15 febrero 2009

Los medios de comunicación y los estudiantes

Uno de los temas donde la desinformación se hace más patente en los medios de comunicación es en las noticias relacionados con la educación y, más concretamente, con las protestas estudiantiles. Cuando se produce una protesta de estudiantes, sea cual sea su motivo, los medios de comunicación, en lugar de tratar de investigar o informarse sobre qué sucede y cuáles son los procesos que se hayan detrás del malestar estudiantil, recurren directamente, por un lado, a las imágenes más violentas de las protestas, si las hubo, y a los comunicados institucionales de la propia Universidad o del gobierno central/autonómico. Como mucho, se menciona a algún 'portavoz' estudiantil como modo de dar a la noticia mayor sensación de imparcialidad. Pero eso no es periodismo, al menos no es periodismo bien hecho. Todos los que trabajamos en este oficio sabemos que la redacción de un tema 'de conflicto' (cualquiera que sea el tipo de conflicto: laboral, académico, político o militar) exige informarse lo suficiente no para tomar partido o reflejar la postura sólo del que se considera lleva razón -dar cabida a la voz de todas las partes en conflicto es un sine qua non del periodismo-, sino para entender qué está sucediendo y más cuando se trata de una parte tan importante de la sociedad, los estudiantes. Es decir, la generación del futuro.
Conozco este tema bien porque lo he vivido en mis carnes, como estudiante y como periodista. Parece ser que los medios de comunicación duden de la inteligencia o de la capacidad de discernimiento de un estudiante, como si, además de jóvenes, fuesen menores de edad mentales.
La última muestra es el desalojo por parte de los antidisturbios de los Mossos d'Escuadra de los estudiantes pertenecientes a la asamblea de la universidad Pompeu Fabra (Barcelona) que protestaban de forma pacífica (un encierro en una parte del recinto) contra el traslado de varias facultades de esta universidad al Campus de Poblenou en la noche del 12 al 13 de febrero (ver vídeo). El nuevo campus se halla en una zona perteneciente al plan 22@ del Ayuntamiento de Barcelona, rodeado de sedes de grandes empresas, como puede ser Mediapro, para facilitar, según dice la misma universidad, el intercambio entre la empresa y la universidad. Es por eso que los estudiantes de la Pompeu Fabra consideran que se trata de un paso hacia la mercantilización de la universidad, es decir, de poner al servicio de la empresa una rama de la educación que, teóricamente, debería servir para formar al estudiante en el conocimiento, el debate, el análisis, la interpretación...
He aquí un ejemplo de la información sobre esta protesta en la web de los servicios informativos de TeleCinco, escrito a base de servicios de agencias de noticias, por lo que es de suponer que otros medios de comunicación habrán informado de similar manera. PULSAR PARA LEER
A pesar de dar cabida a la voz de los estudiantes, el texto da bastante más importancia al comunicado de la universidad Pompeu Fabra (UPF), probablemente ordenado por el mismo rector al que se criticaba en la protesta, y en él se dicen cosas como que "la mayoría (de los estudiantes que participaron en la protesta) no eran de la UPF)" Bueno, los estudiantes, en cambio, aseguran que la mayoría formaba parte de la asamblea de estudiantes de tal universidad.
Otro ejemplo, se publica la parte del comunicado en que la UPF asegura: "Después de diversos intentos de diálogo y de negociación y ante su reiterada negativa a abandonar las instalaciones de la Universidad, se ha pedido la intervención de los Mossos d'Esquadra para mantener la normalidad en el campus y evitar la ocupación". Por lo que me han comentado estudiantes de esa misma universidad, el 'talante dialogador' del rector Josep Joan Moreso es de sobra conocido. Cuando accedió a recibir a los estudiantes para 'debatir' el tema de la adaptación al proceso de Bolonia les dijo de antemano, simple y llanamente, que nada iba a cambiar su postura. Ésa es una buena manera de comenzar una negociación.
Por otra parte, en la información nada se dice sobre la, ciertamente, anormalidad de que los antidisturbios penetrasen a la universidad para poner fin a una protesta pacífica. Las universidades gozan de autonomía universitaria, lo que, entre otras cosas, implica que la policía no puede penetrar en los campus sino es por petición explícita del rector. Comparémoslo con las protestas del pasado diciembre en Grecia, mucho más violentas, pero en las que ningún rector se atrevió a pedir a la policía que pusiese fin a las ocupaciones sabiendo que los universitarios son celosos de su autonomía. Y con razón. En Barcelona aún duele la intervención de los antidisturbios para reprimir la protesta contra la visita del entonces presidente del gobierno, José María Aznar, a la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1999. Poco después, Aznar sería declarado persona non grata por el claustro de la universidad barcelonesa por lo que no podrá volver a poner un pie en su campus.
Pero mejor, para comparar, veamos qué escribe uno de los estudiantes desalojados:
"Pocos días antes del jueves 12 de febrero de 2009, Marc Sanjaume, ex representante de los estudiantes en el Consell Social de la UPF, recibe una llamada del rector. Éste, nervioso, le pregunta si sabe si van a encerrarse por la noche, a lo que añade que impedirá por cualquier medio que lo hagan. Cuando llegamos el día doce a la Universidad, nos encontramos con un aviso extraordinario, el campus se cerraría a las nueve, en vez de a la una como otros días. Y lo que es más grave, cuando a partir de las ocho de la tarde estaba llegando un gran número de personas, cambian las hojas de aviso e indican que el campus se cerrará a las 20.15, intentando impedir que accedieran otros estudiantes. Se impide, de la misma manera, que entre la prensa. Los intentos por conseguir que no entren estudiantes son en vano. Se congregan en la cafetería provisional del campus alrededor de una centena de asamblearios, la gran mayoría de ellos de la Pompeu. Sobre las ocho de la tarde, cuando está empezando la asamblea, recibo una llamada desde la Conselleria de Interior. Se sabe ya que si no salimos del campus, el rector llamará a los mossos d’esquadra para que nos desalojen. Se propone por parte de la Universidad que se nos dejará un espacio en el acto de inauguración a los estudiantes para que expresemos nuestras demandas si abandonamos ya el edificio. Los estudiantes pensamos que ése era un derecho que ya teníamos y no accedemos a la petición. Los mossos aparecen sobre las once y media de la noche. Los setenta estudiantes que permanecemos resistimos de forma pacífica, agarrados los unos a los otros. Los policías nos desalojan de forma violenta, provocando numerosas contusiones y dos heridos, uno de ellos con el labio partido. "
