Kayseri, 22 mar (EFECOM).- Kayseri, ciudad de Anatolia Central, ha experimentado un impresionante desarrollo económico en las últimas décadas con recetas liberales y conservadurismo social, por lo que se ha convertido en el laboratorio del gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamista moderado).
Camino de Kayseri, en medio de la mísera estepa Anatolia, puro pedregal del que solo despunta algún que otro caravasar de la antigua Ruta de la Seda, reluce al sol de invierno un brillante cartel rojo que anuncia la proximidad de un Mac Donald´s.
Las pallozas de los alrededores de Kayseri languidecen pues ya no hay apenas ganado ni uvas; Kayseri ha entrado de lleno en el capitalismo industrial aunque hace sólo 50 años era una ciudad de artesanos y campesinos, cuyas escasas fábricas se mantenían con subvenciones del estado turco y la Unión Soviética.
"A la derecha pueden ver las obras del nuevo estadio, muy similar al Ajax Arena de Amsterdam, y a la izquierda la estación de autobuses, a imitación de la terminal de un aeropuerto austríaco", indica Ilter Sagirsoy, periodista local. "Para tomar ideas destinadas a la remodelación de las pistas de esquí hemos viajado a Toronto (Canadá) y los Alpes".
Las carreteras bien asfaltadas y los altos edificios indican que estamos en un lugar diferente al resto de las provincianas ciudades del interior de Turquía.
Esta ciudad de provincias ha pasado de 60.000 habitantes a 900.000 personas en los últimos sesenta años y sus empresas alcanzaron en 2006 un volumen de negocio cercano a los 2.000 millones de dólares (el 1 % de la economía turca). Un ejemplo, aquí se produce el 1% de la tela vaquera a nivel mundial.
Su desarrollo ha atraído a numerosos estudiosos que coinciden en señalar los parecidos entre la ética protestante de los hombres de negocio anglosajones y la de los empresarios de Kayseri, en su mayoría píos musulmanes.
"La gente de Kayseri tiene una cultura del trabajo, de la producción y del comercio. Saben que si dan un paso correcto, ganan y si no, pierden. Por eso Kayseri cree en la globalización", explica a EFE el alcalde de la ciudad, Mehmet Özhaseki, del AKP.
Pero es también una zona conservadora: el número de mujeres con velo es superior a la media de Turquía, son escasos los restaurantes donde se sirve alcohol y tanto en el campus de la universidad como en los polígonos industriales se levantan los minaretes de las mezquitas.
"Somos conservadores, pero de un modo diferente. La gente de Kayseri siempre está mirando internet y viajando en busca de nuevas ideas. Somos gente abierta al cambio", añade Özhaseki.
El señor Hamdi luce un poblado mostacho negro, viste una gabardina negra y se toca con una boina. Nada lo diferencia de un típico ganadero turco o del dueño de un café de cualquier ciudad de provincias. Sin embargo, la boina es marca Lacoste y él es propietario de la estación de esquí del monte Erciyes.
Los empresarios de Kayseri no hacen ostentación de sus riquezas e invierten buena parte de sus beneficios en el bienestar de la provincia.
La reinversión de los beneficios privados tiene una gran importancia en Kayseri porque es una forma de cumplir con uno de los cinco pilares del islam, la limosna o ´zakaat´, y porque invirtiendo en becas para estudiantes o donaciones a escuelas y hospitales los empresarios trabajan por el futuro de Kayseri, lo que a la larga redunda en su propio beneficio.
De esta forma se ha conseguido que el paro alcance sólo al 3 por ciento de la población (la media turca es del 10) y el analfabetismo entre hombres y mujeres sea casi inexistente.
Es por eso que esta ciudad se ha convertido en el laboratorio político del AKP en un intento de conjugar tradición y modernidad.
Y los resultados son palpables: el alcalde de Kayseri fue elegido en las elecciones locales de 2004 con el 60 por ciento de los votos y las encuestas difundidas por la revista Anadolu Life le otorgan la confianza del 81 por ciento de sus conciudadanos.
"En los últimos años se han hecho importantes trabajos por la democracia y la adhesión a la UE. Siempre habrá críticos, pero los resultados económicos de este gobierno indican que vamos bien y que seguiremos desarrollándonos si Dios quiere", afirmó a EFE el diputado del AKP por Kayseri, Ahmet Öksüzkaya.
"Cada vez más anatolios viven en centros urbanos y han adquirido gustos modernos. Con la urbanización y el incremento del nivel educativo han llegado nuevas ideas sobre las virtudes del trabajo duro y del ser emprendedor", indica el think-tank European Stability Initiative (ESI) sobre Kayseri, demostrando que la cultura y tradición islámica no están reñidas con el capitalismo.EFECOM
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Fotos: (Andrés Mourenza//EFE)
1-Modernidad y tradición. Un típico anciano anatolio de estética conservadora y religiosa esquiando en el monte Erciyes.
2-Futurismo. El Museo Municipal Kadir Has, en una arquitectura futurista. Su interior se asemeja a una nave espacial.
3-Laboratorio Político. El alcalde de Kayseri, Mehmet Özhaseki -centro-, y el diputado nacional por Kayseri Mustafa Elitas -izquierda- (ambos del AKP) en la apertura de una exposición en un centro comercial de la ciudad.
4-Imitación. Las obras del nuevo estadio municipal de fútbol de Kayseri a imitación del Ajax Arena de Amsterdam.
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