“El señor Gadafi debe irse”. En su habitual estilo, sin ambages, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, exigió ayer al coronel Muamar Gadafi que abandone el poder que ha ostentado en Libia desde 1969. El mandatario galo fue el primer líder europeo en pedir claramente la marcha del dictador libio.
Gadafi pierde así el favor de una UE que durante los últimos años años ha coqueteado demasiado con el régimen de la Jamahiriya, vendiéndole armas a cambio de la concesión de explotación de sus recursos energéticos y reintegrándolo en la comunidad internacional a cambio de su apoyo en la lucha contra Al Qaeda en el Magreb Islámico y, lo que es más grave, de que ejerciera de gendarme junto a Marruecos contra los inmigrantes sin papeles que deseaban llegar a Europa.
Pero el nivel de violencia empleado para reprimir la actual revuelta se ha convertido en “intolerable”, según dijo Sarkozy durante una visita a Turquía en calidad de presidente del G-20, a pesar de que su país disfrutaba hasta ahora de inmejorables relaciones comerciales con Libia y de que, desde su etapa de ministro del Interior, había aplaudido la cooperación de Gadafi en materia de inmigración y lucha antiterrorista.
En criticar la violencia del régimen de Gadafi coincidieron el presidente de EEUU, Barack Obama, y el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, que ayer conversaron por teléfono sobre la situación en Libia. Según informó la Casa Blanca en un comunicado, ambos líderes discutieron el modo de garantizar la seguridad a sus respectivos ciudadanos (25.000 turcos viven en Libia, de los que más de 7.000 ya han sido evacuados) y de hacer que el gobierno de Gadafi “rinda cuentas” por sus acciones, así como la vías para hacer llegar ayuda humanitaria a Libia.
El mandatario francés, con todo, descartó una intervención armada: “Francia consideraría iniciativas de este tipo con extrema cautela y reserva, porque sabemos la inestabilidad conllevan”. Sarkozy, que reconoció que nadie había previsto la actual ola de revueltas, afirmó que ahora habrá que “tener en cuenta la nueva realidad geopolítica” de la zona ya que “los pueblos árabes han decidido tomar las riendas de su destino”. “Tanto Francia como Turquía pueden hacer mucho por evitar el caos en la región”, aseguró por su parte el presidente turco, Abdullah Gül, en referencia a la influencia de ambos estados sobre las poblaciones del norte de África y Oriente Medio. A pesar de que el gobierno turco también ha mantenido excelentes relaciones con la Libia de Gadafi, Gül avisó de que este tipo de revueltas ocurren “si los gobernantes no toman en cuenta las demandas del pueblo”.
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