Andrés Mourenza
Diyarbakir
Decenas de personas resultaron heridas y más de una treintena de manifestantes fueron detenidos hoy tras los enfrentamientos entre la policía turca y nacionalistas kurdos registrados durante las celebraciones del Newroz, el Año Nuevo kurdo. Cientos de miles de personas celebraron el Newroz -que este año se ha adelantado un día para hacerlo coincidir con un domingo- en las ciudades del sudeste de Turquía, donde se concentra la mayoría de la población kurda, pero también en otras ciudades a las que han emigrado los kurdos, como Estambul, Esmirna y Bursa.
En Diyarbakir, la capital oficiosa de los kurdos de Turquía, decenas de columnas de humo de otras tantas hogueras se alzaban hasta el cielo desde por la mañana para celebrar la llegada del nuevo año y las calles lucían repletas de felicitaciones del Newroz en kurdo, algo inimaginable diez años atrás. Mientras, un helicóptero policial y otro militar sobrevolaban la ciudad.
"El Newroz es libertad. Queremos vivir libremente nuestra identidad, reclamamos una autonomía democrática", explica Xebat, un joven kurdo, a la vez que sus amigos saltan sobre hogueras improvisadas con neumáticos y trozos de madera. "Este Gobierno (de Recep Tayyip Erdogan) no ha hecho nada por nosotros, sino que ha detenido a nuestros políticos", añade en relación a las operaciones contra el supuesto entramado urbano del grupo armado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en las que 151 activistas han sido detenidos, incluidos alcaldes electos de la primera formación kurda, Partido de la Paz y la Democracia (BDP).
Niños, jóvenes, adultos y ancianos de ambos sexos, engalanados con los colores del Kurdistán (rojo, amarillo y verde) cantan, bailan y corean eslóganes a favor del líder del PKK, Abdullah Öcalan, encarcelado a perpetuidad en la isla-prisión de Imrali. El ambiente es tenso y, cuando los jóvenes comienzan a lanzar objetos a un grupo de los 3.000 policías que los vigilan, las fuerzas de seguridad lanzan bombas de gas lacrimógeno a discreción, convirtiendo la ciudad en el escenario de una batalla campal, igual que ha ocurrido en otras localidades kurdas. "Es lo mismo desde hace 20 años. Y este gas es mucho más fuerte del que utilizan en otros lugares", se queja un hombre afectado de un acceso asmático.
Otro joven, que acaba de arrastrar a un lugar seguro a una mujer de 70 años que se ha desmayado víctima de los gases, se queja entre lágrimas de la falta de ayuda: "¿Dónde están los Estados Unidos, la Unión Europea o las Naciones Unidas?".
"Son unos bárbaros", denuncia Aysel Tugluk, una destacada política kurda y ex presidenta del partido kurdo hasta que el Tribunal Constitucional de Turquía la inhabilitó para la política acusándola de apología del PKK. "A la policía sólo le ha faltado usar armas de fuego. Tantos años y (el Estado) sigue sin intentar siquiera entender nuestras demandas de democracia y libertad", afirma en declaraciones a Efe.
Los medios nacionalistas kurdos aprovecharon el Newroz para hacer hoy público un mensaje de Öcalan, en el que reitera que el gobierno está negociando con él cómo poner fin al conflicto kurdo, que desde 1984 se ha cobrado la vida de unas 45.000 personas."Si las negociaciones se centran en aspectos prácticos, 2011 será el año de la solución. Pero si no se consiguen resultados, en la segunda mitad del año habrá levantamientos y revueltas", amenazó Öcalan. De hecho, el PKK decidió el pasado mes romper el alto el fuego que mantenía desde agosto, lo que promete incrementar la tensión en el sudeste kurdo.
El próximo 12 de junio se celebrarán elecciones generales en Turquía y entre los kurdos se prevé que el BDP concentre la gran mayoría de los votos. Sin embargo, el círculo vicioso de la acción-represión también afecta a la base electoral de este partido, algunos de cuyos militantes exigen una mayor radicalización de las exigencias kurdas.
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