¡Paquete para la calle Mostar! Media docena de mujeres cubiertas con coloridos velos atienden los teléfonos de la línea Aló-Iftar, un proyecto del Ayuntamiento de Esenler, un distrito estambulí de clase obrera de 500.000 habitantes. Entre las tres y las cinco de la tarde, cualquier hogar de Esenler puede solicitar por teléfono una cena de iftar –la comida con que se rompe el ayuno en el mes sagrado del Ramadán– que se entrega en su casa de forma gratuita, como si se tratara de un Telepizza sin ánimo de lucro.
«A todos nos puede suceder algo a lo largo del día que nos impida preparar el iftar. Por ejemplo, que la señora de la casa se encuentre indispuesta o que su marido no le haya dejado dinero para hacer la compra», afirma el alcalde de distrito, Mehmet Tevfik Göksu, del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan. Eso sí, hay una condición: solo se puede hacer uso de Aló-Iftar una vez en todo el mes.
Existe también un programa para los más pobres y necesitados, ya que el Ramadán hace aflorar la compasión como ninguna otra época del año. Y el AKP, de raíces islamistas moderadas, tampoco desaprovecha esta oportunidad para ganar puntos. Todas las tardes, los trabajadores del Ayuntamiento de Esenler reparten comida a unas 3.000 personas sin recursos. «¡Que nadie se quede sin iftar!» es la consigna. «Antes poníamos carpas e invitábamos a los más necesitados, pero la gente agradece más que le llevemos la comida a casa», asegura Ömer, un funcionario municipal.
Los servicios sociales del ayuntamiento designan a las familias que reciben esta ayuda. «Comprobamos si tienen trabajo y preguntamos a los vecinos y a los comerciantes», explica Ömer. Meryem, una funcionaria que a veces acompaña a los repartidores, conoce el timbre de cada uno de los vecinos del barrio, sus nombres, su ocupación, si están enfermos o sanos. «En esta familia, el marido tiene tuberculosis, y el hijo, un grave problema dermatológico. Se pasan el día en el hospital. La única que trabaja, en un taller textil, es la mujer», comenta.
En realidad, esta es la maquinaria política del AKP trabajando a pleno rendimiento. El secreto de cómo el partido de Erdogan ha logrado asentarse en Turquía se halla precisamente en su efectivo gobierno municipal, en los lazos que teje con la población de los barrios y en la beneficencia que reparte.
En el ayuntamiento, dos personas se acercan a Özcan Hamza, director de los servicios sociales. Un muchacho con pinta de haber dormido en la calle pide una ayuda económica y el funcionario le explica que debe solicitarla a través de canales burocráticos. Aun así le invita a un iftar popular (el Ayuntamiento pretende establecer un récord Guinness juntando a 45.000 personas para romper el ayuno). La otra, una anciana, exige una caja de comida gratuita, pero Hamza le recrimina que no cumple los requisitos para recibirla. Ella insiste e insiste y finalmente el director ordena que la vieja se lleve un paquete. A fin de cuentas, cada voto es importante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario