatolia se desplazó a lo largo de la falla que la separa de la placa eurasiática liberando una cantidad de energía similar a 132 bombas atómicas. Eray Hobikgil, entonces un adolescente de 16 años, saltó de su cama al sentir que el guardarropa caía sobre él; corrió hacia la habitación de sus padres y los tres permanecieron abrazados durante un tiempo que les pareció infinito. Se trataba de un terremoto de 7,4 grados en la escala de Richter y sólo duró 45 segundos, pero tras de sí dejó un reguero de destrucción: 17.480 muertos, más de 40.000 heridos, 329.000 edificios destruidos, casi medio millón de personas sin hogar.
La casa de los Hobikgil, en la localidad de Degirmendere, cercana al epicentro del seísmo, se mantuvo en pie. Por la mañana, sin embargo, el panorama era desolador: el paseo marítimo se había hundido en el agua, reduciendo a escombros las casas de la línea de la costa, y, al otro lado de la bahía, ardía la mayor refinería de Turquía en un presagio de mayores desgracias. "Era terrorífico, porque había gente herida que buscaba medicación y se podía oír las voces de la gente atrapada entre los escombros. Cuando ves que tanta gente necesita tu ayuda y tú no puedes darla, te sientes desesperado, como una maldita mierda", recuerda Hobikgil en declaraciones a Efe. En Degirmendere, por ejemplo, los únicos edificios que no sufrieron ningún daño fueron los construidos por el ejército para su personal lo que puso al descubierto las pésimas condiciones en que se edifican las viviendas en Turquía, algunas porque fueron levantadas y son constantemente modificadas por sus inquilinos y otras por el simple ahorro de costes de las empresas constructoras.
Después de la catástrofe de 1999, más de seis mil personas fueron juzgadas por negligencias vinculadas al terremoto, pero sólo una, el constructor Veli Göçer, fue condenada a prisión. Tras haber cumplido cinco años de su condena a prisión de 18 años, Göçer -en una entrevista publicada por el diario "Habertürk"- acusa al Estado turco de ser, en parte, culpable de las muertes, ya que es la administración quien otorga las licencias de obra y el gobierno quien aprueba las leyes que rigen el sector.
Desde aquel gran terremoto, el Ayuntamiento de Estambul -donde miles de personas se vieron afectadas- ha gastado unos 80 millones de euros en estudios sobre los edificios y en su adecuación para resistir movimientos sísmicos de gran magnitud, según un cálculo de la revista "Newsweek Türkiye".
No obstante, según expertos como el profesor de Ingeniería Civil de la Universidad del Bósforo Semih Tezcan, la metrópolis turca "no está preparada para otro terremoto" a pesar de que la región de Mármara es la más desarrollada de toda Turquía. "En Estambul hay un millón de edificios, sólo un uno por ciento ha sido reforzado. Hay 3.000 escuelas y sólo 250 han sido reforzadas y hay 635 hospitales públicos, de los que sólo 10 están preparados", explicó Tezcan en declaraciones al diario "Milliyet". El mayor temor de los estambulíes es que se vuelva a producir otro gran seísmo (una de cada cuatro personas que sufrieron el terremoto de 1999 tiene problemas para dormir o sufre traumas psicológicos).
Además, en los últimos años han proliferado pseudo-científicos que, de televisión en televisión, anuncian la proximidad del Gran Terremoto, como si de aciagos Nostradamus se tratara, y las empresas aseguradoras aprovechan los miedos de la población para vender "paquetes anti-terremoto". "No habrá un terremoto en Estambul al menos hasta 2015. Si así sucediera, sería algo inesperado para el mundo científico", opinó el presidente de la Cámara de Ingenieros Geofísicos, Ahmet Ercan, en declaraciones a "Habertürk".
El profesor de Geofísica de la Universidad Técnica de Estambul, Haluk Eyidogan, sin embargo, alertó de que la ciudad del Bósforo tiene que estar preparada en cualquier momento para cualquier cosa, ya que "en los últimos 200 años la región de Mármara ha sufrido 50 terremotos de una magnitud mayor a los 6,5 grados".
La única consecuencia positiva que trajo aquel terremoto -y un mes después el que se registró en Atenas- fue el espíritu de solidaridad entre turcos y griegos, dos naciones enfrentadas durante siglos. La sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y los cuerpos de protección civil se organizó rápidamente y se enviaron equipos de rescate griegos a Turquía, algo que cambió la percepción de los vecinos. Desde entonces, las relaciones entre los dos países se normalizaron y la cooperación aumentó considerablemente.
1 comentario:
Andrés cuando de temblores se trata,primeramente la población que vive en zonas de riesgo sísmico debe capacitarse y adiestrarse para asumir responsabilidades ante un eventual evento natural o inducido por el hombre,,estas eventualidades se minimizan al saber la población que hacer, que conexiones realizar, como proceder dentro del hogar, escuela o edificio de grandes concentraciones de personas,que hacer antes, durante y después de un sismo por ejemplo.
En cuanto al conflicto histórico entre Griegos y Turcos y que los Griegos reconciliaran sus posiciones contradictorias en los momentos dificiles que vivio Turquía en el sísmo del 99, es muestra de que si puede haber reconciliación pero para ello se debe practicar la tolerancia y el respecto como elementos para la construcción de la Paz. Un beso Andrés.
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