-Se cumplen dos décadas del inicio de las guerras de desintegración de Yugoslavia.
Una anciana de Sarajevo, cubierta la cabeza con el velo musulmán, lanza una colilla al río Miljacka y apresura el paso hacia el viejo tranvía que, chirriando, acaba de frenar junto al Puente Latino, allá donde el serbobosnio Gavrilo Princip disparó al archiduque Franz Ferdinand en 1914, lo que inició la primera guerra mundial. Sobre el tranvía, un cartel de McDonald’s invita a los clientes a su nuevo establecimiento en la avenida que todavía lleva el nombre del padre del socialismo autogestionado y la Yugoslavia unida, el Mariscal Tito.
Las fachadas de los edificios presentan las heridas de otra guerra, la que asoló hace dos décadas Bosnia y Herzegovina. Las cicatrices también han quedado grabadas en la psique colectiva, aunque muchos prefieren no recordar aquellos momentos, explica el joven periodista del semanario Slobodna Bosna , Nedim Hasic: «Nos matamos tanto y... ¿para qué ha servido?».
Bosnia está cerca de convertirse en un Estado fallido debido al sistema administrativo impracticable que se le impuso en la conferencia de paz de Dayton (EEUU). Macedonia, enfrascada en polémicas nacionalistas con Grecia a causa de su nombre y la paternidad de Alejando Magno, es un Estado pobre con más del 30% de la población en paro. Kosovo, a pesar de la ayuda occidental, no ha cosechado el reconocimiento internacional que esperaba. Serbia comienza a librarse de la etiqueta de criminales de los Balcanes gracias a un Gobierno aperturista, pero la población vive en un estado de apatía. El pequeño Montenegro trata de convertirse en un Mónaco de clase media con sus casinos y playas. Solo Eslovenia, en la UE desde el 2004, y Croacia, que espera entrar en el 2013, tienen mejores perspectivas.
Desde el 2000, los exyugoslavos pueden viajar libremente por la que fue su patria común y ha aumentado la cooperación, pero muchos aún guardan reparos hacia sus vecinos. No es el caso de Ivka Salopek, química de 25 años nacida en Osijek (Croacia), que sufrió la ocupación serbia: «Durante siete años viví lejos de mi hogar. Nos trasladamos al menos 11 veces. Recuerdo la guerra de forma nebulosa, pues tenía 6 años. Mis padres me han permitido formarme mi propia opinión sobre los serbios y mis experiencias con ellos han sido buenas. Pero muchos primos míos tienen traumas. Jamás irán a Serbia» . También quedan aún decenas de miles de refugiados que no han podido regresar a sus hogares y no tienen esperanza de hacerlo.
Pasados los años de la ola de ultranacionalismo que siguió a la desintegración, la gente se da cuenta de lo poco que les ha quedado de la antaño acomodada y multiétnica Yugoslavia. Las empresas y los bancos autriacos, alemanes, turcos y griegos han colonizado la región y la falta de expectativas sume en la depresión a muchos jóvenes, a pesar de su alto nivel educativo. Quizá por eso haya resucitado un cierto sentimiento de yugonostalgia . «Se vivía mucho mejor hace 30 años. La gente podía comprar cosas, viajar, tenían atención médica gratuita. Ahora todo está colapsado. La gente añora los tiempos en que tenía dinero» , subraya la periodista belgradense Mirjana Tomic. Muchos olvidan que, por ejemplo, el reproductor de vídeo y los canales musicales estadounidenses llegaron antes a Yugoslavia que a algunos países del norte europeo.
“El futuro de la región está en sus jóvenes. La gente mayor es demasiado inerte y no tienen ganas de cambio. Debemos ser más abiertos de mente y deshacernos de los prejuicios”, cree el croata Edon Novoselic. Una reciente encuesta muestra que los serbios ya no consideran países enemigos a Bosnia y Croacia, como sí hacían antaño; los mismos artistas se escuchan en todas partes de la ex Yugoslavia y los que pueden veranean en las mismas playas croatas, montenegrinas o turcas. Las cosas pueden ir mejorando, aunque sea “demasiado despacio”, como se quejan muchos. Pero queda claro que el futuro de la región pasa por regresar a la cooperación entre los pueblos de los Balcanes, y por la derrota de los nacionalismos más radicales, porque, como afirma el profesor albanés Artan Puto “para hacer realidad los sueños nacionalistas de la Gran Serbia, la Gran Albania y la Gran Croacia necesitaríamos que los Balcanes fuesen tres veces más grandes de lo que son”.
CRONOLOGÍA DE LA DESINTEGRACIÓN YUGOSLAVA
1991 El 25 junio, Eslovenia y Croacia declaran su independencia tras sendos referendos. Comienzan las escaramuzas con el Ejército yugoslavo. En Eslovenia la guerra dura 10 días. En Croacia, se prolongará hasta 1995 entre los nacionalistas croatas, de un lado, y la minoría serbia y el Ejército yugoslavo del otro. El 25 de septiembre, Macedonia declara su independencia.
1992 Bosnia y Herzegovina declara la independencia tras un referendo. Comienzan los combates interétnicos entre serbobosnios apoyados por el Ejército yugoslavo, de un lado, y musulmanes y croatas bosnios, del otro.
1993 Los croatas de Bosnia se vuelven contra los musulmanes bosnios y se recrudece la guerra de todos contra todos.
1995 El 12 de diciembre se firman los acuerdos de Dayton, que ponen fin a la guerra de Bosnia (100.000 muertos y cientos de miles de desplazados). También se firma la paz en Croacia (20.000 muertos).
1996 En abril, la guerrilla de Kosovo se levanta en armas para exigir la independencia de Serbia. El Ejército yugoslavo responde con represión durante los siguientes años.
1999 La OTAN bombardea Serbia para forzar su retirada de Kosovo, donde se impone una autonomía tutelada internacionalmente. La guerra deja más de 10.000 muertos.
2000 Las protestas masivas por fraude electoral acaban con Milosevic como presidente de Yugoslavia. Al año siguiente será extraditado a La Haya para ser juzgado por crímenes de guerra y morirá en la cárcel en el 2006.
2003 En febrero, la República Federal de Yugoslavia deja de existir y da paso a la unión de Serbia y Montenegro.
2006 Montenegro declara su independencia de la unión con Serbia tras un referendo.
2008 En febrero, Kosovo declara la independencia.
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