31 julio 2009

El éxito de la celda Nº 5 (El Periódico

· Un famoso cantante pop de Georgia lleva más de tres meses de encierro voluntario en protesta contra el Gobierno.
Foto: Utsnobi en su particular celda (Álvaro Deprit)
ANDRÉS MOURENZA
TIFLIS

La piel de su cara está ahora demacrada, sus labios apagados, sus ojeras son más profundas de lo que es habitual; habla despacio, como si las palabras solo fuesen empujadas fuera de su boca por un infinito dolor del alma o, más probablemente, a causa del dolor de estómago del que parece aquejado. A Gia Gachechiladze, alias Utsnobi (El Desconocido), uno de los cantantes pop más famosos de Georgia, no le han sentado bien sus más de tres meses de encierro voluntario en una habitación de 15 metros cuadrados de la que solo sale de vez en cuando para ofrecer conciertos o manifestarse contra el Gobierno.

Utsnobi y sus populares canciones se han convertido en bandera de la oposición al presidente georgiano, Mijail Saakashvili; una oposición dispar en la que confluyen desde antiguos compañeros del jefe del Estado a simples buscavidas de la política.

¿Droga o locura congénita?

Sus detractores afirman que el estado de Utsnobi se debe a la droga y a una locura congénita. De lo que no cabe duda es que los métodos de este excéntrico cantante metido en política son un tanto peculiares. Cada noche, la emisora de televisión Maestro TV, conecta con la habitación de Utsnobi en un reality show político llamado Celda N° 5, que ha conseguido un gran éxito de audiencia. En su celda –climatizada, eso sí, y repleta de iconos religiosos y caricaturas del presidente Saakashvili–recibe a personas de la calle que le cuentan sus problemas y critican al Gobierno.

«Georgia es actualmente una prisión, por eso da lo mismo estar encerrado que no estarlo. Y esta celda es el único rincón libre del país, cualquier persona puede venir a opinar libremente sobre lo que está ocurriendo», afirma Utsnobi.

Cambio de orientación

Mientras en la planta baja, los jóvenes periodistas de Maestro TV fuman hasta hacer el ambiente irrespirable y explican orgullosos cómo han convertido lo que era un canal de entretenimiento en una fuente de periodismo crítico, Utsnobi, en su celda situada en el piso de arriba, llena una bolsa con dólares fotocopiados para burlarse de quien acusa a su hermano, Levan Gachechiladze, rico empresario y uno de los principales políticos de la oposición, de estar financiado ilegalmente por Rusia, el país que representa todo lo maligno para el Gobierno de Saakashvili.

«Igual que ocurrió en Europa en los años 30, ahora somos nosotros los que tenemos aquí a un pequeño Hitler. Saakashvili es quien decide todo en Georgia, ha cambiado la Constitución y con su policía controla las calles», se lamenta.

Su negativa opinión sobre la policía no es de extrañar. El pasado mayo, cuando intentó asaltar una comisaría de la policía durante una manifestación, fue apaleado contra un muro de tal manera que le entró tierra en las heridas y sufrió una infección sanguínea. «Cada una de las palabras que salen de la boca de Saakashvili es mentira. Los extranjeros aún no lo han entendido porque el presidente les vende que esto es un país democrático y no es así. Es un régimen totalitario en el que el uno por ciento gobierna y el resto no pinta nada», denuncia.

Otra de las propuestas de Utsnobi ha sido la de construir un muro alrededor del Parlamento para simbolizar el distanciamiento entre los ciudadanos y los diputados. Pero la iniciativa no fructificó, especialmente porque los taxistas están hartos de que la principal vía de la capital, la avenida Rustaveli, lleve dos meses cortada por los opositores a Saakashvili.

La oposición ha instalado varias docenas de celdas frente a la Asamblea Nacional. Pero al caer la noche y terminan los mítines, los dirigentes se van y dejan el cuidado de las celdas a unos cuantos desempleados, a los que pagan un pequeño salario, que pasan la mayor parte del día bebiendo chacha, el aguardiente local, y jugando al dominó.

Utsnobi insiste en que la oposición triunfará y Georgia será, algún día, «verdaderamente libre». Hasta entonces promete quedarse en su pequeña prisión.

2 comentarios:

Deprisa dijo...

Es una pena, pero nos enteramos de la mitad de la mitad de lo que pasa, y aún así desde un único punto de vista. Yo pensaba que Georgia era un país modélico...

Andrés Mourenza dijo...

Durante más de 5 años la prensa anglosajona (y las de otros países por imitación) nos ha vendido la Revolución de las Rosas como una panacea.
Pero lo cierto es que el presidente Mijeil Saakashvili (a pesar de algunas reformas loables) se está convirtiendo en un gobernante cada vez más autócrata y pagado de sí mismo.
La oposición, por desgracia, tampoco es mucho mejor.