Pueden leer el artículo completo en el blog TeoremaFilmeStudio . Es más, les recomiendo encarecidamente que lo hagan. No sólo porque quien lo firma es mi hermano, sino porque está escrito de esa forma académica y analítica tan necesaria hoy en día para comprender las cosas, cuando en los medios de comunicación nos empeñamos en simplificar los hechos para, supuestamente, permitir una mejor comprensión y, en realidad, lo que estamos haciendo es derivar los procesos a simples tópicos. El artículo de Daniel Mourenza nos permite ligar un hecho concreto (la noticia del desalojo y la protesta en sí) con cuestiones mucho más amplias como son las transformaciones en la educación y en la economía a nivel global.
Paso ahora a otro tema que está y no está relacionado directamente con la protesta de la UPF. Me refiero al llamado "Proceso de Bolonia", que además se menciona como una de las causas de la protesta desalojada en la noticia de TeleCinco. En pocas palabras, este proceso pretende estandarizar las carreras universitarias de los países de la Unión Europea y crear, así, un espacio europeo común para toda la educación, facilitando la movilidad de los estudiantes. Esto, en principio, es algo positivo y como tal lo han reconocido las asociaciones de estudiantes. Pero durante ese proceso se ha aprovechado para muchísimas otras cosas que no tienen nada que ver con este tema. Por poner sólo algunos ejemplos, ya que este tema afecta sólo tangencialmente al contenido de este blog: cada país ha terminado adaptando sus carreras como bien les ha parecido (como suele ocurrir con las normativas UE) por lo que el objetivo final de Bolonia queda en entredicho; a la vez, se ha aprovechado para 'unificar' carreras, en su mayoría relacionadas con las Humanidades, lo que reduce la especialización de cada una de ellas (¿por qué? probablemente porque son consideradas carreras 'poco productivas' desde el punto de vista empresarial); también se ha profundizado en la penetración de agentes ligados con el mundo empresarial en los órganos de dirección de las universidades (¿para qué?); se ha creado un sistema de titulaciones (grado generalista de 3 años + máster de especialización de 2 años) cuya utilidad está poco clara (este sistema lleva años vigente en Italia con unos resultados más bien nefastos, véase el libro "Tre più due uguale a zero" -Tres más dos igual a cero-) ; se pone en práctica un sistema de créditos ECTS que implica la dedicación total al estudio (es decir, la práctica imposibilidad de que un universitario trabaje al mismo tiempo para pagarse sus estudios), lo cual estaría bien si fuese acompañado de un aumento del número y cantidad de las becas (pero no, se prefieren los créditos financieros que luego debe pagar el estudiante al terminar sus estudios)...
Y, luego, aparecen en la prensa artículos como éste en el que poco menos que se califica de tontos desinformados a los estudiantes que protestan contra Bolonia (lean especialmente los puntos que aparecen abajo sobre lo que, supuestamente, Sí significa Bolonia y lo que No). Diré una cosa, durante mis años de universitario en la UAB, que, después de todo, quedan bastante cerca, formé parte de la Associació de Estudiants Progressistes (AEP). Durante el curso 2003-2004, cuando aún nadie hablaba en los medios de comunicación sobre el Proceso de Bolonia pero ya había comenzado a gestarse a nivel de política europea, nuestra asociación decidió establecer un comité que se dedicase a estudiar todos los documentos relacionados con tal proceso: declaraciones de los ministros de la UE, declaraciones de la Comisión Europea, borradores, directivas, etc. No era trabajo fácil porque se trataba de políticas en proceso de gestación -y a nivel europeo- por lo que no había nada demasiado claro. Aún así, mis compañeros hicieron un buen trabajo. En nuestras reuniones de la AEP, cada dos semanas, dicha comisión nos explicaba qué informaciones había recabado y debatíamos sobre ello (eran, y siguen siendo, reuniones de horas y horas de duración que nosotros, voluntariamente, restábamos a nuestro tiempo libre). He de decir también, y lo digo de buena fe, que nuestra posición respecto al proceso de Bolonia era neutral, como no podía ser de otra forma hasta que nos hiciésemos una ide de qué se estaba gestando y porque se trataba de un proceso cuyo resultado era, todavía, incierto. Los primeros documentos que parió AEP sobre el tema no tomaban tampoco posición. En ellos incluíamos explicaciones sobre qué era el proceso, qué oportunidades ofrecía y que puntos oscuros le veíamos. Digo bien oportunidades, porque nosotros creímos que, si esta reforma se llevaba a cabo de una manera correcta, podría haber solucionado muchos problemas que afectaban y afectan a la universidad. Estos documentos, en versiones completas de unas 30 páginas, en resúmenes de 10 y de 2 páginas y en folletos informativos se repartieron por aquí y por allá y se pusieron a disposición de todo aquel que quisiera informarse. Lo mismo hicieron muchas otras asociaciones de estudiantes.
No fue hasta uno o dos años más tarde que AEP, igual que otras asociaciones, tomó una postura contraria al Proceso de Bolonia porque advirtió que la reforma caminaba por una senda más cercana a todos los puntos oscuros que habíamos enumerado (algunos de los cuales mencioné ya más arriba) que a los puntos positivos. Desde el inicio del proceso, miembros de AEP y muchos otros estudiantes afiliados a distintas asociaciones, pertenecientes a las asambleas de estudiantes o sin ninguna afiliación utilizaron sus puestos en los diferentes órganos de representación (Consejos de Estudiantes, Consejos Sociales, Claustros, plataformas...) para hacer llegar sus peticiones. En algunos casos se les oyó, en muy raros se les escuchó. Los rectores de diferentes universidades aseguran haber abierto procesos de negociación y/o participación. Lo cierto es que la mayoría acudieron con los oídos tapados. Los estudiantes (y en muchos casos los profesores contrarios a Bolonia o el Personal de Administración y Servicios, PAS) no han contado en este proceso.
Así que, por favor, que no vengan ahora a decir los mass-media que los estudiantes son tontos. Muchos de ellos conocer mejor que cualquier periodista que carajo está pasando en las universidades y qué es Bolonia. Ahora bien, necesitan que alguien les escuche, no sólo les oiga. Y si no es así, más pronto que tarde y crisis económica mediante, sucederá lo mismo que en Grecia y los medios de comunicación y los gobernantes se preguntarán, llevándose las manos a la cabeza, "pero, ¿qué hemos hecho mal?".

