En las pasadas elecciones locales, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Recep Tayyip Erdogan incorporaba a todos sus carteles el sello “Marka Sehir” (Ciudad Marca), un proyecto destinado a colocar las ciudades turcas en el panorama internacional, asociarlas a una imagen que cuaje en la mente de los posibles clientes (turistas, congresistas, empresarios), lo que los publicistas llaman brand positioning. Es decir, lo mismo que se hace con un yogur, un coche, el iPhone o con cualquier producto destinado al consumo masivo. Algo así como la campaña: “Barcelona, la millor botiga del món”.
Se trata de un proceso que comenzó en los países más desarrollados durante los años noventa, a medida que el Estado como protector se desarticulaba (lo que ahora ocurre en Turquía) y las alcaldías comenzaron a competir con otras ciudades del país y del extranjero para atraer inversiones y eventos.
Estambul es ya una meca del turismo -este año se prevé que alcance los 10 millones de visitantes-, que encabezan los europeos, atraídos por el aire de exotismo moderado que patrocinan las agencias de viaje: una ciudad un poco islámica y un poco oriental, pero sin los peligros de Oriente Medio. A éstos se añaden cada vez más los turistas del Golfo Pérsico, contentos de poder visitar una ciudad occidental cuya modernidad es de un grado aceptable para su mojigato gusto. Estambul tiene platos para todos los paladares y menús al alcance de cada bolsillo.
Pero los planes del AKP pasan también por convertir Estambul en “una ciudad de ferias y congresos”. Los centros de convenciones se multiplican por doquier, tanto como los acontecimientos internacionales: finales de competiciones europeas, mundiales de diferentes deportes, pasarelas de moda, congresos de periodistas, cardiólogos y peluqueros, reuniones del Club Bilderberg, encuentros de la Alianza de Civilizaciones y cumbres de la OTAN. Según los datos de ICCA, Estambul es la 15ª ciudad del mundo donde se celebran más actividades de este tipo.
Las grúas de la construcción no paran. El barrio gitano de Sulukule ha sido reducido a escombros para levantar en él modernas urbanizaciones y centros comerciales; en Süleymaniye se planea derribar las viejas mansiones de madera otomanas para edificar casas nuevas con aspecto de mansiones otomanas antiguas y a los habitantes del céntrico y degradado Tarlabasi les quedan los días contados. Incluso un ministro llegó a proponer construir una ópera como la de Sidney en pleno centro de Estambul. No son solo delirios de grandeza, la ciudad del Bósforo es una metrópolis inmensa con un presupuesto anual similar al PIB de un país pequeño: 8.600 millones de euros (más del triple que el del Ayuntamiento de Barcelona).
Pero Estambul es una ciudad rebelde. Imposible para los planes urbanísticos. Una ciudad de capas, en la que apenas se hurga un poco, el pasado escupe restos arqueológicos. Por más obras y socavones que se realicen, los comerciantes callejeros y los mercadillos acaban encontrando un lugar por donde asomar la cabeza. Aunque que se corten las principales vías por razones de seguridad a cada visita de un mandamás extranjero, los estambulíes terminan tomando la calle, como un torrente de otoño el lecho seco de la rambla. Porque, a pesar de los planes para convertir a Estambul en poco más que un bello envoltorio posmoderno, la ciudad conserva en sus callejones y en sus habitantes una humanidad tremendamente expresiva. Al final, las piedras, los gatos, los transeúntes, mandan.
1 comentario:
Hola Andrés, que interesante entrada.
Lo que mas me ha alegrado es que tengan planes de desmantelar Tarlabasi, no voy a expresar nada de lo que pienso realmente de ese barrio, pero bueno, tu lo conoces mejor que yo y sabes mas o menos que es lo que puedo pensar.
Una vez simplemente por querer hacerle una foto al Instituto cervantes, crucé la avenida, y no veas... lo que te encuentras.
Tambien una vez me dió por ir por la acera de enfrente (nunca mejor dicho) pero por la noche..
Es una pena que un barrio así exista en pleno Beyoglu, deberian remozar todo eso.
Un saludo.
Publicar un comentario