Las pequeñas minorías de Irak luchan por sobrevivir en medio de las luchas políticas y militares entre los grandes grupos étnico-religiosos (árabes suníes, árabes chiíes, kurdos).
Aunque la violencia sectaria en Irak se ha reducido en los últimos años, la vida para las comunidades étnico-religiosas más pequeñas como la turcomana, la cristiana, la yezidí o la shabak no es fácil.
Un informe publicado hoy por Human Rights Watch (HRW) alerta sobre la situación de estas minorías "atrapadas" en territorios disputados entre Bagdad y el Gobierno Regional Kurdo (KRG), que administra tres provincias norteñas de modo casi independiente y exige parte de otras cuatro, formalmente bajo dominio árabe. "Las minorías de Irak se encuentran en una posición cada vez más precaria, mientras el Gobierno central, dominado por árabes, y el KRG compiten por los territorios en disputa. Estos territorios contienen la mayor diversidad étnica, cultural y religiosa del país", explica el informe. La ONG subraya el caso de los ataques a las minorías cristiana, yezidí y shabak de la provincia de Nínive cometidos tanto por grupos extremistas árabes suníes, que las acusan de ser "infieles", como por las fuerzas de seguridad kurdas, empeñadas en anexionar estos territorios al Kurdistán iraquí.
"Todo el mundo ha sufrido estos años en Irak, pero las minorías especialmente. Los cristianos no tenemos un partido político fuerte que nos defienda y los poderes occidentales, sobre todo, Estados Unidos, se han olvidado de nosotros", cuenta el padre Sabri, de la iglesia St. Joseph de Erbil. En 2003, la comunidad cristiana de Irak (mayormente católicos de rito caldeo, siríaco o árabe) contaba con un millón de personas -el 6 por ciento de la población iraquí-, pero durante estos años se ha reducido a la mitad.
"Cientos de miles de cristianos han huido del país. En el sur de Irak, por ejemplo, el cristianismo ha desaparecido, a pesar de llevar siglos arraigado en esta tierra", añade el sacerdote. Los cristianos que han decidido permanecer en Irak han tenido que refugiarse en el norte kurdo, donde existe mayor seguridad. Es el caso de Meryem, una cristiana que tuvo que abandonar su hogar en Bagdad para instalarse en Ankawa, el barrio cristiano de Erbil, la capital del Kurdistán iraquí.
"En los últimos años hemos tenido que cerrar centros importantes para el Cristianismo en Basora, Bagdad, Mosul y Kirkuk. Hemos acogido a más de 50.000 familias aquí en el Kurdistán, porque el ambiente es más democrático y seguro", relata Rayan Panlos Atto, pastor de la iglesia de Mar Qardaj, también en Erbil.
Aún así, no todo el mundo está contento y algunas familias reclaman que el KRG se ha quedado con tierras pertenecientes a los cristianos. "Saddam Hussein nos quitó las tierras de las afueras de Erbil, luego los kurdos nos las devolvieron en 1991; los americanos se las quedaron en 2003 y ahora las ha cogido el gobierno kurdo y ha edificado el aeropuerto sin darnos ninguna compensación", se queja una cristiana.
Mientras que en Bagdad los grandes grupos suní, chií y kurdo debaten sobre el reparto de poderes, las minorías se van quedando cada vez más fuera de juego. Los cristianos continúan su éxodo hacia el norte de Irak o fuera del país. En la iglesia de St. Joseph, un hombre vigila aburrido la puerta del templo con sus manos puestas sobre la culata de un kalashnikov.
1 comentario:
Hay gente que pase lo que pase, siempre sale perdiendo...
Un abrazo a los dos, y cuidadito por esas tierras!!
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