5 comentarios:

dudo dijo...

el peligro no está en que suceda lo que en Grecia. El peligro está en que el resto de la sociedad no se da cuenta de que ésto no es un problema de los estudiantes, sino de TODOS. Hay que pensar detenidamente si lo que queremos ser es "mano de obra cualificada" o seres humanos capaces de pensar, de discernir, en definitiva, de elegir.
Por mi parte, el NO a lo que Bolonia quiere imponer está claro.
Ahora paso a otro asunto:
hace un par de meses se produjeron en Logroño dos manifestaciones de estudiantes de secundaria contra el Plan Bolonia: entraron en el campus de la UR, unos ciento cincuenta, con banderas republicanas (lo que me dio vergüenza y pena, por usarlas de ese modo, sin saber lo que representan), y se pusieron a quemar papeleras y a decir barbaridades. Pese a todo, la manifestación recorrió el campus y salió por avenida de la paz, increpando (insultando a voz en grito, más bien) a la policía que estaba cortando el tráfico para que ellos pudieran pasar sin ser atropellados.
Me quedé estupefacta y apenada tras el espectáculo.
Y me pregunto de dónde salieron éstos niñatos. Y de quién es la culpa.
Y me respondo: de los medios de comunicación, que legitiman estereotipos absurdos y promueven el borreguismo.
Y de sus padres.
Y de sus profesores.
De todos.
Qué cacho pena. Joder.

dudo dijo...

andrés, te enlazo en un cuentito que voy a colgar hoy o mañana. ¿te importa?
saludos.

Andrés Mourenza dijo...

Para nada, adelante :)

Anónimo dijo...

amén. Eres un crack. Ya lo sabes, no sé pa qué te lo repito.

Ricard Ribera dijo...

molt bo nanu, m'ha agradat. Per cert el de la foto em sona....
i si pot ser no em fotis més sustos sortint per la tele, que l'altre dia anunciaven un programa d'espanyols perduts pel món i et veig amb les teves barbes...