La multiétnica ciudad de Kirkuk, con grandes reservas de hidrocarburos, se ha convertido en objeto de disputa entre el gobierno central de Irak y la autonomía del norte del país dirigida por el Gobierno Regional del Kurdistán (KRG).
Los kurdos exigen el cumplimiento del artículo 140 de la Constitución iraquí, que prevé la celebración de un referéndum de autodeterminación para decidir si diversas poblaciones en disputa del norte de Irak -entre las que destaca Kirkuk- se incorporan a la región del Kurdistán iraquí o permanecen bajo el dominio de Bagdad. Aunque el nivel de la violencia interétnica de años pasados ha descendido, la cuestión de Kirkuk sigue produciendo tensiones y enfrentamientos entre kurdos, árabes y turcomanos, pues gran parte de las dos últimas comunidades no acepta que la mayoría kurda fuerce la anexión de la ciudad al KRG.
"Kirkuk para el Kurdistán", clama seguro un transeúnte en uno de los zocos que dominan los kurdos. Los 'peshmerga' (milicianos kurdos), ocuparon esta y otras ciudades del norte de Irak tras la invasión estadounidense de 2003 que acabó con el régimen de Sadam Husein y aún controlan buena parte de Kirkuk, 250 kilómetros al norte de Bagdad, a excepción de algunos barrios de mayoría claramente árabe o turcomana. Kirkuk está prácticamente tomada por los policías y 'peshmerga' kurdos, el ejército iraquí y diversos grupos de seguridad privados, y la mayoría de edificios con un mínimo interés estratégico están protegidos por grandes muros de cemento, barricadas y alambre de espino.
"En 2003 tuvimos la opción de enviar a los 'peshmerga' y echar a los árabes de Kirkuk, pero decidimos que el proceso debía ser democrático", explica Sadi Ahmed Pide, portavoz de la Unión Patriótica del Kurdistán (PUK), uno de los dos grandes partidos kurdos. Se refiere a los colonos árabes llevados a Kirkuk por el régimen de Sadam Husein durante su política de arabización, cuyo objetivo era alterar la demografía del Kurdistán iraquí. Más de 100.000 de estos colonos árabes de Kirkuk han sido ya repatriados al sur, aunque esto no parece suficiente para el KRG.
"Sólo en la provincia de Kirkuk, el régimen de Sadam destruyó 779 pueblos kurdos y en todo el país mató a 182.000 kurdos", recuerda Kemal Kirkuki, presidente del parlamento del Kurdistán iraquí. "No reclamamos las zonas en disputa como kurdas porque sí, sino porque hay documentos de la época otomana que las definen como kurdas. Incluso los geógrafos árabes, desde el siglo XVI, llamaban Kurdistán a estas zonas", añade.
Una de las claves de la disputa -aunque no lo reconozcan las partes- es el rico subsuelo de Kirkuk, del que se extrae un millón de barriles de petróleo diarios. Abu Ibrahim, miembro destacado de la comunidad árabe de Kirkuk, es moderadamente optimista respecto a la solución del problema, ya que considera un "paso positivo" la aprobación el pasado domingo de la ley electoral iraquí, que permitirá a Kirkuk participar en los comicios como el resto del país, algo que no ha ocurrido desde 2005. Aún así, considera que la población árabe de Kirkuk necesita "garantías" de que sus derechos serán respetados por los kurdos.
El presidente del Kurdistán iraquí, Masud Barzani, ha amenazado en repetidas ocasiones con que si no se cumple la Constitución y se celebra el referéndum, el Kurdistán iraquí podría vengarse proclamando la independencia de su territorio.
En este tema los kurdos lo tienen claro. "Nosotros en ningún caso vamos a abandonar nuestros derechos. Intentaremos que la solución sea por la vía pacífica y del diálogo y no seremos los primeros en disparar. Pero en ningún caso vamos a abandonar nuestros derechos", subraya Kirkuki.
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