-Kasimpasa, la modesta zona donde se crió Erdogan se transforma gracias a inversiones millonarias
-"Hasta hace poco la basura impedía caminar", dice un vecino
ANDRÉS MOURENZA (Texto) /
AGATA SKOWRONEK (Foto) / ESTAMBUL
En la cima de una empinada cuesta, en un edificio de cemento pintado en tonos marrones tristes, en un tercer piso --ahora vacío-- entre dos plantas de cuyos balcones cuelgan jerseis de rombos, blusas baratas y pijamas gastados, vivió los primeros años de su infancia el hombre que dirige los destinos de Turquía: Recep Tayyip Erdogan. Al pie de la colina se extiende el barrio de Kasimpasa, por cuyas calles, entonces mal empedradas, vendía limonada y roscas de pan el ahora primer ministro.
Erdogan siempre se ha mostrado orgulloso de presentarse como un "hombre de Kasimpasa", no solo por la extracción humilde del lugar, que le reporta los votos de las clases populares, sino porque en todo Estambul los habitantes de este barrio son conocidos por ser muy "machos", palabra que los mismos turcos usan en castellano. De hecho, cuando regresó del Foro Mundial de Davos, tras cantarle las cuarenta al presidente israelí, para inaugurar una estación de metro en su distrito natal de Estambul, los habitantes de Kasimpasa le recibieron como a un héroe al grito de "conquistador, conquistador", henchidos de orgullo de barrio.
"Hijo predilecto"
Según la mitología popular, los de Kasimpasa son bravucones y orgullosos, y si de algo lo están es de su "hijo predilecto", el primer ministro. Ahora bien, quizá hay otras razones que inclinan esta predilección por Erdogan. Y es que, en los últimos años, este pequeño barrio de clase obrera ha sido objeto de todo tipo de atenciones por parte del Ayuntamiento de Estambul.
"Hasta hace poco, la basura impedía caminar por estas calles y no existían aceras", explica Mustafa señalando una calle recién pavimentada que desemboca en la plaza de Kizilay, el centro del barrio, también embellecida en los últimos tiempos. Las casas que la rodean, bajas, de materiales baratos, contrastan con el moderno enlosado y con los grandes edificios de Odakule y el Hotel Marmara Pera, que se divisan al fondo. Podrá parecer una nimiedad, pero en una ciudad como Estambul, de aceras informes y adoquines sueltos, un barrio con buen pavimento es un lujo escaso. Los servicios municipales de limpieza se afanan en sacar brillo incluso a los contenedores. Falta un mes para los comicios y hay que tener contentos a los electores.
Tras el paso de Erdogan por la alcaldía de Estambul en los años 90 (desde entonces su partido no la ha perdido), y especialmente en los últimos tres o cuatro años, Kasimpasa ha recibido millonarias inversiones sociales, bien merecidas pero que otros barrios populares de los alrededores no han visto llegar. "Está claro que si invierten más aquí es por ser el barrio del primer ministro. Pero estoy satisfecha de que nos hayan traído el metro", asegura Dilek, de 31 años, mientras da de comer a las palomas.
Además, se ha construido un moderno estadio de fútbol bautizado con el nombre de Recep Tayyip Erdogan; una biblioteca como no hay otra por los barrios adyacentes y que ha sido utilizada por 18.500 personas en sus cinco meses de existencia, un centro deportivo gratuito y un lujoso restaurante de precios populares a la orilla del Cuerno de Oro, y se han creado parques y jardines. Y en todas las nuevas instalaciones, no falta la publicidad del ayuntamiento y del propio Erdogan.
Solo siete piscinas
A pesar de contar con unos 12 millones de habitantes, en Estambul solo hay siete piscinas públicas. "Bueno, ahora que se acercan las elecciones locales se han abierto dos o tres más", corrige Salih, un trabajador municipal. Una está en Kasimpasa y es un éxito, aunque eso sí, mujeres y hombres deben usarla a horas distintas.
Kasimpasa es un barrio conservador. Hay muy pocos restaurantes que sirvan alcohol y la mayoría de las mujeres se tapan la cabeza con diversos tipos de velos. Como Gülay, una señora de 50 años que cubre sus hombros con un elegante mantón y su cabeza con un pañuelo floreado de blancos y negros, a imitación de la nueva burguesía musulmana de Turquía y las dirigentes del partido de Erdogan. Gülay no oculta sus peticiones: "Estoy contenta con el desarrollo del barrio, pero aún se pueden hacer más cosas".
El ezan, la llamada a la oración desde las mezquitas, resuena en la plaza y un grupo de jóvenes que sale del instituto jalea a un conocido perro callejero que aúlla al escuchar la voz del imán.
Nadie se molesta.
3 comentarios:
me parece que éste modo de obrar no es exclusivo de Erdogan...
no conozco la realidad a pie de calle, andrés, no puedo valorar con conocimiento de causa. pero me parecen perfectos, tus retratos. me enseñan,y me dan ganas de saber más y más sobre turquía.
un abrazo.
Me alegro de que te gusten y gracias por lo que dices...
yo creo que está bien dejar claro que este modo de obrar no es exclusivo de Erdogan y los suyos, pero así sirve para demostrar que no es "un monstruo islamista", como lo pintan algunos, sino un político más en la senda de los elementos que gobierna en los países del sur de Europa. Quizás tenga carisma... pero por lo demás es muy parecido a otros políticos conservadores.
Hola Andrés
la foto está genial - me alegra mucho haber encontrado tu blog - estoy de acuerdo en todo lo que dices - los medios desvirtúan la información cuando hablan sobre AKAP - en Turquía no tiene lugar ninguna lucha del estado secular contra el Islam sino que, para entendernos, 80 agnos de chupar de la teta ya son demasiados - por cierto estoy en Estambul el finde - muchos saludos - x
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