KAYSERI El Ramadán es un periodo de recogimiento espiritual para los 1.500 millones de fieles que profesan la religión de Mahoma, cuyo máximo signo externo es el ayuno que realizan de sol a sol.
De las cuatro sedes del Mundial -Estambul, Ankara, Izmir y Kayseri-, en la que más se aprecian los efectos del ayuno es en ésta última. Durante el día, los habitantes de una Kayseri silenciosa y apática procuran resguardarse a la sombra para reservar la energía de sus estómagos vacíos y hasta la caída del sol son pocos los que comen, beben o fuman en público.
Seis de los 24 equipos clasificados para este Mundial de Baloncesto -que coincide con el Ramadán 2010 (11 agosto - 8 septiembre)- proceden de países cuya religión mayoritaria es el Islam. ¿Cómo lo viven los jugadores? ¿Siguen la costumbre islámica también durante este apretado y competitivo torneo?
En Turquía, un Estado de estricto laicismo, el Ramadán no suele condicionar la vida de quien no sigue esta costumbre islámica. "Los jugadores son libres de llevar a cabo el ayuno o no. Pero en este caso ninguno ayuna", afirma una fuente del equipo turco, que comanda el grupo C con dos victorias.
Lo mismo ocurre en el equipo de Costa de Marfil, un país en el que el 40 por ciento de sus habitantes son musulmanes, mientras que un tercio son cristianos. "Nuestros jugadores están en competición, así que no ayunan", explica tajante un representante marfileño.
Hay leyendas del baloncesto que por su fuerza física y mental han sido capaces de soportar el esfuerzo que suponen las horas sin comida y agua para luego rendir tan bien, o incluso mejor, en la cancha. Es el caso del gran Hakeem Olajuwon, pívot de los Houston Rockets, que llegó a ser elegido mejor jugador del mes de la NBA en febrero de 1995, en pleno Ramadán.
Ese quizás es el modelo de Fadi El Khatib, el único jugador del Líbano que es capaz de ayunar y jugar como una estrella. Lleva 61 puntos en todo el torneo (el máximo de su equipo) y no se permite beber agua durante los partidos hasta que la llamada del muecín anuncia la puesta de sol. El Líbano es un estado multiconfesional que se sustenta en un complejo equilibrio religioso -el primer ministro es siempre un musulmán suní, el presidente de la República, un cristiano maronita y el presidente del parlamento un musulmán chií- pero cuyas costumbres religiosas son en cierto modo relajadas. Por ello, los otros cuatro compañeros musulmanes de El Khatib han decidido que cumplirán con la norma islámica al final del campeonato, igual que los tunecinos.
"Nuestros jugadores comen y beben normalmente ya que desde hace dos meses, cuando comenzaron a preparar el Mundial, acordaron con el entrenador que ningún jugador ayunaría durante el Ramadán, para poder estar en forma. Tras el campeonato, lo harán y recuperarán los días", explica a Efe el jefe de prensa del equipo, Kais Reguez. Aunque el estado tunecino tiene religión oficial -la islámica- está muy lejos de las corrientes más conservadoras, pero en la práctica, durante el Ramadán, la mayoría de los establecimientos como bares y restaurantes -fuera de las zonas turísticas- permanecen cerrados.
Los imanes que aconsejan desde internet -especialmente a través de servicios religiosos del Golfo Pérsico, donde se sigue una vertiente mucho más conservadora del Islam- aseguran que la práctica de deportes no exime de la práctica del ayuno. Pero los jugadores de los equipos que han acudido a Turquía pueden escudarse en el versículo 183 de la sura Al-Baqara del Corán: "(Ayunad) durante un número fijo de días, pero si uno de vosotros está de viaje, puede hacerlo (después) por el mismo número de días".
Jordania, por su parte, es un país laico pero su población es mayormente conservadora y el ayuno tiene cierta influencia en la vida pública. En el equipo jordano, colista del grupo A, "unos pocos" jugadores siguen el ayuno, pero no los más importantes del equipo. "Por desgracia, la hora en que jugamos los partidos no es adecuada que ayunen", explica el responsable de relaciones públicas de Jordania, Maamoon Baidoun.
Más difícil lo tienen en la teocracia iraní, en la que todos los musulmanes -no así sus minorías cristiana y judía- están obligados por ley a ayunar durante Ramadán. De hecho, hace unas semanas, el fútbol de la República Islámica se vio sacudido por la noticia de que el popular futbolista Ali Karimi había sido expulsado de su club -dirigido por un ex miembros de los Guardianes de la Revolución- por no seguir este precepto islámico. Por el contrario, el equipo iraní de baloncesto, según explica a Efe el segundo entrenador Hatami Mehran, ha sido eximido de realizar el ayuno por las autoridades del país a condición de que lo mantengan tras el Mundial.
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