Si París bien valía una misa, en Estambul hay un bar que merece todo un repique de campanas. O, si se quiere ser políticamente incorrecto, una llamada a la oración, aunque en él corran y corran los litros de alcohol.
Y no es que Araf (El Purgatorio), que así se llama, sea un lugar digno de las revistas de diseño empeñadas en explorar el lado chic de Estambul, de hecho la decoración es más bien cutre, está cubierto por una techumbre de varillas de maderas tratando de imitar un chiringuito de playa y desde sus ventanas apenas se vislumbra otra cosa que terrados y, allá al fondo, una esquinita del Cuerno de Oro. Pero su aire mestizo lo ha convertido en un refugio atractivo para los jóvenes de Estambul y muchos expatriados que viven en esta ciudad. Debe ser el olfato de fiesta.
Porque las fiestas en El Purgatorio son descomunales, se bebe y se baila como si fuese la víspera del Juicio Final. Durante los fines de semana se concentra tal número de gente que los roces, los choques, el sudor, son inevitables. ¿Qué tiene para atraer tanto? Nadie lo sabe. El disc jockey está en su esquina, con sus platos, ocioso, porque cada sábado las canciones son prácticamente las mismas, así que él se dedica a ligar con las chavalas y a menear al aire los brazos como si el ambiente necesitase aún más fuego.
Araf es, probablemente, el único lugar de Estambul donde te puede recibir una frase en catalán: «En Joan petit quan balla, balla, balla». No es una situación surrealista. Es Dusminguet, cuya música se mezcla con rap francés, grandes éxitos americanos, canciones italianas de los años 60 y el inevitable Manu Chao.
En un momento dado, le llega el turno a la música tradicional anatolia, que en Turquía se baila como cualquier hit en otra parte del mundo. Los hombres alzan los brazos, cual águilas extendiendo las alas, mientras las mujeres contonean sus caderas, y todos ellos mueven los pies a un ritmo imposible de seguir para los no versados. También hay sitio para sirtakis griegos, agitados ritmos balcánicos y bellas canciones armenias como aquella que dice «(los turcos) os quedasteis con nuestras posesiones, ¡anda y que os aproveche!». La pesadilla de cualquier nacionalista o guarda de la moral. Pero esto es un espacio de libertad alejado de los maniqueísmos, un lugar donde ahogar las penurias de la semana laboral.
El bar en cuestión se halla en la cima de un edificio avejentado de la zona de marcha nocturna de Nevizade. Del sótano surge un infierno de música electrónica en un atronador chunda-chunda: es una pequeña discoteca en la que cuatro kiro (macarras) se toman una copa mientras observan bailar a la única chica que se ha decidido a explorar este territorio de Hades.
Araf está, en cambio, a rebosar. No en vano, al purgatorio iremos la mayoría, según la leyenda, pues aquí tampoco nadie está libre de culpa y pocos han sido tan pecadores como para merecerse ese infierno de música bacalao cinco pisos más abajo. El cielo es solo una promesa, una entelequia. El cielo aquí, como en muchos otros lugares, consiste en terminar la noche en pareja.
6 comentarios:
Hola!
Ya buscaré donde esta ese garito, tiene muy buena pinta. De noche en Nevizade no se puede ni andar, ya sabes, pero he descubierto algunos aticos con terraza muy interesantes para tomar la copa tranquilamente al aire libre. Este verano he convencido a algunos amigos para visitar Turquía, y pasaremos algunas noches en Istanbul, para luego ir a la costa, hacia Izmir. A ver si encuentro ese sitio, ya sabes por mi blog que a mi la musicar turca, griega, y balcánica me chifla, así que no me lo puedo perder!.
A ver si saco un ratito, y me leo tu libro para comentarlo en el blog.
Görüsürüz! (A ver si alguna vez, de verdad por allí!).
Aquí te espero, Toni, y ya te llevaré a tomar algo y a bailar al Araf.
un clásico el araf, pero aún no coincidimos nunca por allí (que yo recuerde)
sin duda el garito donde más jastan pista los turcos.
un saludo
Juas, juas, juas. Ya era hora de que le dedicases un post al Araf. Tremendo garito bien merecedor de llamarse El Purgatorio. La única vez que me "entró" una turca fue allí, jeje.
Aún recuerdo --como si te estuviera oyendo ahora mismo-- una de tus célebres frases mientras bailábamos pegados a un grupo de turcas jamonas, sudorosas y algo despechugadas: "Que pena que no ande por aquí XXX (un "célebre" periodista español que "informa" sobre Turquía conocido por su islamofobia) para que viera y conociera la verdadera Turquía".
Un abrazote desde los Madriles, Ilde.
Estuve en este local el año pasado, me encantó. Fui invitado por un amigo músico de Estambul y aún lo recuerdo a la perfección. Me llamó la atención lo de ir a un bar que estuviera en una terraza y claro, acceder a el en ascensor. Tenían una programación musical muy buenas. Los Martes tocaba siempre Selim Sesler. Felicidades por tu trabajo Andrés.
Hola Xurxo y gracias por tus felicitaciones.
La verdad es que la programación musical de Araf es un tanto peculiar. Entre semana hay grupos muy buenos, sobre todo de música balcánica, y el señor Sesler, todo un maestro del clarinete.
Luego llega el sábado y son siempre la misma música (de verdad que no sé cual es el trabajo del dj): todo lo bailable desde Manu Chao al rap francés.
Ahora bien, es muy muy divertido.
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