Estambul. La Policía turca se incautó hoy de nuevas armas y munición supuestamente relacionadas con la trama golpista "Ergenekon" en diversas operaciones en tres diferentes provincias de Turquía, informó la televisión turca.
El objetivo de esta presunta trama sería causar el caos social a través de atentados y asesinatos para de esta forma justificar un golpe de Estado contra el actual gobierno islamista moderado de Recep Tayyip Erdogan. En la última ola de detenciones -la décima desde que comenzara la investigación en junio de 2007- se detuvieron a 37 personas.
En las afueras de Estambul se hallaron 15 balas para fusiles de asalto G-3 y un proyectil de batería antiaérea, depositadas en una bolsa que descubrió un barrendero. También en bolsas de plástico se encontraron otras 15 balas de fusiles de asalto G-3, tres granadas y una bomba de humo en la entrada de un apartamento de Aksaray, una localidad en el centro de Anatolia, y unas 30 granadas más fueron halladas en dos puntos diferentes de Ankara. Estos hallazgos se añaden a los arsenales descubiertos en los últimos días en la capital turca en diferentes operaciones: más de 1.000 balas de fusiles de asalto, varias docenas de granadas y al menos nueve bombas de humo. Prácticamente todas las granadas encontradas fueron fabricadas por la empresa estatal turca MKE, que suministra al Ejército y, según informó hoy el diario 'Sabah', el Estado Mayor turco ha reconocido que esas armas procedían de las Fuerzas Armadas.
El reciente descubrimiento de estos arsenales ha sido posible gracias a la confiscación de diversos planos y croquis en la vivienda del teniente coronel Mustafa Dönmez, quien, tras permanecer huido durante varios días, se entregó el pasado martes. De esta forma, Dönmez retrasará su puesta a disposición de la justicia civil, que investiga el caso "Ergenekon", en el que están supuestamente implicados mandos del Ejército, políticos, miembros de la judicatura, académicos y periodistas de ideología ultranacionalista.
La mayoría de los detenidos posee un pasado militar o policial no exento de honores, un coronel retirado que dirigió la operación de captura del líder del grupo armado kurdo PKK, Abdullah Öcalan, y participó en diversos ataques a las bases de los rebeldes kurdos en el norte de Irak durante la década de 1990. Pero precisamente durante la guerra no declarada contra el PKK, que incluyó no pocas operaciones de guerra sucia (según han reconocido dirigentes de la época), fue cuando más se desarrollaron las conexiones entre mafiosos, fuerzas de seguridad y grupos de ultraderecha, calificado por la prensa local como "estado profundo".
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