ANDRÉS MOURENZA
NICOSIA
Si Andreas y Günes, dos agricultores del agreste extremo occidental de Chipre, desean verse para hablar del campo o de la familia deben dar un rodeo de más de cuatro horas, a pesar de que sus pueblos, Kato Pyrgos y Yesilirmak, se encuentran apenas a siete kilómetros de distancia. El problema es que el primero se halla en el lado grecochipriota y el segundo, en el turcochipriota. Les separa la Línea Verde, una zona tapón protegida por la Fuerza de Paz de la ONU en Chipre (UNFICYP).
El pasado 29 de marzo se iniciaron las obras para la construcción de un puesto de control que permitirá que gente como Andreas y Günes se reencuentren. La apertura de este paso –el séptimo desde que se permitió por primera vez a los chipriotas cruzar al otro lado en el 2003– se ha producido gracias a la sintonía entre los gobernantes de la República de Chipre, el grecochipriota Dimitris Christofias, y el de la República Turca del Norte de Chipre (RTNC), Mehmet Ali Talat, ambos izquierdistas y favorables a la reunificación.
De hecho, los dos líderes negocian desde el 2008 poner fin a la división de la isla, que data de 1974, cuando Turquía invadió el tercio norte de Chipre en respuesta a un golpe de estado patrocinado por Grecia.
«Hasta ahora ha habido 70 reu-niones entre los dos líderes. Se han centrado en la cuestión de gobierno y reparto de poderes, que es la madre de todos los problemas. Hay una gran convergencia», explica Ahmet Sözen, un profesor turcochipriota implicado en las negociaciones. Sözen subraya además el hecho de que los actuales gobiernos de Turquía y Grecia –dos países que según la Constitución de Chipre actúan de garantes de la isla– son también favorables a la reunificación.
Sin embargo, esta sinergia podría desaparecer hoy. La RTNC (solo reconocida internacionalmente por Ankara) celebra elecciones presidenciales y las encuestas dan la victoria al nacionalista Dervis Eroglu. Los turcochipriotas podrían volcar sus votos en la derecha, decepcionados por el resultado del referendo de reunificación del 2004 –en el que ellos dieron un sí mayoritario pero los grecochipriotas se opusieron– y por la lentitud de las presentes negociaciones.
«Se trata de un proceso lento por su propia naturaleza y no puede ser de otra manera, pero está siendo productivo. El hecho de que las dos partes sigan negociando a pesar de las enormes dificultades del proceso y de la resistencia dentro de las propias comunidades, demuestra que (Christofias y Talat) están comprometidos en encontrar una solución», añade el portavoz de la ONU en Chipre, José Díaz.
Los sondeos indican que Eroglu aventaja en 10 puntos al actual presidente, aunque debido a una reciente escisión en su partido los expertos rebajan la diferencia a solo 2, lo que podría forzar una segunda vuelta. «Si mi oponente gana, las negociaciones terminarán y encima la responsabilidad recaerá en los turcochipriotas», opina Talat. Su rival se negó a hablar con EL PERIÓDICO.
«Las encuestas muestran que la mayoría de los chipriotas no creen que se vaya a alcanzar una solución, ya que las primeras negociaciones empezaron en 1968. Sin embargo, al preguntarles si quieren una solución, la mayoría responde que sí. Hay deseo, pero no esperanza», analiza el profesor Sözen.
En la apertura del último puesto de control, el campesino Andreas se aproximó a los dos presidentes de la isla y les espetó: «Este nuevo check-point es un gran paso. Pero queremos que negociéis la paz definitiva de buena fe para poder movernos en nuestro país libremente. No nos gustan los puestos de control». «A nosotros tampoco», replicaron.
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