ANDRÉS MOURENZA
ESTAMBUL
La cúpula de las Fuerzas Armadas de Turquía se reunió ayer de forma extraordinaria para valorar «la grave situación» tras la detención de 49 oficiales, entre miembros en activo y retirados, bajo la acusación de planear un golpe de Estado contra el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan.
Según informó el Estado Mayor en su página web, «tras valorar la grave situación creada por la investigación de la Fiscalía General de Estambul, todos los generales y almirantes en activo en las Fuerzas Armadas turcas se han reunido en el cuartel general del Estado Mayor». La cúpula castrense no dio más detalles sobre las decisiones tomadas.
Mazazo a los generales, fue ayer uno de los titulares más repetidos por la prensa. Mazo era el nombre en clave de Erdogan en la supuesta trama. Las imágenes de altos mandos del Ejército arrestados han recorrido el país a través de los informativos, poniendo de relieve que el estamento castrense, otrora inviolable, ha perdido gran parte de su influencia.
De hecho, aunque continúa siendo la institución más valorada por los ciudadanos, por encima de los políticos, su prestigio se hunde cada vez más en las encuestas. «Las presiones militares y judiciales han llegado a su fin. Este pueblo quiere cambios. Estamos ante un punto de no retorno», escribió el columnista Ahmet Altan en las páginas de Taraf. Este diario reveló en enero el plan Balyoz, elaborado en el 2003 y cuyo objetivo era llevar a cabo atentados espectaculares para justificar la imposición de la ley marcial.
LUCHA DE PODERES / En una entrevista concedida el mes pasado al canal Habertürk, uno de los generales detenidos, Çetin Dogan, aseguró que los documentos publicados eran parte de un seminario de «juegos de guerra» con objetivos «educativos», en el que se investigaban posibles escenarios a los que podrían enfrentarse las Fuerzas Armadas. Aun así, acusó al Gobierno de Erdogan de «reaccionario» y de «tratar de intimidar» a los militares.
Esta nueva ola de detenciones de militares, la mayor hasta la fecha, se enmarca en la callada lucha entre el Gobierno islamista moderado de Erdogan y el sector inmovilista y laicista afín a la ideología oficial kemalista, formado por militares, jueces y ciertos políticos. Lo que parece claro es que el país ha entrado en una nueva fase. «Hace 15 años era impensable que generales terminaran en prisión o que salieran a la luz secretos de la guerra sucia. Si yo fuese el jefe del Estado Mayor me daría prisa en dar un golpe porque, si no, jamás podrán. Ya no les queda base de apoyo», afirmó a este diario el intelectual izquierdista Roni Margulies.
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