Andrés Mourenza / Estambul
Cuando comenzaron los ataques de Israel sobre Gaza el pasado 27 de diciembre, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, encomendó a Davutoglu, su asesor en política internacional, un rol de mediador entre los países europeos y Hamas para intentar alcanzar una solución al conflicto. Unas semanas después, en una sala de conferencias de un lujoso hotel de Estambul, Davutoglu cree cumplida la primera parte de su misión: “Si Hamas ha aceptado el alto el fuego, ha sido gracias al esfuerzo de Turquía”, aunque reconoce que aún queda mucho trabajo por hacer.
Turquía, cuyo proceso de adhesión a la Unión Europea camina por senderos inciertos debido a la lentitud de las reformas internas, ha jugado la carta de mediador internacional para sumar puntos a su candidatura europea. Su situación estratégica y su habilidad en las relaciones internacionales quedaron patentes en las negociaciones durante la guerra que enfrentó a Georgia y Rusia el pasado verano y en el acercamiento entre Siria e Israel, cuyo objetivo era alcanzar un acuerdo de paz y la devolución a Damasco de los Altos del Golán, ocupados por los israelíes desde 1967. A pesar de que este último proceso saltó por los aires cuando Israel comenzó a bombardear Gaza, la UE ha agradecido los esfuerzos diplomáticos de Turquía en ambos temas.
Pero Ankara también se ha involucrado en mejorar las relaciones del grupo radical islámico Hamas con Egipto, entre los que existe gran suspicacia; en solucionar la crisis política del Líbano; en convencer a los grupos suníes de Irak de que se integrasen en la vida política del país e, incluso, se ha ofrecido para mediar entre Irán y la nueva administración de EEUU. “Esta es nuestra región y no nos interesa que se desestabilice. Por eso no podemos permitirnos el lujo de no prestar atención a los problemas de Oriente Próximo”, explica Davutoglu.
Pero, ¿quién es este hombre que está detrás de los esfuerzos mediadores de Turquía? Profesor universitario y embajador, Davutoglu es un asesor silencioso que no gusta de cámaras ni presión mediática y el arquitecto de la nueva política exterior de Turquía, que algunos estudiosos han denominado “neo-otomana” porque busca recuperar la influencia de Ankara en los territorios que antaño pertenecieron al Imperio Otomano. “Turquía es un país europeo, asiático, caucásico, balcánico y de Oriente Próximo, así que tenemos una política exterior integrada”, defiende el asesor turco y enuncia los principios de su estrategia: “mantener buenas relaciones con todos los actores de la región y una política activa para rebajar las tensiones”.
Así pues, al comenzar ofensiva israelí, los servicios diplomáticos turcos se pusieron manos a la obra. Erdogan se mantuvo constantemente en contacto con varios líderes europeos y, en especial, con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, quien, a pesar de su oposición a la entrada de Turquía en la UE, parece haber encontrado en el primer ministro turco un aliado para una suerte de diplomacia europea algo más independiente. Una delegación encabezada por el embajador turco Feridun Sinirlioglu se desplazó a Israel. Otra, liderada por Davutoglu, viajó a El Cairo, para estar en contacto con los dirigentes egipcios, que desempeñan un papel clave en el conflicto de Oriente Próximo. Desde allí, Davutoglu voló varias veces a Damasco, donde se halla la cúpula de Hamas en el exilio, con quien mantiene contactos desde 2006, cuando Ankara intentó sin éxito que la comunidad internacional aceptase la victoria islamista en las elecciones palestinas. Y desde Siria, los turcos cerraban el círculo entregando los mensajes de Hamas a la UE, que al considerar al grupo palestino como terrorista no puede dialogar con él.
Esta cercanía a Hamas, sumada a las duras críticas de Erdogan al gobierno israelí por las masacres de civiles de Gaza (las definió como “crimen contra la humanidad”), ha provocado un enfriamiento de las relaciones entre Israel y Turquía, dos países cuyos lazos son antiguos y sólidos. En 2008, 600.000 israelíes pasaron sus vacaciones en Turquía y el ejército turco es uno de los principales clientes de las fábricas de armamento israelí. Los medios israelíes, como el diario Haaretz, han cargado contra la posición del gobierno turco y el gobierno de Tel Aviv ha rehuido los contactos con Turquía. “Un (país) que es líder en la región no puede permanecer callado ante la muerte de más de 1.000 personas. Las críticas no van dirigidas a la gente de Israel ni contra los judíos; si esto ocurre en otro país, Turquía reaccionará igual”, justifica Davutoglu y pide que Hamas no sea marginado nuevamente.
Según Sinirlioglu, el siguiente tema en la agenda es fomentar la “reconciliación nacional” entre Hamas y Al Fatah, el partido del presidente palestino Mahmoud Abbas, cuyo mandato terminó el 9 de enero. Puesto que “sin reconciliación palestina será imposible rescatar el proceso de paz con Israel”. Este proceso de reconciliación será dirigido por Egipto, con la asistencia de Turquía, Qatar y Siria y debería dirimir el reparto de competencias en los territorios palestinos, además de la fecha de las próximas elecciones legislativas y presidenciales. “Esta vez todos los países deben reconocer el resultado de las elecciones”, pide Davutoglu.
En otra cuestión candente, el control de la frontera entre Egipto y Gaza -a través de la que Hamas se abastece de armas, según Israel-, las negociaciones prosiguen. Egipto se opone a la presencia de una fuerza militar extranjera -aunque sea turca, como proponía Hamas-, alegando su derecho a la soberanía territorial, por lo que en los círculos diplomáticos se habla del envío de una misión de observadores. Con todo, el mediador turco, asegura que sí hay un “acuerdo implícito” sobre los principios para lograr la paz: la apertura de corredores humanitarios, la retirada total del ejército israelí de Gaza, conseguir una reconciliación nacional en Palestina y un mecanismo para levantar el bloqueo israelí sobre los territorios palestinos. “El bloqueo se levantará, eso es seguro, el problema es hallar un mecanismo que satisfaga a todos”, dice.
Davutoglu define 2009 como un año clave para la estabilidad en Oriente Próximo, ya que se deben celebrar elecciones legislativas en los territorios palestinos, Israel y Líbano; presidenciales en Irán y locales en Irak. “Si algo va mal en ellas, perderemos otros cinco años”.
1 comentario:
Qué buenos los artículos Andrés. Cabría preguntarse qué peso tiene esta línea de mediación en relación con la occidental de El cuarterto de Oriente Próximo, EEUU y la ONU.
Quizá porque venimos de Occidente se nos escapa esta otra perspectiva...
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