A pesar de pasar bastante desapercibido en la prensa, ayer 9 de mayo, se celebró el Día de Europa. Se trata de un buen momento para repasar el estado de las negociaciones de adhesión entre Turquía y la UE.
Precisamente ayer, el comisionado europeo para Asuntos Administrativos y Anti-Fraude, Siim Kallas, anunció su visita a Turquía a partir de hoy y por tres días. Según publica el diario Hürriyet, Kallas alabó los esfuerzos de Turquía por unirse al grupo europeo y apoyó su candidatura.
Las negociaciones, como es bien sabido, pueden prolongarse por 10 ó 15 años y se basan en la apertura de diversos capítulos de negociación. La estrategia ha sido comenzar por los llamados “asuntos blandos” que, teóricamente, no crearían demasiados problemas, como “Cooperación tecnológica y educación”, “Sanidad e higiene” o “Comunicación y transportes”. Sin embargo, éste último ha vuelto a despertar las rencillas entre griegos y turcos respecto al tema de Chipre. Turquía firmó el pasado verano el Protoco Adicional de la UE que supone la extensión de su Unión Aduanera a los países que los 25 integraron en 2004, incluído Chipre, lo que supone la apertura de puertos y aeropuertos turcos al comercio con la República de Chipre. Este país no es reconocido por Turquía a raíz de la división en dos partes de la antigua colonia británica en dos partes: la República de Chipre (de mayoría griega) y la República Turca del Norte de Chipre (sólo reconocida por Turquía y la Organización de la Conferencia Islámica).
Mientras Grecia y Chipre juegan sus cartas intentando presionar a la UE para que haga efectiva la normalización comercial entre Chipre y Turquía, éste último país se niega a abrir sus puertos y aeropuertos a la parte griega en tanto no sea solucionada en el marco de la ONU la división de la isla (los griegos prefieren una solución de la UE dado que poseen derecho a veto en sus instituciones).
Uno de los problemas que enfrenta Turquía es la aplicación de la legislación europea, el llamado “acquis communitarie” a su sistema legal, como muestra el caso del objetor de conciencia Osman Murat Ulke que, tras haber ganado su caso en la Corte Europea de Derechos Humanos, espera que ahora la sentencia se cumpla también en su país.
Tema espinoso es también el “genocidio armenio”, donde chocan las versiones de los dos países enfrentados, Turquía y Armenia. A pesar de haberse producido en plena I Guerra Mundial, bajo el gobierno otomano –muy diverso a la actual república- algunos oponentes a la integración turca lo ventean como argumento para impedir una posible entrada.
Con todo, los mayores problemas llegarán cuando se discutan los asuntos económicos.
La población turca ve las negociaciones con la UE con una mezcla de esperanza y hastío. Esperanza pues intuyen los beneficios que podrían obtener de la adhesión pero hastío por el largo tiempo que deberá transcurrir para que puedan hacer efectivos sus derechos sociales (se baraja la posibilidad de posponer sine die el acceso de ciudadanos turcos a otros países de la UE aún cuando se concluyan las negociaciones). Además no perciben grandes avances a pesar de las concesiones que hacen a la unión -liberalizaciones y privatizaciones, pérdida de poder decisorio…- en un país muy caro a su soberanía nacional.
Mientras, en Bruselas, perdida como está la UE en sus problemas internos, la integración turca se ve posible aunque se intentará retrasar todo lo posible. Por el momento, los tecnócratas europeos se han embarcado en la integración de los países balcánicos (Macedonia, Croacia, Bosnia…) a pesar de la dificultad del proyecto. ¿Qué futuro nos depararán los inextricables caminos de la Brusología y la política turca? Sólo cabe esperar.
Dossier elaborado por The New Anatolian con motivo del comienzo de las negociaciones, el pasado 3 de octubre de 2005.
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