He aquí una crónica inédita en la prensa europea sobre las elecciones palestinas, seguidas en directo por varios observadores internacionales de Action for Peace, Giovani Comunisti y Farfalle Rosse. Los italianos Alessandro Francesconi y Massimo Allulli comentan las impresiones de su grupo, destacado en las ciudades de Betlemme (Belén) y Ramala –otros grupos lo han hecho en Tulkarem, Hebrón y Jenín–. Tras una llegada un tanto accidentada a la “supermilitarizada” Tel Aviv –“algunos compañeros fueron detenidos, registrados e interrogados hasta las cinco de la mañana”– se permitió a la delegación el paso a Ramala como “turistas religiosos”. Esta es la traducción resumida de la crónica que han enviado. En primer lugar figuran las impresiones sobre el transcurso de la jornada electoral y en segundo lugar una pequeña actualización con los incidentes del día posterior
Manifestación de simpatizantes de Al Fatah en Ramala (El Mundo/AP)
Alessandro Francesconi / Massimo Allulli / Elisa Deantoniis
RAMALA (Palestina)
Betlemme es una gran prisión a cielo abierto. El “muro de la vergüenza” deseado por los israelís la rodea completamente obligando a sus habitantes a una cotidianidad hecha de check point, controles y colas interminables, dejándolos a merced de la voluntad de los soldados israelíes. El campo de refugiados de las afueras de la ciudad surge junto al muro. Dentro de sus casas los refugiados han olvidado la luz del sol, oculta hasta bien entrada la mañana de los nueve metros de cemento a intervalos de las torres de vigilancia.
Una realidad de opresión que contrasta con la identidad de una ciudad que es un símbolo para la cultura cristiana, y que acoge diariamente el peregrinaje de ricos turistas que no suelen entrar en contacto con la población del lugar. Pero es también un lugar que destruye los tópicos de las diferentes Oriana Fallaci y Giuliano Ferrara, en la que la comunidad cristiana y la musulmana conviven pacíficamente desde hace unos miles de años, en una contaminación cultural alejadísima de ese choque de civilizaciones al que los poderosos de la Tierra nos quieren abocar.
Es una fecha crucial para el pueblo palestino. Se va por primera vez a las elecciones tras la muerte de Yasser Arafat, por primera vez las elecciones ven la participación de todos los grupos políticos, incluida Hamas, aunque con la excepción de Yihad Islámica. Y es precisamente Hamas la incógnita de la jornada. La mayoría absoluta de la que ha gozado hasta hoy Al Fatah (el partido de Arafat primero y de Abu Mazen en la actualidad) no es un dato seguro, presentimiento aún más reforzado por los resultados de las últimas elecciones administrativas que vieron en todos los lugares la consolidación de la formación islámica.
Un habitante de Hebrón sigue los resultados electorales (El Mundo/EFE)
Pero antes que esta incerteza lo que hay que destacar es el clima de fiesta y de gran participación con el que los palestinos viven las elecciones. También nuestra delegación ha sido acogida con calor, estrechada en un abrazo que llega a conmover. Nuestro trabajo ha comenzado esta mañana al alba, después de una noche de socialización, cantos, risas y narguile. Desde temprano iniciamos el control de los colegios electorales, acompañados por Ashraf –nuestro compañero de Betlemme, responsable del centro cultural ítalopalestino– a través de la alegre confusión de decenas y decenas de palestinos que esperan a dar su voto, de militantes que distribuyen panfletos, de automóbiles llenos de manifiestos. En todos los sitios somo acogidos con entusiasmo y en el segundo colegio un chico de unos quince años nos viene al encuentro sonriendo y nos abraza. Las fuerzas de policía nos saludan (de muy diverso modo a sus colegas israelíes o italianos) y los presidentes de las mesas y los encargados del escrutinio nos muestran las operaciones de voto, ordenadas y desarroladas con trasparencia.
Entretanto, a los compañeros que se han quedado fuera les piden hacerse fotografías, a menudo con el dedo manchado de la pintura azul que se les pone a aquellos que ya han votado: la gente tiene unas ganas enormes de mostrar al mundo entero la autenticidad de este momento. Una cita de la que irse justamente orgullosos, signo de la capacidad de un pueblo, oprimido por la ocupación israelí, de no renunciar a su propia democracia, a su derecho propio a la resistencia y al autogobierno. Algo que puede enseñar mucho a tantos que, desde nuestra parte, se llenan la boca con estupideces sobre presuntas “civilizaciones superiores”.
A la entrada de los colegios electorales nos detenemos a charlar con las numerosas personas que nos encontramos. Todos quieren comunicarse, compartir el espíritu y el significado de esta jornada. Un representante de Al Fatah nos ofrece un café árabey nos explica cómo las elecciones significan para ellos un momento de liberación de la ocupación del muro. Para él estas elecciones, sea cual sea el resultado, serán un éxito. Por primera vez participará también Hamas y esta es una victoria póstuma de Arafat, que se había propuesto ese objetivo. “Si gana Hamas –explica el representante de Al Fatah– el resultado del voto será respetado: eso es la democracia”.
El líder de Hamas, Ismail Haniya (El Mundo/Reuters)
De todos modos, las diferencias existen y son profundas. Y, sin embargo, uno de los muchos representantes de Hamas que presiden los colegios con sus pañuelos verdes nos ha confirmado que las elecciones podrán crear en Palestina una vida mejor, que la coexistencia con Al Fatah es posible y que, también para ellos, sin la ocupación sería posible una convivencia pacífica con Israel. Afirmaciones que, a menudo, tropiezan con una realidad algo más complicada, en la que Al Fatah pierde confianza debido a las acusaciones de corrupción y Hamas sigue siendo una fuerza caracterizada por elementos de fundamentalismo. Pero ambos firman una esperanza compartida.
Una esperanza compartida también por los numerosos pequeños partidos independientes, entre los cuales se halla Palestina Libre, una formación de la izquierda que se ha apartado de Al Fatah por que consideran que los grupos dirigentes han concentrado demasiado poder. [...]
A pesar de todo, lo que quedará en los ojos y los corazones de quien ha vivido esta jornada es otra cosa: la admiración por la dignidad y la resistencia de un pueblo que no renuncia a la democracia tampoco frente a la barbarie de la ocupación; y la esperanza de que, en no mucho tiempo, esta barbarie deje sitio a la libertad y la autodeterminación. Dos estados para dos pueblos, nunca más divididos por un muro de cemento que impide al sol surgir en las ventanas de los refugiados de Betlemme.
Seguidores de Hamas celebran su victoria en el Parlamento de la ANP (El Mundo/AP)
Actualización tras las elecciones: La situación es dura pero hay momentos que pagan todo la tensión y el miedo que vivimos durante el día. Ayer, en Gaza y en Ramala se armó un follón, los militantes de Hamas y de Al Fatah se enfrentaron, primero en una prueba de fuerza estética disparando al aire con sus kalashnikov y después se enfrentaron a golpes y a tiros. Nosotros tuvimos la suerte de escapar de en medio pero no así dos palestinos, que no tuvieron la misma fortuna.
Traducción: Andrés Mourenza
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