29 abril 2009

Barra libre mortal (El Periódico, 27/04/09)

ANDRÉS MOURENZA
ESTAMBUL
"Bebamos para olvidar este falso mundo", dice el parroquiano de un bar en una tira cómica del dibujante turco Salih Memecan. Bebe de su vaso y cae fulminado. "Pues resulta que el alcohol también era falso", exclama su compañero. El alcohol adulterado ha disparado las alarmas en Turquía.
Todo empezó el 27 de marzo, cuando un alemán de 21 años fue encontrado muerto en un hotel de cuatro estrellas de la turística provincia de Antalya, en el sur. Dos amigos suyos, que habían entrado en coma tras ingerir grandes cantidades de alcohol, murieron poco después. En un principio se culpó de este accidente a una sobredosis etílica, pero las autopsias en Alemania revelaron que el vodka que habían bebido estaba adulterado.
Inmediatamente se relacionó este hecho con otras muertes: solo en la provincia de Bursa (noroeste) fallecieron ocho personas en 20 días. Y en todos los cuerpos se encontró rastro de metanol, sustancia altamente tóxica que se emplea en disolventes y anticongelantes.
Competencia feroz
Probablemente, sin la muerte de los jóvenes alemanes --ampliamente cubierta por los medios de comunicación--, este incidente no hubiera tenido tanta repercusión, pero Antalya es un importante polo de atracción de turistas procedentes de Alemania y Rusia. En sus faraónicos hoteles y centros de vacaciones a pie de costa, familias, parejas y grupos de jóvenes pasan sus días de ocio sin prácticamente moverse del lugar, del mismo modo que hacen --o hacían-- en el Mediterráneo español. Todo está incluido: la estancia, la comida y la bebida. Y los precios son relativamente bajos, tanto que se ha convertido en rival para las costas españolas. La competencia es feroz y la crisis económica global no ha hecho sino agudizarla.
Por eso, otro de los efectos de la crisis del alcohol adulterado ha sido revelar las entrañas de este modelo de turismo masivo todo incluido. En Turquía, los impuestos al alcohol y al tabaco son dos veces superiores a la media de la UE. Cada litro de raki, el licor anisado nacional, está gravado con unos 17 euros, y el litro de vodka con 19. Camareros y restauradores del sur reconocen que compran alcohol fabricado ilegalmente porque es mucho más barato y justifican esta peligrosa opción con que la guerra de precios no les deja margen de actuación.
En la misma ciudad de Antalya se pueden encontrar destilerías clandestinas en los bajos de los edificios y, como en todo, también aquí hay clases. Los alcoholes de contrabando buenos no presentan más peligro que las condiciones higiénicas en que se hayan fabricado. Pero también están los malos, elaborados por personas cuya inhumana ansia de beneficios les empuja a utilizar metanol. El problema es que el olor del metanol es muy parecido al del alcohol etílico y su precio, mucho más barato (el litro en Turquía no llega al medio euro).
Desde el 2005, en Antalya se han requisado casi 265.000 botellas con productos tóxicos en vez de alcohol etílico, según la Dirección Provincial de Agricultura. Tras las últimas muertes por alcohol adulterado, el Gobierno ha tratado de estrechar el cerco sobre la producción ilegal: en el hotel donde perecieron los jóvenes alemanes, varios trabajadores fueron detenidos, y esta semana, en las provincias norteñas de Samsun y Giresun, la policía arrestó a 13 miembros de una red de destilado clandestino. Los contrabandistas tenían preparados 1.500 litros de alcohol adulterado, además de otras 20.000 botellas vacías esperando y una imprenta a su servicio.
El caso del raki
"Desgraciadamente, en el actual marco legal, las medidas contra los contrabandistas no son suficientemente disuasorias", se quejó el presidente de los productores de alcohol, Galip Yorgancioglu, en el diario Sabah. Por ello, el Gobierno planea reducir los impuestos sobre el alcohol, con lo que mataría dos pájaros de un tiro: reduciría los beneficios de los traficantes y podría sacudirse ligeramente la etiqueta de islamista radical que le ha colocado la oposición.
Pero sigue habiendo un problema. La UE no permitirá que, como pide Ankara, se haga una excepción con el raki, de 50 grados, y se sitúe al nivel impositivo de la cerveza o el vino, pues exige que se tase como el resto de bebidas de alta graduación, pese a que se bebe rebajado con agua para acompañar las comidas. "¿Quiere la UE que comamos con whisky?", se quejaba un productor turco.

1 comentario:

adriahna dijo...

¡Bueno! Desde luego, era extraño que esos altísimos precios del alcohol no conllevasen consecuencias de este tipo, más aún con el aumento del turismo en Turquía y sus beneficios políticos y económicos...

Creo que lo del metanol pasó en España hace ya muchos años. Si es lo que creo, aquí tuvo también efectos de ceguera en los que consumían, de ahí que ahora se use el término "pillarse un ciego" para las borracheras.

(Por cierto, buena idea eso de bajar los impuestos. Mientras tanto, me piro a tomar una Cruzcampo XD)