19 junio 2008

Una popular cantante transexual turca planta cara a militares y jueces

ANDRÉS MOURENZA
ESTAMBUL
"Si yo hubiese tenido un hijo y alguien sentado en un despacho me hubiese dicho 'haz esto, haz lo otro' y por culpa de ello tuviese que enterrar a mi hijo, ¿lo encontraríais aceptable?". Estas palabras de la cantante transexual turca Bülent Ersoy la han metido en un buen lío con los militares. Bülent Ersoy es considerada una de las divas de la música clásica turca, un género que combina los instrumentos de la tradición turca con la música de cámara otomana y la herencia bizantina. Es, sin duda, una de las voces más preciadas de Turquía, como atestiguan sus más de 25 álbumes, sus premios y los conciertos desde las salas de fiesta de Estambul al Olympia de Paris y al Madison Square Garden de Nueva York, donde fue el primer artista turco en actuar. Pero la vida de Bülent Ersoy es también la de la tonadillera de farándula, la del jurado de Popstar Alaturka (enésima variante de Operación Triunfo), la de los fatuos debates de la prensa rosa. En Popstar, la diva se dedicaba menos a juzgar el talento musical (aunque no otros, pues en el 2007 acabó por casarse con uno de los concursantes) y más a rebatir a sus compañeros de programa o incluso a cruzarse insultos con su amigo y competidor Ibrahim Tatlises, el cantante kurdo por antonomasia y presentador de un programa en otro canal. Corría febrero y los militares se habían adentrado en Irak a por los militantes del grupo armado kurdo PKK. La fiebre nacionalista rozaba las más altas cotas. Fue entonces cuando Ersoy, desde su puesto en el jurado de Popstar, afirmó rotundamente que, de ser madre, no enviaría a sus hijos al servicio militar y que prefería una solución dialogada al conflicto kurdo en lugar de la muerte de más personas. Inmediatamente se colapsaron los teléfonos del programa, con cientos de llamadas en contra y otras tantas a favor. Al día siguiente, el Consejo de Radiotelevisión emitió una advertencia a Popstar y un fiscal, de esos que abundan en Turquía, la acusó de "incitar al pueblo contra el servicio militar" y "desmoralizar a las tropas", por lo que le pueden caer entre 6 meses y 3 años de prisión. "Si pedir una solución es un delito, entonces ¡que me cuelguen!", dijo la cantante, y volvieron a lloverle los apoyos: intelectuales, periodistas, músicos... No era su primer desencuentro con los militares. Bülent Ersoy eligió un mal año para su operación de cambio de sexo, 1980, el mismo del golpe de Estado más sangriento de la historia de la República. La Junta Militar prohibió a los "desviados sociales" como Ersoy volver a pisar un escenario. Y no es que fuese una excepción: en un país tan homófobo como Turquía, varias de sus estrellas de la canción han sido abiertamente homosexuales. Por ejemplo Zeki Muren, quien además se vestía de mujer para salir ante el público. Y no se encontrará otras voces más apreciadas entre los turcos que las de Muren y Ersoy. No fue hasta 1988, con el Gobierno de un conservador y pío musulmán como Turgut Özal, cuando se reconoció el derecho a cambiar de sexo. La diva volvía a la música con su carnet de identidad rosa (el de las mujeres turcas) y renovado brío. Nacionalista "de hechos" "En 1981, varios países europeos me ofrecieron la nacionalidad, vivir con todo lujo, y yo lo rechacé sin siquiera pensarlo. ¿Es que me vendo? Nací, crecí y me crié en la República de Turquía. Jamás he vendido a mi patria. No soy una nacionalista de palabra, sino de hechos (...) Solo digo: dejemos las armas, hallemos una solución. ¿Soy por eso una traidora? Eso nunca", dijo Ersoy tras conocer las acusaciones. Ayer, en abierto desafío a los jueces, no se presentó a la primera sesión del proceso, y si el 24 de septiembre tampoco comparece, la policía deberá llevarla aunque sea por la fuerza. La historia de Ersoy corre pareja a la de Turquía: con su país ha vivido el éxito y la dolce vita, el destierro y los insultos. Coherente a veces y contradictoria, como la propia Turquía, muchas otras. Capaz de pronunciar las más bajas ordinarieces, pero también de realizar los gestos más valientes. Y una profunda amante de su país, aunque ahora la acusen de traidora los salvapatrias de siempre. Así es la cantante que se enfrenta a los tribunales, los mismos que castigaron por traidor a Hrant Dink --el periodista después asesinado--, que han prohibido el velo y que intentan clausurar la asociación homosexual Lambda e ilegalizar partidos.

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