25 marzo 2007

Newroz: el año nuevo kurdo

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La primavera kurda (El Periódico)
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ANDRÉS MOURENZA
ESTAMBUL Cuenta la leyenda que hace 3.000 años, durante el reinado del asirio Zuhak, no existía la primavera para los kurdos, pues tal era la crueldad del monarca que cada día exigía el tributo de un joven del que se comía los sesos. Pero el herrero kurdo Kawa, quien se negaba a entregar a sus hijos al tirano Zuhak, organizó un ejército de jóvenes rebeldes que marchó contra el palacio del rey un 20 de marzo: tras derrotarlo, regresó la primavera al día siguiente. Y para avisar a los pueblos de Mesopotamia de que ya eran libres, Kawa armó un gran fuego. Por eso el Newroz, considerado el año nuevo kurdo, se celebra saltando hogueras en el equinoccio de primavera.
Esta historia, tomada de la mitología persa, fue recuperada por los kurdos para reafirmar su identidad oprimida y reivindicar sus derechos. Los nacionalistas kurdos la convirtieron durante los años 90 en un "día de resistencia" frente al Estado turco y en esa década cada llegada de la primavera se convertía en la reanudación de los sangrientos combates entre el Ejército y los seguidores del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), grupo armado considerado terrorista por la UE, EEUU y Turquía.
Pero las cosas han cambiado en los últimos años. Hoy, los municipios de Turquía ceden lugares para las celebraciones del Newroz, el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, salta su propia hoguera e incluso el Ejército ha impreso carteles felicitando el Newroz de este año. Es un modo de intentar despolitizar la fiesta kurda reclamando que también otros pueblos turcomanos en Asia Central la celebran.
Pero el tema kurdo sigue levantando ampollas y las celebraciones del Newroz se realizan rodeadas de grandes medidas de seguridad. En Estambul, una de las ciudades a la que muchos kurdos se ven obligados a emigrar huyendo de la situación de pobreza del sureste de Turquía, unas 50.000 personas festejaron el miércoles el Newroz vigilados por varios miles de policías. "Nosotros venimos aquí pidiendo paz. ¿Ellos qué piden?", se queja Diyar señalando a la policía.
"Esta es nuestra fiesta, un día de felicidad para mostrarnos todos unidos y reclamar nuestros derechos", explica Adurrahim, un hombre que viene acompañado de su mujer y su hijo pequeño. Sentados en la enorme explanada de Kazliçesme, las familias improvisan un picnic, bailan en corro canciones tradicionales kurdas emitidas por los enormes altavoces de la organización o enarbolan banderas con los colores rojo, verde y amarillo, la bandera del Kurdistán.
Cuando se acerca el momento de encender las hogueras, un grupo comienza a lanzar eslóganes a favor del líder del PKK, Abdulá Ocalan, encarcelado en Imrali: "Los jóvenes somos los fedayines de Ocalan" y la organización se esfuerza por acallar los gritos y pedir, en turco y en kurdo, que no se provoque.
"Espero que algún día podamos ver un Kurdistán independiente", reclama Baran, uno de los participantes. E Isset: "Queremos vivir en hermandad bajo el mismo techo, no importa si en Turquía o en el Kurdistán", aunque dice preferir un Estado kurdo.
Pero no todos opinan igual. Ismail, Davut y Mehmet se consideran "ciudadanos turcos" y no quieren un Estado independiente, pero piden que se respete la lengua kurda para que sus descendientes puedan estudiar en el mismo idioma que hablan en sus casas. "Tenemos cierta libertad, por eso nosotras podemos estar aquí bailando --concede Seve--, pero no podemos hablar libremente nuestra lengua. Queremos más libertad".
Los nombres, prohibidos
Aunque existen publicaciones en kurdo como el periódico Amadiya Welat y, desde el año pasado, emisoras legales en esta lengua, el kurdo no está permitido en lugares oficiales ni en actos políticos (los nacionalistas kurdos del partido DTP han sido condenados por utilizarlo). Incluso poner nombres kurdos está prohibido.
El tema más sangrante es la situación social en el sureste, donde se concentra la mayor parte de los 12 millones de kurdos de Turquía. Los más de 20 años de guerra entre el PKK y el Ejército turco provocaron el desplazamiento de tres millones de personas y la destrucción de miles de pueblos. La economía de esta región no termina de salir a flote y el paro está muy extendido.
Diyar tenía solo 12 años cuando el Ejército turco asesinó a su tío y a tres de sus primos mientras llevaban a pastar a las ovejas, además de destrozar su aldea, por lo que tuvo que emigrar a Estambul. "Esto no se puede olvidar, pero ya estamos cansados de tantas muertes --afirma--. Necesitamos paz y una política más social, pero para el Gobierno seguimos siendo ciudadanos de segunda. Se debe encontrar una solución: un Estado federal o crear una región especial para los kurdos".

2 comentarios:

röşariö dijo...

El Nevruz es fiesta oficial en Turquía??? Cuando he chateado con mis amigos turcos sobre esta fiesta, uno de ellos -que es como más radical,quizás por ser muy joven- hizo un gesto raro, como siempre que le hablo de los kurdos. El vive en la parte más al Este de Turquía, en Sanliurfa y tiene una mezcla de talibán y gigolo que me hace gracia: es muy creyente, muslim convencido, pero luego tiene unos gustos muy europeos, muy occidentales, como la ropa o los coches o los ciber-juegos.... Asé me parece a mi Turquía, un contraste entre Occidente y el Islam, que viene de siglos......

Anónimo dijo...

El los paises de cultura persa, de antigua religion mazdeista también celebran dicha festividad por ejemplo iran, cuya celebración está muy estendida, más que en paises de lengua turca.

En cuanto al problema kurdo, el verdadero problema es la esquizofrenia ciega del nacionalismo turco. Para el que sólo exista un sólo pueblo, nación.. No les da la gana de ver los ejemplo que tienen alrededor: el bulgaría la minoria turca es parte de la coalición de gobierno y en macedonia los albaneses musulmanes también. Esto sería la solución para turquia, pero no hay peor enfermo que el que no se quiere curar.